jueves, 6 de octubre de 2011

[le sorprende al viajero]

le soprende al viajero
en medio del camino
la no-esperanza
trampa izquierda de los zapatos

solo y nada
nadie
rodea la hoguera

busca entre las piedritas
del bolsillo la luz
que mantiene la rabia del mundo
no haya el viajero
ríncón
para el descanso de la memoria

Jesús Ge. Pero no el camino (2011).

lunes, 22 de agosto de 2011

Paisaje visto desde el saxo de John Coltrane

Los monjes del alcohol pasan el día en las calles y al anochecer regresan a sus monasterios de cartones rasgados.
Ya no buscan el retiro para ser anacoretas; toda la urbe es lugar solitario, porque los paseantes y conductores de automóviles circulan a una velocidad de viento repentino.
Los monjes se saludan levantando su muerte embotellada.
Se acercan algunos fieles que les sirven cucharadas del cuerpo de un dios diluido en humeante sopa industrial.


Francisco Javier Irazoki. Los hombres herméticos (2006).

viernes, 22 de julio de 2011

[No me culpes]

No me culpes:
vi luz en tu alma y entré...
Es cierto,
no toqué timbre,
no golpeé.
Supuse que esperabas mi llegada.
Lo siento.
Si prejuzgué,
fue sin mala intención,
debes creerlo.

Como sea, estoy aquí:

                    prepárate.

Raquel Garzón.

miércoles, 20 de julio de 2011

Telegrama a tu ancianidad

Si por temor o por incertidumbre
esta noche no empujas esta puerta
tras la que está desnuda ya y despierta
la prohibida mujer llena de lumbre

te juro que después cuando seas viejo
y un día mires tu cara y tu memoria
brotarán hacia ti desde esta historia
culebras que te espanten el espejo

Félix Grande. Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978).

martes, 19 de julio de 2011

[En voz baja decir, amor, tu nombre]

VII

En voz baja decir, amor, tu nombre,
junto a ti, a tus oídos, a tu boca.
Y ser ese animal
feliz que junta sus mitades.
En voz baja o sin ella, muda
la boca revertida a su unidad:
silencio inaugural que a verbo y carne
otorga nueva vida.
Los ojos, ciegos, de regreso al todo:
luz revelando mundos
como fueron o son, como serán.
Vueltos a ser alegría del otro,
uno consigo mismo en compañía.
Una vida otra: la tuya; tan amada.
Volver a ser origen sin tristeza
o dolor, sin miedo, sin nostalgia, o con ellos:
tú y yo, nuestros recuerdos y cenizas.

Pablo Armando Fernández. Suite para Maruja (1978).

viernes, 15 de julio de 2011

[Tiene la tarde un gesto de caballo]

Tiene la tarde un gesto de caballo
sorprendido en carrera. La estación
se descalza y ofrece
tulipanes abiertos
rojas resurrecciones efímeras.

Debe ser esto el tiempo:
el azar o la huida.

Ada Salas. Arte y memoria del inocente (1987).

lunes, 11 de julio de 2011

Nunca terminaré de amarte

Y de lo que me alegro,
es de que esta labor tan empezada,
este trajín humano de quererte,
no lo voy a acabar en esta vida;
nunca terminaré de amarte.
Guardo para el final las dos puntadas,
te-quiero, he de coser cuando me muera,
e iré donde me lleven tan tranquila,
me sentaré a la sombra con tus manos,
y seguiré bordándote lo mismo.
El asombro de Dios seré, su orgullo,
de verme tan constante en mi trabajo.

Gloria Fuertes.

martes, 28 de junio de 2011

[Oh, náyade, nereida, ninfa, sirena, tía]

Oh, náyade, nereida, ninfa, sirena, tía
buena reproducida
todo color tamaño
casi natural muslos
apetitosos anunciando
un producto, pongamos,
anticongelante, verbi gratia
gratia plena de ganas de comerte
poseerte en pleno escaparate

lo malo es que sabemos que nuestro atrevimiento
lo pagaría el seguro
y mucho peor saber que nuestro muerdo
no iba a encontrar una manzana viva
sino más bien sabor de cartonpiedra
y una falsa apariencia de relieve carnal
en la litografía
y acabamos comprando cualquier cosa
en desagravio, buenas tardes,
por nuestros malos pensamientos.

