sábado, 15 de noviembre de 2008

La tristeza

Bajo la sombra incierta, la desnuda
acacia nos acoge. Tú a mi lado.
Se filtra el sol. El sol dibuja, a golpes,
símbolos vagos en tu piel morena.
Una muchacha cruza por el cielo
su líquido perfil, que tú no puedes
explicarte. (Señor, ¿el agua flota
en el aire?) Una vaca muge. Muge
-Lola tiende la ropa- a contrapunto
de la canción de Lola. Hay brisa. Corre
la dulzura del tiempo. Sí, se filtra
la universal ternura. Los lagartos,
las acacias, las piedras, la mañana
cuajada en luz en los picachos, llenos
de festones los cielos y las tierras...

Tú y yo bajo la acacia. Y, sin embargo,
ahora estoy triste, estoy triste de vida.
Estoy triste. ¿Por qué? Dientes de leche,
ojos de trigo en ti. Pero estoy triste.
No sé si sé que un día no lejano
te olvidarás de todo y a otras ínsulas
contigo a cuestas partirán tus sueños.
Este mundo tan puro
se quedará sin ti. Tú irás ganando
esta tristeza que hoy se me anticipa,
la oscuridad del alma, la industriosa
voluntad de la hormiga, los venenos
mortales: el sombrero, la carrera,
la ciudad, las mujeres... ¡tantas cosas!
Ha de ser así todo. Es necesario
que sea así. Es preciso que yo sepa
que debe ser así, en esta mañana
tan abierta de luz
que el alma se lastima,
tan misericordiosa
que los ojos se cierran, lentos, íntimos
mientras vuelve a cantar Lola, y emigra
la líquida muchacha por el cielo,
y tú, absorto y turbado, piensas cómo
podrá flotar el agua así, en el aire.

José Luis Prado Nogueira. Oratorio del Guadarrama (1956).

3 comentarios:

v dijo...

Wow . que belleza. me encanta tu blog!

Hisae dijo...

Me gusta la sencillez de este poema.
Me parece simplemente transcribir un pensamiento según nace...

Carlos Castedo dijo...

Es una descripción tan cuidada y sencilla que parece que no ha sido trabajada. Admirable.