viernes, 31 de julio de 2009

Es obligatorio...

Es obligatorio tener mitos
y yo gustosa desobedezco,
gustosa me plancho las blusas,
cuando tengo tiempo,
porque antes es hablar con los amigos.
Es obligatorio presentarse con buenas ropas,
con buenas obras -no interesa tanto-,
Es obligatorio no asomarse a la ventanilla,
porque tienes que estar vivo si organizan la guerra.
Es obligatorio silenciar que hay tumultos
porque pueden echarte del trabajo,
y si cantas verdades la celda te preparan,
te preparan el llanto, porque es obligatorio...
sufrir siendo persona,
guardar rencor,
adular al pedante,
llevar medias en los templos,
tener bastantes hijos,
volver mañana,
tener enemigos,
es obligatorio todo esto,
y encima te prohiben escupir en el suelo.

Gloria Fuertes. Todo asusta (1958).

jueves, 30 de julio de 2009

La tribulación

Hay un Dios, me lo dice el alma mía,
la tierra de otro mundo es el camino:
para el hambre y la sed del peregrino
el desierto arenal la palma cría.

Yo tendo sed y hambre. La alegría
por siempre huyó del corazón mezquino,
y ya no pido a mi cruel destino
el bien que allá en mis sueños le pedía.

Deshechas ya mis ilusiones veo
como pedazos ¡ay! de mis entrañas,
y ni temo ni espero ni deseo.

¡Oh tú que en mi aislameinto me acompañas!
¿En quién he de creer si en ti no creo,
y a quién me he de volver si tú me engañas?

Gabriel García de Tassara. Poesías (1872).

miércoles, 29 de julio de 2009

Encuentro

Alguien entra en el silencio y me abandona.
Ahora la soledad no está sola.
Tú hablas como la noche.
Te anuncias como la sed.

Alejandra Pizarnik. Los trabajos y las noches (1965).

martes, 28 de julio de 2009

El territorio de la nada

El territorio de la nada es a veces el más ines-
perado.
Un espacio tan ferozmente habitado como el
metro,
donde la lectura del periódico o la novelita rosa
pueden coexistir con el orgasmo más frenético
y los rostros no ocultan su cansancio y su odio.
Pero es allí, en el trepidante vagón
donde la contemplación estática de un anuncio
obsoleto
-"se prohíbe fumar", "no obstruyan las puer-
tas"-
va sumiéndose en un arrobamiento semejante al
limbo
que desaloja todo mi existir.
El pensamiento se evade sigilosamente,
consciente acaso de su falacia inútil,
la cortina del párpado vuelve sombra la luz
y la piel toma la inmovilidad de la roca,
mientras la apretada masa de los viajeros
parece esperar sólo la violencia del grito libe-
rador
o el choque súbito que dé el sentido a su existencia.
Y es entonces cuando me siento beatíficamente
instalado en esta nada,
que mi cuerpo asume sin esfuerzo,
feliz con su propio desalojo,
mientras, como en una pequeña galaxia,
voy resbalando por el espacio puro del Gran
Cero,
y escucho el sonido gris de la Nada,
y palpo a ciegas su irrisorio cuerpo.

José Luis Cano. Poemas crepusculares.

lunes, 27 de julio de 2009

Un regalo

He dibujado en uno de los discos
dos montañas con nieve
y un sol de rayos cortos
que tiembla todavía.
Su silencio es un cable.
Las palmas de sus manos
redes que se secan.
Sus zapatillas viven un sueño de locales
en el que fosforece una promesa rápida.

Le ama y le inquieta,
igual que el algodón de su camisa,
el orden de sus libros,
el pedazo de calle bulliciosa,
una tripa de humo,
que ve, mientras le espera, en su ventana.

Luis Muñoz.

martes, 21 de julio de 2009

Mujer lejana

Como una sombra más de su pobreza,
de entre las ruinas blancas de la casa que vemos,
una mujer toda de negro y sola
sale a su mediodía inmenso, sin descanso,
con los ojos cerrados cada día.
Una mujer que no vemos muy bien, que busca
un cubo y se encarama, entre los gatos,
junto al granado viejo, y toca el mar,
el mar que está en en el pozo, vacío, sin salida,
como una sombra más de este desierto.
Qué suerte ver llegar entonces a los pájaros,
tenerlos por aquí también, poder oírlos,
como una sombra más en el dibujo, miren,
cerca de la mujer que no los ve,
bajo un cielo de arena, sobre el árbol.
Una mujer que está ya muerta, se diría,
aunque salga a tender la ropa muchas veces,
una mujer que no se ve, que la veíamos
sólo después de haber llovido algo,
con la mirada fría, distante, del invierno.