Aníbal Núñez. Fábulas domésticas (1972).

sábado, 18 de junio de 2011

[Una a una desmonté las piezas de tu alma]

Una a una desmonté las piezas de tu alma.
Vi cómo era por dentro:
sus suaves coyunturas,
la resistencia esbelta de tus trazos.
Te aprendí palmo a palmo.
Pero perdí el secreto
de componerte.
Sé de tu alma menos que tú misma,
y el juguete difícil
es ya insoluble enigma.

Gerardo Diego. Soria (1948).

jueves, 16 de junio de 2011

A las ruinas de Nueva York

Estos, Fabio, ¡ay dolor!, etc.

Esta, niños, ciudad que veis ahora
a los vientos errantes ofrecida,
con blanca furia y llama dirigida
de otros tiempos cruel gobernadora,

rindió por fin su lanza retador
y hoy yace en rota piedra convenida,
Nueva York, en el siglo conocida
por puta mucho más que por señora:

Aquí Broadway lució su rica empresa,
la Bolsa dilató su griterío
y la virtud murió golpeada y presa.

Este desierto páramo sombrío
a guardar no alcanzó reliquia ilesa,
sino la sangre, enorme como un río.

Nicolás Guillén. La rueda dentada (1972).

lunes, 13 de junio de 2011

He ahí

No te imagino heroica
Tampoco en vano

Déjame al ir
Velarte
Sin dar tu nombre

Virtud de no estar nunca
Lo suficiente

En cualquier parte

José Miguel Ullán. Razón de nadie (1994).

lunes, 6 de junio de 2011

[Cuando me paro a contemplar mi estado]

Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por donde he venido,
me espanto de que un hombre tan perdido
a conocer su error haya llegado.

Cuando miro los años que he pasado,
la divina razón puesta en olvido,
conozco que piedad del cielo ha sido
no haberme en tanto mal precipitado.

Entré por laberinto más extraño,
fiando al leve hilo de mi vida
el tarde conocido desengaño;

más de tu luz mi escuridad vencida,
el monstruo muerto de mi ciego engaño,
vuelve a la patria, la razón perdida.

Lope de Vega. Rimas sacras (1614).

viernes, 27 de mayo de 2011

Guitarra

Esa cadera y codo en catarata.
Esa pelvis de aire y de madera,
su luna de brocal o de pulsera.
Su femenina indefensión de cata.

Un caracol de dedos le dilata
su jungla lineal de cabellera.
Y el bordón es un pájaro que espera
unos tallos de viento y hojalata.

Rasgada entre los bucles del fandango,
subiendo un chamariz de seguiriya
o muerta de abandono por el tango.

Sajada en espirales de boleros,
nudo rizado, música en anilla
pulsos entusiasmados de jilgueros.

Rafael Duarte. Los viejos mitos del asombro (1982).

jueves, 26 de mayo de 2011

[Una tapia te impide seguir]

Una tapia te impide seguir.
                                         Vas y la saltas.
Le has trepado la cal.
Separas unas tejas.
Ya estás al otro lado de la tierra:
esto es la estepa del amanecer.
Te sabes solo y gozas tu abandono.
Quieres morir aquí también, por qué.
Quieres morir. Pero ahora sin palabras.
Tocar las piedras y morir.
Llevarte en la mirada este despojo.
Hojas de cardo ni siquiera, no.
Caliza de los cerros ni siquiera,
ni estos abetos de este valle, no.
Patria recuperada, sola tierra
callada,
tiéndete aquí a morir,
ya regresado al universo.

