viernes, 27 de mayo de 2011

Guitarra

Esa cadera y codo en catarata.
Esa pelvis de aire y de madera,
su luna de brocal o de pulsera.
Su femenina indefensión de cata.

Un caracol de dedos le dilata
su jungla lineal de cabellera.
Y el bordón es un pájaro que espera
unos tallos de viento y hojalata.

Rasgada entre los bucles del fandango,
subiendo un chamariz de seguiriya
o muerta de abandono por el tango.

Sajada en espirales de boleros,
nudo rizado, música en anilla
pulsos entusiasmados de jilgueros.

Rafael Duarte. Los viejos mitos del asombro (1982).

jueves, 26 de mayo de 2011

[Una tapia te impide seguir]

Una tapia te impide seguir.
                                         Vas y la saltas.
Le has trepado la cal.
Separas unas tejas.
Ya estás al otro lado de la tierra:
esto es la estepa del amanecer.
Te sabes solo y gozas tu abandono.
Quieres morir aquí también, por qué.
Quieres morir. