jueves, 31 de julio de 2008

[Soneto XXIII]

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.

Garcilaso de la Vega (1501?-1536). Publicado en 1543.

miércoles, 30 de julio de 2008

Las balas

La carretera duraba nueve curvas
y quince fríos minutos,
hasta el muelle de los barcos grandes,
presas de nuestros revólveres.
Y disparábamos contra el hierro
como aves felices, lejanas,
blancas como un secreto de mar.
Recuerdo que ya imaginábamos
que atestiguar la infancia
resultaría penoso y ocre,
y con el saber del tiempo invertido
manejábamos con destreza las balas.

Lorenzo Plana. La historia de Silly Boy (1991).

martes, 29 de julio de 2008

[Con él no tengo propiamente trato]

Con él no tengo propiamente trato
ni intercambio jamás ningún saludo.
Pero le espío cada vez que sale,
miro que no se halle donde se halla
y así no descubro su cuerpo. Descubro
el hueco abandonado de su cuerpo.
Del otro sólo conozco que está fuera,
lo que es un relativo saber y sin objeto.
No averiguo de él más que su ausencia.

Esperanza López Parada. Los tres días (1994).

lunes, 28 de julio de 2008

Mi primer bikini

Sólo yo sé cuándo sobrevivimos.

Lo sé porque mis dedos
se transforman en lápices de colores.
Lo sé porque con ellos
dibujo en las paredes de tu casa
mujeres con rostro de epitafio.

Porque, a la caricia de la punta,
comienza el derrame de los cimientos
formando arco iris en la noche.
Porque, al escribir testamentos
en el suelo, se remueven las vísceras
de azúcar, y trepan tus raíces.

Grabo versos de colores fríos
en tu piel, de arquitrabe a basa,
y les llueve y los diluye, y compruebo
que la lluvia suena como hacen al caer
las canicas brillantes y naranjas
que cambiaba en el patio de recreo,
poco antes de calzar mi primer bikini.

Hoy guardo las canicas, como un apagado
tesoro, en los huecos de otras espaldas.

Pinto también en la terraza de enfrente
un jardín de lápidas cálidas y hermosas.
Trazo como una medusa de bronce,
un paraíso de cadenas hendiendo en mantillo
el valle diminuto que proclama que es frágil
y, sin embargo, dirás tú, sobrevive.

Elena Medel. Mi primer bikini (2002).

domingo, 27 de julio de 2008

Pasión de afecto

En el amor fatal no brilla el pensamiento.
La mente se coagula cuando la sangre estalla.
Vuelve sombrío el ingenio y sin gracia
la fatuidad fanática del fuego.
Yo creo en un amor clarividente,
una efusión borracha de prudencia,
el fruto que se alcanza, las flores del desierto.

El riesgo y la pasión están en el afecto,
en un miedo común al abrazarse.
Dormidos, compartir el mismo sueño.
Despiertos, afilar las diferencias.
Amor que no se abisma ni se engaña,
amor que se resuelve en transparencia.

Leopoldo Alas. La posesión del miedo (1996).

sábado, 26 de julio de 2008

El arte de la sombras

Me abrías descalza, ausente, ensimismada,
la puerta del jardín, el arte de las sombras.
Perseguirte al amor era costumbre
entre flores exóticas, hacia ignotas ciudades.
Era el jardín el mar, y lo surcábamos:
las naves detenidas, los fuegos de Santelmo,
el precioso oleaje, las sirenas
fingiendo que cantaban
(y era un antiguo disco impresionista).
Ante tal artificio, ante tanta impostura,
frente a la falsedad de jaspes y de yedras,
eras tú misma la que abrías de nuevo
la inexanta cancela de vergel tan equívoco.