Arcadio Pardo. Vienes aquí a morir (1980).

miércoles, 25 de mayo de 2011

La caricia

La tarde taciturna se borraba
En medio de una calma dulce y quieta,
Y entre la sombra azul de la glorieta
El palor de la luna se filtraba.

Tu mano, toda nervios, deshojaba
Las flores de un rosal con una inquieta
Impaciencia, que a veces a la secreta
Impulsión de un deseo apresuraba.

Y al cortar una rosa blanca y suave,
Que era como una palpitante ave
Que el azar en tu mano hubiera preso,

Con paso cauteloso te acercaste,
Por los ojos de la rosa me pasaste
Y yo sentí la sensación de un beso.

Juana de Ibarbourou. Las lenguas de diamante (1919, 1923 y 1927).

martes, 24 de mayo de 2011

[Te siento único tronco, madre mía]

Te siento único tronco, madre mía,
unido a ti en la sed que nos separa,
capaz de engrandecer, de hacer más clara
tu vida en mi incompleta melodía.

Recuerdo vivo siempre es la alegría
serena que mi nieve, entraña clara,
cubriendo tu morada me depara
si logra recrearte como ansía.

Diste a mi ser, confianza permanente,
todo el secreto fértil de tu vida,
cantando en ti la tierra plenamente.

¡Oh causa de mi sangre preferida!
Te encuentro en mi canción eternamente,
sintiéndote raíz enriquecida.

Enrique Azcoaga. El canto cotidiano (1943).

lunes, 23 de mayo de 2011

Niña

                                    A Laura Elena

Nombras el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento,
alto descubrimiento,
hasta volvernos verde la mirada.

Nombras el cielo, niña.
Y las nubes pelean con el viento
y el espacio se vuelve
un transparente campo de batalla.

Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
brilla en las hojas, habla entre las piedras
y en húmedos vapores nos convierte.

No dices nada, niña.
Y la ola amarilla,
la marea de sol,
en su cresta nos alza,
en los cuatro horizontes nos dispersa
y nos devuelve, intactos,
en el centro del día, a ser nosotros.

Octavio Paz. Bajo tu clara sombra (1935-1944).

miércoles, 18 de mayo de 2011

Égloga del naúfrago

                          5

Desnúdame sin espejos,
donde olvide mi nombre, el destino,
los trajes inútiles del mundo,
donde sólo seamos mañana de nuestros silencios
cuando en el cuerpo surjan perfumes de luna,
dentro de la sangre,
y una cosecha de lirios lejanos
cubra los senderos.
Las huellas ya no son sino llagas,
llagas de arena cerradas por el agua del naufragio,
mientras tu brazo es como un río
que me arrastra hacia el centro del mar.
¿No sientes tú también en los párpados
estas estrellas que pesan
y tienen forma de playa?
... Y seríamos caminantes perdidos,
y el mundo irradiaría una luz inédita,
y volaríamos como pájaros buscando el mediodía...
-Cuando nadie llore en nuestras estancias-.
Más allá del mundo y de las islas,
en la cima de la nada transitoria,
donde la muerte es como una sonrisa que desdeña,
vendrán las horas henchidas de manantiales jóvenes,
cuando tu mirar, príncipe de las umbrías,
acoja mis pasos silenciosos.
El beso fue grave,
grave como la pluma del cisne.
Y naufragio o gozo
sólo son horizontes de pluma
para las alas infatigables del hombre.

Germán Bleiberg. Más allá de las ruinas (1947).

lunes, 16 de mayo de 2011

[La luz siempre madruga]

La luz siempre madruga
desde la plaza diaria
donde se detiene el asombro
puntual de todo lo que existe
y por eso tú lo sabes
caminas hasta allí
y acaricias a un pájaro
y es el calor tan dentro del abrigo
y tan exacto
como aquel árbol indolente
y ajeno
que no repara en el trasiego
pero contempla
como el hombre que no sabe nombrarlo
pero que mira
como estás tú mirando
y es el oficio de esta tierra
redonda
lo que habita esta plaza que deviene
frente a tus ojos
trasunto vivo
de la contemplación.

