lunes, 31 de agosto de 2009

Elogio de lo irreparable

Sé involuntaria. Sé febril. Olvida
sobre la cama hasta tu propio idioma.
No pidas. No preguntes. Arrebata y exige.
Sé una perra. Sé una alimaña.

Resuella busca abrasa brama gime.
Atérrate, mete la mano en el abismo.
Remueve tu deseo como una herida fresca.
Piensa o musita o grita "¡Venganza!"

Sé una perdida, mi amor, una perdida.


En el amor no existe
lo verdadero sin lo irreparable.

Félix Grande. Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978).

domingo, 30 de agosto de 2009

Fe de vida

Sé que el invierno está aquí,
detrás de esa puerta. Sé
que si ahora saliese fuera
lo hallaría todo muerto,
luchando por renacer.
Sé que si busco una rama
no la encontraré.
Sé que si busco una mano
que me saque del olvido
no la encontraré.
Sé que si busco al que fui
no lo encontraré.

Pero estoy aquí. Me muevo,
vivo. Me llamo José
Hierro. Alegría. (Alegría
que está caída a mis pies.)
Nada en orden. Todo roto,
a punto ya de no ser.

Pero toco la alegría,
porque aunque todo esté muerto
yo aún estoy vivo y lo sé.

José Hierro. Alegría (1947).

sábado, 29 de agosto de 2009

Sábado

Me cuentan que darás el sábado una fiesta.
Champán y cena fría tomará la vanguardia
urbana y exquisita, la que nunca se acuesta
antes de que la escarcha releve de su guardia
a la noche rumbosa. ¿Sospechas cuánto cuesta
creer que no me invites o que en la retaguardia
del pasado confines un placer que molesta?
No sé si son de amor o simple taquicardia
estos latidos bravos. Los surcos del vinilo
acaso recuperen antiguas melodías
que en horas como ésa nos llevaban al hilo
ardiente de las sábanas. Pero no serán mías
las manos de este baile -dos arañas en vilo-
y serán diferentes tus días y mis días.

José Antonio Mesa Toré. El amigo imaginario (1991).

miércoles, 26 de agosto de 2009

Las caricias

¡Qué música del tacto
las caricias contigo!
¡Qué acordes tan profundos!
¡Qué escalas de ternuras,
de durezas, de goces!
Nuestro amor silencioso
y oscuro nos eleva
a las eternas noches
que separan altísimas
los astros más distantes.
¡Qué música del taco
las caricias contigo!

Manuel Altolaguirre. Soledades juntas (1931).

martes, 25 de agosto de 2009

Día para no estar

Vete, día maldito;
guarda bajo tus párpados de yeso la mirada de lobo que me olvida mejor;
camina sobre mí con tu paso salvaje, simulando un desierto entre el hambre y la sed,
para que todos crean que no estoy,
que soy una señal de adiós sobre las piedras; crueldad y sin misericordia
como si fuera ya la invulnerable,
aquella que sin pena puede probarse ya los gestos de los otros;
y tiéndete a dormir, bajo la ciega lona de los siglos,
el sueño en que me arrojas desde ayer a mañana:
esta escarcha que corre por mi cara.
Aun así, he de llegar contigo.
Aun así, has de resucitar conmigo entre los muertos.

Olga Orozco. Los juegos peligrosos (1962).

lunes, 24 de agosto de 2009

Las puertas

Al fondo de mí mismo hay cuatro puertas.
Desciendo por el pozo hacia los hondos
canales que me surcan. Pecho adentro
cruzo la oscuridad a ciegas. Voy
palpando las paredes. Ahora el aire
es más puro. Vislumbro el resplandor:

la puerta del jardín de los deseos,
la puerta del instante prodigioso,
la puerta de la infancia recobrada.

Huele a ausencia de pronto un viento frío.
Siento a mi espalda un hueco inpenetrable:
por las hondas rendijas de tinieblas
mana un silencio atroz. Detengo el paso.

Mientras florezcan firmes mis deseos
y me aguarde el instante y el prodigio
y la luz en los patios de la infancia,
no cruzaré el umbral, la cuarta puerta,
no pisaré esa nada imponderable.

Eduardo García. Horizonte o frontera (2003).

jueves, 20 de agosto de 2009

Estados de ánimo

A veces me siento
como un águila en el aire.
(de una canción de PABLO MILANÉS)


Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas

unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas

pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones

una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces

sereno en mi confianza
confiado en que una tarde
te acerques y te mires
te mires al mirarme.

Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida (1995).

miércoles, 19 de agosto de 2009

[En el balcón, un momento]

En el balcón, un momento,
nos quedamos los dos solos;
desde la dulce mañana
de aquél día, éramos novios.