Juan Lamillar. El arte de las sombras (1991).

viernes, 25 de julio de 2008

La muralla

Nicolás Guillén incluyó en La paloma de vuelo popular: Elegías (1958) el poema La muralla:

Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
los negros sus manos negras,
los blancos sus manos blancas.
Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- Una rosa y un clavel...
- ¡Abre la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- El sable del coronel...
- ¡Cierra la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- La paloma y el laurel...
- ¡Abre la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- El alacrán y el ciempiés...
- ¡Cierra la muralla!

Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla...

Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa,
allá sobre el horizonte...

En 1976 Ana Belén editó La paloma del vuelo popular que adaptaba varios poemas de Nicolás Guillén musicalizados por Sergio Aschero, Víctor Manuel y Rosa León. La muralla, grabada primeramente por el grupo chileno Quilapayún, la cantaba en ese disco en solitario, pero alcanzó la gloria en directo a dos voces.

En este vídeo los podemos ver a principios de los ochenta junto a Nicolás Guillén.



Esta es la versión de Ana y Víctor:

Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
los negros sus manos negras,
los blancos sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa,
allá sobre el horizonte.

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- Una rosa y un clavel...
- ¡Abre la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- El sable del coronel...
- ¡Cierra la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- La paloma y el laurel...
- ¡Abre la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- El alacrán y el ciempiés...
- ¡Cierra la muralla!

Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla...

Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa,
allá sobre el horizonte...

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- Una rosa y un clavel...
- ¡Abre la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- El sable del coronel...
- ¡Cierra la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- La paloma y el laurel...
- ¡Abre la muralla!

- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- El alacrán y el ciempiés...
- ¡Cierra la muralla!

Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla...

Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla...

jueves, 24 de julio de 2008

Casinos

Caminos de esos pueblos en las tardes lluviosas
llenos de aburrimiento. Penumbrosos salones
donde se habla de hectáreas. Arañas. Polvorientos
jarrones. Soñolencia. Tableros de ajedrez.
Abecés atrasados con el papel ya flojo
de haber sido leídos por demasiadas manos.
Eternidades. Siempre la luz molesta. Grandes
sillones con gutapercha roja. Cortinones
espesos y testeros color café con leche.
Socios. Conversaciones de adulterio o de duros.
¡Casinos de esos pueblos donde se huele a establo,
a loción de barbero y a suelos con lejía!
Sólo tenéis de intacto la mesa de billar;
su verde luminoso de pradera, las bolas
buscándose infinitas, sin repetirse nunca
como la vida humana, advierten al que llega
a vosotros, que sólo lo trascendente pasa,
que sólo lo fugitivo permanece y dura.

Andrés Trapiello. La vida fácil y otros poemas (1985).

miércoles, 23 de julio de 2008

La aurora

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible:
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados:
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.

Federico García Lorca. Poeta en Nueva York [1929-1930] (1940).

martes, 22 de julio de 2008

Órbita de mi sueño

De nuevo he preguntado;
serenamente al sol, por mi alegría
y otra vez ha escondido
en la noche su voz sin responderme.

Entonces me acerqué misterioso
a la anchurosa boca de la sombra;
pregunté por mi muerte
y me mojé los ojos con su olvido...

Nadie me respondió.
Me volví al mundo...

Ahora ruedo cautivo
en la lágrima de un sueño,
expuesta ya por siempre a la burla de los hombres
la plenitud de mi desesperanza.

Emilio Prados. Jardín cerrado (1946).

lunes, 21 de julio de 2008

No era el azar

Extraño como la sonrisa de un bisturí.
Íntimo como un ojo sin párpado abierto en nuestra mano.
Deslumbrante como el rumor del paso de un unicornio.
Fiel como la súbita seda negra del miedo.
Terrible como el brillo de la espada de fuego de un arcángel.
Sumiso como las olas que rompen contra la playa de un pecho.
Devastador como la claridad de una mirada en un espejo roto.
Inevitable como la herida hecha de lluvia en un corazón de piedra,
el amor llega un día a nuestra vida y nosotros no estamos.

Abelardo Linares. Panorama (1995).

domingo, 20 de julio de 2008

Biografía

No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.

¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica, te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¿Ay sí, no respirar? Dar el no a todos los nos.
Y descansar: Morir.

Gabriel Celaya.

sábado, 19 de julio de 2008

Me persiguen

Me persiguen
los teléfonos rotos de Granada,
cuando voy a buscarte
y las calles enteras están comunicando.

Sumergido en tu voz de caracola
me gustaría el mar desde una boca
prendida con la mía,
saber que está tranquilo de distancia,
mientras pasan, respiran,
se repliegan
a un instinto de ausencia,
los jardines.

En ellos nada existe
desde que te secuestran los veranos.
Sólo yo los habito
por descubrir el rostro
de los enamorados que se besan,
con mis ojos en paro,
mi corazón sin tráfico,
el insomnio que guardan las ciudades de agosto,
y ambulancias secretas como pájaros.

Luis García Montero. Diario cómplice (1987).

viernes, 18 de julio de 2008

Fuga

La luz, al menos, es la misma,
ligera y fiel,
y el viento echa a perder los nomeolvides
que ella cuidó disciplinada. Buscaré
dóciles ideales para matar el suyo
de abandono. El perdón
obsceno luce un quiste:
la idea del regreso.

Sus quejas vegetales, me repito,
y, aunque, no explica, da seguridad.

Tomo impulso.
Cubre las azoteas humo
blanco. Los sentimientos,
como el aire, están llenos de microbios.
Por todas partes.

Carlos Pardo. Desvelo sin paisaje (2002).

jueves, 17 de julio de 2008

Renunciación

Lo quiso todo o nada.
Por eso dejó todo:
para tenerlo todo.

Qué sentirá. Qué cifra
ordenará su mundo,
revelará sus seres.

Qué esfinge arranca ahora
al arpa sideral
arquitecturas músicas.

Y cómo ramas, nubes,
granos de sol, enjambres
de lluvia, romperán

contra su trono de oro,
salpicarán su báculo
del alba de las nadas...

José Hierro. Libro de las alucinaciones (1964).

miércoles, 16 de julio de 2008

El guardián de lo pequeño

Franz Kafka aseguraba que hay esperanza,
mucha, una infinita esperanza: sólo que no
para nosotros. Walter Benjamin afirmaba que
sólo nos es dada la esperanza por los privados
de cualquier esperanza. ¿Y usted qué opina?

A todos los que queréis estrecha la vida,
recortar la vida, cercenarle los arcos a la vida,
arriar las velas rojas del galeón fantasma,
sacar del agua a los caballos: os digo que seréis derrotados.

No por la fuerza senescente de los escarnecidos,
no por el septentrión ingenuo de los adoradores,
ni por los masacrados molinos de la generosidad.
Sino por los malentendidos que creeréis haber desentrañando,

las paradojas que torcerán las herramientas de la maldad,
las minucias que dejaréis a vuestra espalda
y resultarán ser -no sé por qué os sorprende-
las alamedas tan flexibles de la resistencia.

¿Esperanza
vestigial, residual? No sabéis
lo que es la esperanza.
Ésa fue siempre toda la esperanza.

¿Perdimos la cabeza? Conservamos la voz.
De un solo grano se yergue la voz toda.
Y una voz vale la ausencia de cabeza
si en alta mar peligran las columnas del mundo.

Jorge Riechmann. La estación vacía (2000).

martes, 15 de julio de 2008

Sueño con cuchillos

Camino por un bosque de cuchillos.
Sus mangos enterrados
levantan la amanenaza del acero.
Avanzo con cautela, sin saber
adónde me dirijo. El aire borra
a mi espalda mi rastro, lo confunde.
Al eco de mis pasos
se vuelven los cuchillos hacia mí,
girasoles de sombra agazapada...