Enrique Ortiz. Extraño abordaje (1993).

domingo, 15 de mayo de 2011

[Princesa prisionera de la nada]

Princesa prisionera de la nada,
princesa prisionera de la suerte,
princesa prisionera de la muerte,
princesa prisionera en la mirada.

Princesa de la noche de la espada,
princesa de la noche de lo inerte,
princesa de la noche que se vierte,
princesa sin amor y enamorada.

La luz de tu tristeza de princesa
brilla en la claridad de este lamento,
es luz que no comienza y que no cesa.

La luz de tu belleza de princesa
brilla en la eternidad de este momento;
princesa del horror de ser princesa.

Juan Eduardo Cirlot. 44 sonetos de amor (1971).

sábado, 14 de mayo de 2011

Tiempo desolado

II

La carcajada cruda
de un tiempo de desfiles y crímenes; la historia
que aprendimos de niños
como un cuento feroz. Aquellos días de marzo
llenos de amaneceres y alfileres; y con estrellas
cuya luz de navaja y de frío
fue traición. La muerte
sobre la muerte hallada en postura de amor. ¿Cómo
no ver la imagen de la vida, el gesto de unos años en esa
luz de color descalzo como el agua del río?
¿Quién desanda el camino? ¿No es esta
claridad en desorden, la evidencia de un tiempo
de dolor y deshonra?

Diego Jesús Jiménez. Bajorrelieve (1990).

viernes, 13 de mayo de 2011

[No me mires así a los ojos, hijo mío]

No me mires así a los ojos, hijo mío,
no quiero que me arranques mi secreto,
y cuando yo te falte
sea el veneno de tu pobre vida.
Nunca, nunca la sombra de tu padre
te vele el sol de la alegría dulce.
¿Alegría te dije?
No, no te quiero alegre,
pues en la tierra
para vivir alegre
menester es ser santo o ser imbécil.
De imbécil, Dios te libre,
y de santo... ¡no sé que decirte!

Miguel de Unamuno. Poesías (1907).

martes, 10 de mayo de 2011

El poeta a su amada

Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.

En esta noche rara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos dormiremos, como dos hermanitos.

César Vallejo. Los heraldos negros (1918).

lunes, 9 de mayo de 2011

[Qué importa que tu puñal]

¿Qué importa que tu puñal
se me clave en el riñón?
¡Tengo mis versos, que son
más fuertes que tu puñal!

¿Qué importa que este dolor
seque el mar, y nuble el cielo?
El verso, dulce consuelo,
nace alado del dolor.

José Martí. Versos sencillos (1891).

domingo, 8 de mayo de 2011

Lujuria

Cuando murmuras con nervioso acento
tu cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca
y recojo en los besos de tu boca
las abrasadas ondas de tu aliento.

Cuando más que ceñir, romper intento
una frase de amor que amor provoca
y a mí te estrechas delirante y loca,
todo mi ser estremecido siento.

Ni gloria, ni poder, ni oro, ni fama,
quiero entonces, mujer. Tú eres mi vida,
ésta y la otra si hay otra; y sólo ansío

gozar tu cuerpo, que a gozar me llama,
¡ver tu carne a mi carne confundida
y oír tu beso respondiendo al mío!

Joaquín Dicenta.

sábado, 7 de mayo de 2011

Oración por Marilyn Monroe

Señor:
recibe a esta muchacha conocida en toda la tierra
      con el nombre de Marilyn Monroe
aunque ese no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita
      violada a los nueve años
y la empleadita de tienda que a los dieciséis se había
      querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún
      maquillaje
sin su agente de prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos,
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda
      en una iglesia
                          (según cuenta el Time)
ante una multitud postrada, con las cabezas
      en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar
      las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno,
pero también algo más que eso...
Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo
      el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th
      Century Fox.
El templo -de mármol y oro- es el templo de su cuerpo
en el que está el Hijo del Hombre con un látigo
      en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th
      Century Fox
que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones.