Vicente Valero. Libro de los trazados (2005).

domingo, 19 de julio de 2009

Retorcedme sobre el mal

Retorcedme sobre el mar,
al sol, como si mi cuerpo
fuera el jirón de una vela.

Exprimid toda mi sangre.
Tended a secar mi vida
sobre las jarcias del muelle.

Seco, arrojadme a las aguas,
con una piedra en el cuello
para que nunca más flote.

Le di mi sangre a los mares.
¡Barcos, navegad por ellos!
- Debajo estoy yo, tranquilo.

Rafael Alberti. El alba del alhelí (1928).

sábado, 18 de julio de 2009

[Amor mío, mira mi boca de vitriolo]

Amor mío, mira mi boca de vitriolo
y mi garganta de cicuta jónica,
mira la perdiz de ala rota que carece de casa y muere
por los desiertos de tomillo de Rimbaud,
mira los árboles como nervios crispados del día
llorando agua de guadaña.

Esto es lo que yo veo en la hora lisa de abril,
también en la capilla del espejo esto veo,
y no puedo pensar en las palomas que habítan la palabra Alejandría,
ni escribir cartas para Rilke el poeta.

Blanca Andreu. De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall (1981).

miércoles, 15 de julio de 2009

Si todo vuelve a comenzar

Quiero decirlo ahora
porque si no después las cosas se complican.

Soy peor todavía de lo que muchos creen.

Me gusta justamente el plato que otro come
aburro una tras otra mis camisas
me encantan los entierros y odio los recitales
duermo como una bestia
deseo que los muebles estén más de mil años en el mismo lugar
y aunque a escondidas uso tu cepillo de dientes
no quiero que te peines con mi peine
soy fuerte como un roble
pero me ando muriendo a cada rato
comprendo las cuestiones más difíciles
y no sé resolver lo que de verdad me importa.

Así puedo seguir hasta morirme:
ya ves soy lo que llaman
el clásico maníaco depresivo.

José Agustín Goytisolo. Bajo tolerancia (1973).

domingo, 12 de julio de 2009

La calle

Y ya estás en la calle, prisionero
en un mundo de voces y de ruidos,
en un mundo de sueños confundidos
en un fiero murmullo de avispero.

Una malla de penas y de acero,
de motores, de risas y de olvidos,
de pasiones oscuras y sentidos
teje un furtivo, impávido hilandero.

Caminas entre fieras dentelladas,
entre máscaras acres y colmillos,
entre cruentas tormentas disfrazadas,
entre zapatos de fugaces brillos
que sostienen al aire levantadas
feroces ediciones de cuchillos.

Estás ahora en medio de la calle,
en medio de los otros, tus hermanos,
en un gran hervidero de caínes,
en un gran río de apagado llanto.

Pero estás solo, solo entre los otros
como en el bosque solo se halla el árbol.
Sólo contigo, con tus sueños solo,
con tu egoísmo solo entre los brazos,
caminas hacia nadie y siempre pasas
como un viento invisible sobre el páramo.
Ellos también van solos. Todos hacia
la soleada más pura caminamos.

Rafael Morales. La máscara y los dientes (1962).

martes, 7 de julio de 2009

Alba

Industriosa ciudad, salobre y húmeda,
en donde las callejas despertaban orinada y solas,
camino del hotel.
Igual que el sol nacido, pero más puro y libre,
se apoya aún aquel cuerpo, en una esquina,
con restos desprendidos de blasfemias y vicios.
Gatos indiferentes. Y un humo de tabaco
se iniciaba en el día
más hermoso y más largo del verano.

Francisco Brines. Aún no (1971).

domingo, 5 de julio de 2009

Razón de amor

No es sólo la pasión de los abrazos,
la saliva, el aroma, el vértigo, los besos
o el plácido desvelo de tu ausencia.

Mi amor es la fábula y la trama,
el relato interior que sigue a cada encuentro,
la glosa que acompaña los adioses,
el minucioso examen de tus frases
y el eco que tu voz le pone a mi silencio.

Mi amor es ser feliz y no engañarme
anticipando el daño del negro desengaño,
cuando el sexo se esfume en el recuerdo
remoto y resentido de un orgasmo.
Es conseguir la calma en las mareas
y atesorar las horas y los días
de la fiesta de luz que celebramos,
del banquete voraz de los sentidos.

Y abolir la frontera de los cuerpos,
detenernos, subiendo la escalera,
a besarnos en todos los peldaños.

Leopoldo Alas. La posesión del miedo (1996).