Despierto. Abro los ojos:
el vaos en la mesilla, tu cuerpo junto al mío,
la casa en calma. Es el amanecer.
Vuelvo a cerrar los ojos, miro adentro:

Un bosque de cuchillos me contempla.
No es el bosque del sueño. Tiene una luz más honda
y conoce mi nombre y su penumbra.
Sus filos brotan hacia mí, el clamor
del acero:

la angustia de los días
transcurridos a ciegas por un túnel
en la lenta tortura del reloj,
el pavor de las noches
aguardando el gemido de un teléfono:
noticias de una vida
suspendida entre luz y oscuridad.

Y de pronto el silencio.
Se reflejan mis ojos en sus hojas.
Suena el teléfono:

Saltan
sobre mí.

Eduargo García. Horizonte o frontera (2003).

lunes, 14 de julio de 2008

Para la libertad

Popularizada por Joan Manuel Serrat, Para la libertad es la segunda parte del poema El herido, incluido en el poemario El hombre acecha (1937-1939) de Miguel Hernández.

EL HERIDO

Para el muro de un hospital de sangre.

I

Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.

La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas sueñan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.

La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece y se halla.

Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.

Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no está herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!

Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía
de ensangrentadas puertas.

II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

En 1972 Joan Manuel Serrat edita Miguel Hernández, que incluye con algunas modificaciones la segunda parte. Este es el vídeo de su actuación en el Parque de Atracciones de Madrid en 1975.



Esta es la versión de Joan Manuel Serrat:
Para la libertad, sangro, lucho y pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
y aún tengo la vida.
Para la libertad, sangro, lucho y pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
y aún tengo la vida,
y aún tengo la vida.

domingo, 13 de julio de 2008

Lo que deja el olvido

Si el necesario olvido,
como el contagio de una llama,
tanto más cruento cuanto más tangible,
anuda sus tercos tentáculos
sobre la orilla inmensa de tu alma,
no lo dejes huir, acógelo
entre los muros que te cercan,
búscale un sitio dentro de tu sueño,
jamás le opongas alianza alguna
ni esquives su agresión con su memoria.

Mas si el olvido aquel, como el aliento
del salitre en las rocas, interminablemente
vuelve a surgir al par que escapa
y entre las grietas de los años deja
el sedimento puro de cuanto fue preciso
vivir, de aquello que quizá
constituya la clave y el reducto
de la esperanza humana y es la vida
(precisamente ella)
quien está convirtiéndolo en historia,
alza entonces contra el posible olvido
todo el poder que te transfiere
tu propia libertad, quebrántale
sus torrenciales cláusulas al tiempo,
que en la enterrada cifra
de todo lo vivido, su propio dardo oscuro
será tu más gustosa recompensa.

José Manuel Caballero Bonald. Las adivinaciones (1952).

sábado, 12 de julio de 2008

Una rebelación

Todo lo que has sentido: todo
lo que cantaste con palabras
si son sólo emociones tuyas
-vivencias tuyas- poco importan.
Porque deseos y esperanzas
y mal de amor y sufrimiento
los tienen muchos. Mas si cuentas
algo que pueda despertar
una emoción dormida en otro
-una rebelación entre las líneas-
el poema termina ahí
en el pecho sobresaltado
que lo repite y hace suyo
hasta olvidar quién lo escribiera.
Entre el poema y el autor
la primacía es del poema.

José Agustín Goytisolo. Como los trenes de la noche (1994).

viernes, 11 de julio de 2008

Marino de vino era

Marino de vino dios al suburbio era
y sorteaba cada mes treinta viajes al mar verte
y guardaba blancos rizados suaves treinta trajes
para ti sirena clavada en mis manchas
en tus nalgas velero hasta el alba
en mi ancla tú y yo a trancas y barrancas

Marino de vino todo el mar triste y sin tino
a romper y quemar lo que yo te quería
y me quedé no llorando con peleas en mis manos
y cristo malas pintas me dijo
no te rajes queda alcohol en tus costillas
y en mi barba salfumán y lejía.