Señor:
en este mundo contaminado de pecados y radioactividad,
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda
      soñó ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad (pero como la realidad
      del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos
-el de nuestras propias vidas- Y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esta Colosal Super-Producción en la que todos
       hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecíamos
       tranquilizantes
para la tristeza de no ser santos
                           (se le recomendó el Psicoanálisis).
Recuerda, Señor, su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje -insistiendo
       en maquillarse en cada escena-,
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor la impuntualidad a los estudios.
Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un
       psiquiatra interpreta y archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
                         ¡y apagan los reflectores!
y desmontan las dos paredes del aposento (era
       un set cinematográfico)
mientras el director se aleja con su libreta
                         porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur,
       un baile en Río,
la recepción en la mansión del duque y la duquesa
       de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano
       en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como alguien que ha marcado el número de la
       única voz amiga
y oye tan sólo la voz de un disco que le dice:
       wrong number.
O como alguien que herido por los gángsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor :
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el
      Directorio de Los Ángeles),
                         ¡contesta Tú el teléfono!

Ernesto Cardenal. Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965).

viernes, 6 de mayo de 2011

[A veces el amor tiene caricias]

A veces el amor tiene caricias
frías, como navajas de barbero.
Cierras los ojos. Das tu cuello entero
a un peligroso filo de delicias.

Otras veces se clava como aguja
irisada de sedas en el raso
del bastidor: raso del lento ocaso
donde un cisne precoz se somormuja.

En general, adopta una manera
belicosa, de orcas y cuchillos,
de lanza en ristre o de falcón en mano.

Pero es lo más frecuente que te hiera
con ojos tan serenos y sencillos
como un arroyo fresco en el verano.

Antonio Carvajal. De un capricho celeste (1988).

jueves, 5 de mayo de 2011

Parusía impura

En medio de un calor boca de infierno
con sol en maremoto y fruta sin aliento,
comer el cuerpo vivo entre la música
del aire abrasador y junta lenguas
para mayor agua. Viñas de slip azul
y liquen en tobillos, y cántico de pelo
negro sobre los ojos más bellos del verano.
Morder la dura esencia de la carne,
donde el agua se escurre y los metales hierven
y comprobar en un rincón (quizá) sobre
la hierba, que el fuego de su piel es leche tibia
y el eros núbil de oro una lengua de uvas,
ahí, en el palacio vello donde quema el agua.

Luis Antonio de Villena. Huir del invierno (1981).

miércoles, 4 de mayo de 2011

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno."

Luis Alberto de Cuenca. El hacha y la rosa (1993).

viernes, 29 de abril de 2011

martes, 26 de abril de 2011

Carta del suicida

Juro que esta mujer me ha partido los sesos,
porque ella sale y entra como una bala loca,
y abre mis parietales, y nunca cicatriza,
así sople el verano o el invierno,
así viva feliz sentado sobre el triunfo
y el estómago lleno, como un cóndor saciado,
así padezca el látigo del hambre, así me acueste
o me levante, y me hunda de cabeza en el día
como una piedra bajo la corriente cambiante,
así toque mi cítara para engañarme, así
se abra una puerta y entren diez mujeres desnudas,
marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen
unas sobre otras hasta consumirse,
juro que ella perdura, porque ella sale y entra
como una bala loca,
me sigue adonde voy y me sirve de hada,
me besa con lujuria
tratando de escaparse de la muerte,
y, cuando caigo al sueño, se hospeda en mi columna
vertebral, y me grita pidiéndome socorro,
me arrebata a los cielos, como un cóndor sin madre
empollado en la muerte.


Gonzalo Rojas. La miseria del hombre (1948).
Ayer falleció el genial poeta chileno a los 93 años.

lunes, 18 de abril de 2011

El último recurso

En los malos momentos, no os pongáis a llorar,
porque os harán callar
con la limosnita de un poco de pan.