El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.

Le dije que iba a besarla;
la pobre bajó los ojos
y me ofreció sus mejillas
como quien pierde un tesoro.

Las hojas muertas caían
en el jardín silencioso,
y en el aire fresco erraba
un perfume de heliotropo.

No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.

Juan Ramón Jiménez. Rimas (1902).

martes, 18 de agosto de 2009

Si el hombre pudiera decir

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia.
Si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda. Los placeres prohibidos (1931).

lunes, 17 de agosto de 2009

[Desnuda bajo sombras que atestigua]

Desnuda bajo sombras que atestigua la peineta de luz de la persiana,
brillas como una perla cuya grana
el tiempo entre sus dedos averigua.

¡Quién te parase en tal matraz; oh antigua
y próxima, aire ayer, llanto mañana!
Eternos, tú y el sol de esa ventana
donde el mío en tu fuego se apacigua.

Mas sólo, ay, de recuerdos el presente
es fábrica; recuerdos, de ilusiones
que él destruye, cumpliendo hasta que sacia.

¿Cuándo esta hora y tú mismo, amor urgente,
habéis de anclar en mí? -Nuevos balcones
abriré a vuestro olor de vieja acacia.

Félix Ros. Elegía incompleta (1945).

domingo, 16 de agosto de 2009

Sonetos

Tuvo mi corazón, encrucijada
de cien caminos, todos pasajeros,
un gentío sin cita ni posada,
como en andén ruidoso de viajeros.

Hizo a los cuatro vientos su jornada,
disperso el corazón por cien senderos
de llana tierra o piedra aborrascada,
y a la suerte, en el mar, de cien veleros.

Hoy, enjambre que torna a su colmena,
cuando el bando de cuervos enronquece
en busca de su peña denegrida,

vuelve mi corazón a su faena,
con néctares del campo que florece
y el luto de la tarde desabrida.

Antonio Machado. Nuevas canciones (1924).

sábado, 15 de agosto de 2009

Bajo tus miradas

Es bajo tus miradas donde nunca zozobro;
Es bajo tus miradas tranquilas donde cobro
Propiedades de agua; donde río, parlera,
Cubriéndome de flores como la enredadera.

Es bajo tus miradas azules donde sobro
Para el duelo; despierto sueños nuevos y obro
Con tales esperanzas, que parece que hubiera
Un deseo exquisito dictado Primavera:

Tener el alma fresca, limpia; ser como el lino
Que es blanco y huele a hierbas. Poseer el divino
Secreto de la risa; que la boca bermeja
Persista hasta el silencio postrero, bella, fuerte,
¡ Y libe en la corola suprema de la Muerte
Con su última abeja!

Alfonsina Storni. El dulce daño (1918).

viernes, 14 de agosto de 2009

Vas y venís

A Luz

De carrasco a aeroparque y viceversa
vas y venís con libros y bufandas
y encargos y propósitos y besos

tenés gusto a paisito en las mejillas
y una fe contagiosa en el augurio

vas y venís como un péndulo cuerdo
como un comisionista de esperanzas
o como una azafata voluntaria
tan habituada estás a los arribos
y a las partidas un poquito menos

quien iba a imaginar cuando empezábamos
la buena historia hace veinticinco años
que en una apartamento camarote
donde no llega el sol pero vos sí
íbamos a canjear noticia por noticia
sin impaciencia ya como quien suma
y cuando te dormís y yo sigo leyendo
entre cuatro paredes algo ocurre

estás aquí dormida y sin embargo
me siento acompañado como nunca.

Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida (1995).

domingo, 2 de agosto de 2009

De vino y rosas

Yo he sido una promesa y he brillado.
Estuve en pie de guerra en las cantinas
brindando con amigos por proyectos
estelares que nunca se cumplieron.

Me ves aquí riéndome de todo;
y en ésta, elemental y mortecino.

Después de todo, hasta lo encuentro tierno.
¡Yo que iba a prometer! ¡Y me creyeron!

Leopoldo Alas. La condición y el tiempo (1992).

sábado, 1 de agosto de 2009

Hazlo ahora

Muchacha si le amabas
no te vayas así di que te esperan
que debes regresar pero que estás
alegre por las horas que has vivido
como dentro de un sueño;
declárale que a veces pensarás
en su rostro de lluvia
en sus papeles o en su fantasía:
hazlo ahora aún es tiempo
ya que quizá algún día mientras busques
amparo en otros brazos
te acuerdes de él con repentino amor
y no puedas llorar aunque lo intentes.

José Agustín Goytisolo. A veces gran amor (1981).