Sergio Algora (1969-2008).

Un discreto homenaje a un gran talento.

jueves, 10 de julio de 2008

Breve encuentro

Sólo el jardín cerrado y la tibia luz ocre.
Él estaba sentado junto a una mesa blanca.
Recordé nuestra cita, hubo presentaciones.
Mencioné algunos nombres, amistades comunes.
Al poco tomó un libro.
En su voz recorría mis lecturas secretas,
hurtaba a mi memoria el ritmo de otras horas,
mis recuerdos ocultos, lo que dije en silencio
y prometí callar, la demora encendida
de leerme en las líneas que alguien me iba dictando.
Escuché. Anochecía. "Hace frío", me dijo.
A mi espalda la verja se cerró quedamente.
Tras las sombras nocturnas reconocí, alejándose,
la velada figura de mí mismo, distante.

Álvaro Valverde. Una oculta razón (1991).

miércoles, 9 de julio de 2008

El engaño de los ojos

Con qué nobleza se revuelven
Todos juntos esos muchachos
Y claman por una justicia
Perturbando, vociferando,
Tan inocentes los carrillos,
Tan fieros el porte y los pasos,
Con la mirada en dirección
De un porvenir extraordinario,
Pero a la vista ahora, ahora,
Presente ya sobre el asfalto
De las calles estimuladas
Por los rumores calculados
De esa tan filial muchedumbre,
Coro de gargantas y brazos,
Crédulamente fiel y dócil
-Candor por alud- al dictado
De los mayores en edad,
En crueldad y en aparato,
Aun carceleros de una cárcel
Donde todo queda murado,
Sin salida a ningún futuro:
Ni a ese que van anhelando
Los que, por fin, desfilan jóvenes,
Magníficos frente al tirano.

Jorge Guillén. Clamor. Maremágnum (1957).

martes, 8 de julio de 2008

Miedo

De repente me asusta
pensar que estoy viviendo.
¡Qué aventura terrible,
qué miedo!
Estar aquí encerrado,
el corazón latiendo;
aquí, sin saber nada,
con los ojos abiertos;
aquí como un sonámbulo,
manos rectas, de ciego,
buscando una salida,
un gendarme, un portero.

Yo aquí en la vida, solo,
viviendo.

Nicolás Guillén. Escrito en 1937 y no publicado en libro.

lunes, 7 de julio de 2008

Los besos fríos

Es cierto que nos une la rutina
de un patio de butacas de alquiler,
la trama oscura de un amor ficticio.
Esa costumbre de cambiar la niebla
y el neón fugitivo de los bares
por las primeras luces temblorosas
del día. Y dibujar sobre el silencio
el desencanto de los besos fríos
y no esperar del tiempo otro milagro
que el del olvido. Y aun así nos gusta
despedirnos de la belleza juntos,
ahora que ya es muy tarde para amarse
con frenesí y miradas de película.

José Antonio Mesa Toré. El amigo imaginario (1991).

domingo, 6 de julio de 2008

[Al silencio de las paredes me acomodo]

Al silencio de las paredes me acomodo;
no hay voz por la que subir ahora
ni mano a la que pueda asomarme.

Y yo, vértice de mí,
rueca en la espera,
caracoleo a mi alrededor opaca y fría.

Sólo el color se acerca disfrazado;
golpea el aire,
lo traspasa
y desmenuza;
y su voz
y su sangre transparente
me hacen ciega a las voces que me alcanzan.

Margarita Arroyo. Reducida a palabra (1983).

sábado, 5 de julio de 2008

[Sólo se puede escribir con fiebre]

Sólo se puede escribir con fiebre
Ángela,
desde el ojo del huracán y el fuego,

acaso tal vez desde el delirio,
y el vuelo a tumba abierta,

todo lo demás son párpados y párpados,
sobre un disparo de piedra
que al niebla enmudece,

porque sólo una temeraria lucidez,
desde el más extremo de los límites,
puede,

sólo unas córneas heridas
en las que cabe el mundo,
pueden.