En los malos momentos, decid que no entendéis.
Y tras escuchar,
decid, porque es verdad, que seguís sin entender.

Cuando os digan: "Caridad", vosotros decid: "Justicia",
porque pedís lo vuestro,
no descanso de conciencia para los que dormitan.

Cuando os digan que el problema va a estudiarse,
salid gritando a la calle
las razones que los justos llamarán irracionales.

Gabriel Celaya. [1966]

martes, 5 de abril de 2011

La intrusa

Como una nube sigilosa
que irrumpe en un cielo desierto,
venías a mí,
en aquella casa.
Mostrabas las perfectas
nalgas de tu culo, blanquísimos
pétalos de perfume húmedos,
segando así, con una luz extraña,
el silencio mío,
los libros sobre la mesa.

¿Qué hacías allí, como una flor abierta,
como una serpiente dormida,
como un libro que delira
encima de la mesa jeroglífica
de mi vida?

En el original

Com un núvol sigil.los
que irromp en un cel desert,
venies a mi,
en aquella casa.
Amostraves les perfectes
galtes del teu cul, blaquíssims
pètals de perfum humits,
segant així, amb una llum estranya,
el silenci meu,
el llibres damunt la taula.

¿Què hi feies, com un flor desclosa,
com una serp dormida,
com un llibre que delira
damunt la taula jeroglífica
de la meua vida?

Àngel Montesinos. Las flores patológicas / Les flors patològiques (2007).

domingo, 6 de marzo de 2011

[hay peldaños]

hay peldaños
envueltos en lágrimas
cantarle al agua
la tristeza de vestir
dos veces la misma ropa

secretos de mimbre
inmóviles
enarbolan un silencio
que va tejiendo
las edades de las sillas

el silencio de los objetos
y de las grietas en las paredes

el silencio como una semilla
en la plaza

silencio de ropa limpia
doblada sobre la mesa,


hay que beber secretos
engullir cada escalón
tragarnos las guitarras y las revistas
para que nunca
oigan los vecinos
el crepitar vergonzoso
de nuestras sartenes

Mar Benegas. Niña pluma Niña nadie (2010).

martes, 15 de febrero de 2011

El pensamiento

Una limosna para el pensamiento
una pobre limosna a esa desdicha
que alguien nos regaló seguramente
sin caer en la cuenta de que un día
no íbamos a saber qué hacer con el regalo.

Una limosna para el pensamiento
para esta desazón que nos acosa
que pregunta sin tino ni medida.
Pero nadie responde no hay respuestas.

Una limosna para el pensamiento
un óbolo para la incertidumbre que nos cubre
una ayuda un auxilio una palabra.

Francisca Aguirre. Historia de la anatomía (2010).

lunes, 14 de febrero de 2011

Muerte de la petenera

En la casa blanca muere
la perdición de los hombres.

Cien jacas caracolean.
Sus jinetes están muertos.

Bajos las estremecidas
estrellas de los velones,
su falda de moaré tiembla
entre sus muslos de cobre.

Cien jacas caracolean.
Sus jinetes están muertos.

Largas sombras afiladas
vienen del turbio horizontes,
y el bordón de una guitarra
se rompe.

Cien jacas caracolean.
Sus jinetes están muertos.


Federico García Lorca. Poema del cante jondo (1931).

sábado, 12 de febrero de 2011

El azahar

A Almudena y Francisco Díaz de Castro

De noche,
el contrabando
que la brisa promueve,
repentino,
ha empujado su aroma hasta mi cama.

Duele en perfume el mundo,
el mundo duele
en su delicadeza clandestina.

Hay un cañaveral,
escoltado de adelfas y cipreses,
que lleva a los naranjos por lo oscuro.
Cerca del mar.
Mi carne lo conoce.

La vida,
tan impune,
nos ciñe a la garganta un nudo de pena.