Julia Otxoa. Centauro (1989).

viernes, 4 de julio de 2008

Cae la noche

Cae la noche, cortina dolorosa,
derramando su alquitrán por las esquinas,
dibujando rotos corazones sobre las aceras.
Cae la noche porque tú no estás a mi lado.

Yo aposté todo mi amor en un crepúsculo,
sin más, te di mi vida, francamente,
barriendo el asfalto y soplando a la luna
versos de nostalgia, haciendo de los ojos
un mundo inalcanzable, esquivando,
huyendo de lo oscuro y despiadado.

El cielo llora lágrimas de sangre,
la galaxia se enrojece y el Universo se vacía
porque ha oscurecido para siempre
y en todas partes.

Laura Moll. Océano y otros poemas (2000).

jueves, 3 de julio de 2008

Ángel González, de viva voz


BOSQUE

Cruzas por el crepúsculo.
El aire
tienes que separarlo casi con las manos
de tan denso, de tan impenetrable.
Andas. No dejan huellas
tus pies. Cientos de árboles
contienen el aliento sobre tu
cabeza. Un pájaro no sabe
que estás allí, y lanza su silbido
largo al otro lado del paisaje.
El mundo cambia de color: es como un eco
del mundo. Eco distante
que tú estremeces, traspasando
las últimas fronteras de la tarde.

Aspero mundo (1956).

[ME HE QUEDADO SIN PULSO Y SIN ALIENTO]

Me he quedado sin pulso y sin aliento
separado de ti. Cuando respiro,
el aire se me vuelve en un suspiro
y en polvo el corazón, de desaliento.

No es que sienta tu ausencia el sentimiento.
Es que la siente el cuerpo. No te miro.
No te puedo tocar por más que estiro
los brazos como un ciego contra el viento.

Todo estaba detrás de tu figura.
Ausente tú, detrás todo de nada,
borroso yermo en el que desespero.

Ya no tiene paisaje mi amargura.
Prendida de tu asuencia mi mirada,
contra todo me doy, ciego me hiero.

Aspero mundo (1956).

YA NADA AHORA

Largo es el arte; la vida en cambio corta
como un cuchillo
Pero nada ya ahora

-ni siquiera la muerte, por su parte
inmensa-

podrá evitarlo:
exento, libre,

como la niebla que al romper el día
los hondos valles del invierno exhalan,

creciente en un espacio sin fronteras,

este amor ya sin mí te amará siempre.

Deixis en fantasma (1992).

miércoles, 2 de julio de 2008

Testamento

Amor mío dos puntos, se cayó
la voluntad de seguir siendo, salgo
enhebrada de tu saliva aún y me
aturde dejar de perseguirte, tú que fuiste
llama en la oreja y calidez de un dedo
locura de apuñalamiento certero, ensayo
noble que se caracteríza por la insistencia
del tema con un fondo alegórico,
certerísima me quedo donde estoy, ¿qué
está más lejos? ¿Lo que sigue
permaneciendo? Me diseco las manos
para no tener que hacer escrutinios
con las caricias insentidas. Tengo
que escribir aún otro poema
mi sentencia y un método
para olvidarme de tu lengua.

Concha García. Desdén (1990).

martes, 1 de julio de 2008

Del deseo

Bésame de besos de tu boca,
jara de vidrio.
Hazme un lecho de yedra
donde sajarme el alma y las entrañas
y dormir para siempre.
Araña el cuerpo rico de la tierra.
Hinca azucenas, muerde aliagas, cava,
pero hazme un nido donde ya no agiten
los pájaros sus alas y sus ríos.

Mi amado está latiéndome en los dientes,
quiere mover mi lengua y sujetarla,
y me arrecia la sal blanquísima cayendo
en lo más transparente de la espuma.

María del Mar Alférez. La canción de Iseo (1995).