Esta furtiva noche enamorada
traspasa el corazón
con su espina de bálsamo y venenos.

Duele en perfume el mundo,
el mundo duele
con su fragancia equinoccial tan íntima.

Carlos Marzal. Fuera de mí (2004).

viernes, 11 de febrero de 2011

Fecha de la memoria

Grandes placeres en la ciudad del limo y la marea
sobrevivieron a raíz de las explosiones.
Acaso esperada fuese la terrible sinrazón de lo irascible,
cuando el tumulto abriera
la vieja costumbre recelosa del dolor ya olvidado.
Por eso se lanzaron, en una masacre popular,
hacia las playas.
Allí cavaron hoyos para el buscador de ovas,
para el buscador de nácar y coquinas,
para el joven que cultivó algas en días de asueto
y murió virgen como la mar;
hoyos para el rastero oculto en noches de almejas,
del cálido mar, fuente del mar
sin bóvedas de los hospitales,
mientras las cuadrillas de voluntarios al desastre
recogían los últimos gozadores del festín
ebrios de amor, cantando.

José María Velázquez. Ritos (1971).

miércoles, 9 de febrero de 2011

El calambre del mundo

Contémplalo, padécelo, disfruta;
no temas, que el dolor
es efímero también;
la luz se nos concede y se nos niega
con la misma vehemencia.

Siente sin fin el calambre del mundo,
cambia de fe, de disfraz, de premisas,
que no hay nada veraz y todo es cierto
y un grito es un susurro de repente,
y por fortuna el mundo
se está acabando ahora, mientras duermes.

Leopoldo Alas. La condición y el tiempo (1992).

martes, 8 de febrero de 2011

Lugar de paso

De vez en cuando la mirada sabe
que mira a ningún sitio; que el paisaje
total de lo vivido
tan solo fue paisaje de la memoria
(y el corazón un palabra escrita).
Por eso uno termina señalando
la última página de cada libro
con la tristeza artificial de alguna
lágrima urdida y se descarga
como quien lanza desde el coche
señales con la luz de largo alcance
por una carretera sin servicio.

La curiosidad
de las camas de hotel, a mediodía,
se parece al afán del usurero
en un barrio de pobres de ciudad;
el trazo
de un bolígrafo azul nos restituye
el horizonte de una edad lejana
y el cenicero exhibe la vergüenza
pública de su oficio.

Un lugar
de paso para el sueño, con su tinte
nocturno de concierto y de movida,
su papelera para la rutina
de andar siempre hacia un lado
definitivo
y esa línea imaginaria
que toca los extremos de la carne.

Javier Cano. Lugares para un exilio (2002).

lunes, 7 de febrero de 2011

Su sueño toca

Traste de ámbar por su sueño toca
y tiene en dura corona regodeo.
Botacillas, a lebrel y pájaro convoca
dulce verano de pinta y festoneo.

La hoja de oro, de tu cielo gota,
trocada en nuevo sueño deletreo.
En esta altiva hoja pronto agota
las mismas de malva y errante paladeo.

Por donde quiera, en hojas, tu albedrío,
hasta en el mar creciendo tu corona
y en cada hoja la estación de gloria

abre un castillo al ciervo del estío.
Y el más celeste junio vuelve y perdona
llamas al viento, nieve a la memoria.

José Lezama Lima. Enemigo rumor (1941).

viernes, 4 de febrero de 2011

[Como brisa de ahorcado]

Como brisa de ahorcado
mandrágora en exilio musgo ávido
abatimiento de carroña purísima
responsorio novena santo incólume y río
crecido en su condena
a dónde iré
mañana de predizas solas
segadores de avaras parihuelas
se cruzan con mi canto de ida
las dolorosas reaparecen muy tristes en las epidemias
y el trébol retrocede a donde sé
qué alergia de escrituras apaleadas
qué daño dañador
qué muerto
qué distancia en mi nuca
qué vuelo yerto cuaja en mi agonía
De golpe
todos los niños se alinean
la espantada milicia de las aves emigra más al sur
aquí entre llares reconozco mi tizne más amada
el traje de mi infancia de lobo
puesto que nuevo a solear sobre el celeste prado
aquí me dejaré agredir
volcado
sobre arenas y naipes
indefenso
querido
sordo
humano

José María Bermejo. Epidemia de nieve (1972).

jueves, 3 de febrero de 2011

Impuestos

Aumentas los impuestos,
pagas la lentitud de los escribas,
pules las armas de los fanfarrones
y celebras banquetes
en honor de los dioses
que encarecen el precio
de la carne en la plaza.
Nuestro ejército vuelve
derrotado y tú aumentas los impuestos.
Obras como el pastor avaricioso
y necio que confía
en obtener el doble de la lana
esquilando dos veces a la oveja.

Juan Carlos Suñén. Un hombre no debe ser recordado (1992).

miércoles, 2 de febrero de 2011

Prólogo

Recorrer las bifurcaciones de los días,
teniendo como meta
la conclusión que es punto de partida,
y es sólida y presente
en cada recodo del camino. Conformar
la línea nunca recta de una vida que avanza,
según su propio orden, siempre hacia delante.

Pero las almas que han sido torturadas
parten de más lejos,
su verdad
se bifurca en el inicio;
antes de la placenta, antes del mundo.

Vidas de días desordenados,
trazando un camino sin sentido.

Rebeca Álvarez Casal del Rey. Suponiendo la cicatriz como posibilidad de la herida (2010).

martes, 1 de febrero de 2011

Fue al pasar

Yo creí que tus ojos anegaban el mundo...
Abiertos como bocas en clamor... Tan dolientes
que un corazón partido en dos trozos ardientes
parecieron... Fluían de tu rostro profundo

como dos manantiales graves y venenosos...
Fraguas a fuego y sombra tus pupilas!... tan hondas
que no sé desde dónde me miraban, redondas
u oscuras como mundos lontanos y medrosos.

¡Ah, tus ojos tristísimos como dos galerías
abiertas al Poniente!... Y las sendas sombrías
de tus ojeras donde reconocí mis rastros!....

Yo envolví en un gran gesto de horror como en un velo,
y me alejé creyendo que cuajaba en el cielo
la medianoche húmeda de tu mirar sin astros!

Delmira Agustini. Cantos de la mañana (1910).

lunes, 31 de enero de 2011

Peregrino

¿Volver? Vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.

Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.

Luis Cernuda. Desolación de la quimera (1956-1962).

domingo, 30 de enero de 2011

La vida en vela

Si vivimos en vela,
si hemos sido en la altura al asomarnos,
si fuimos el temblor
bajo los cielos mudos,
las pacientes semillas en el yermo,
la palabra apretada en su decir,
¿qué será de las noches sin nosotros?

¿Quién será el que levante
sus ojos conmovidos
a los fríos espacios,
a las yertas estrellas?

José Iniesta Maestro. Bajo el sol de mis días (2010).

miércoles, 12 de enero de 2011

[El armador aquel de casas rústicas]

Mateo, cap. XIII, II - Corán III, 6

El armador aquel de casas rústicas
habló desde la barca:
ellos, sobre la grava de la orilla,
él flotando en las aguas.

Y la brisa del lago recogía
de su boca parábolas
ojos que ven, oídos que oyen gozan
de bienaventuranza.

Recién nacían por el aire claro
las semillas aladas,
el Sol las revestía con sus rayos,
la brisa las cunaba.

Hasta que al fin cayeron en un libro,
¡ay tragedia del alma!:
ellos tumbados en la grava seca,
y él flotando en el agua.

Miguel de Unamuno. (1930).

martes, 11 de enero de 2011

lunes, 10 de enero de 2011

[Olas gigantes que os rompéis bramando]

LII

Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!

Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!.

Llevadme, por piedad, a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!

Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas (1859-1870).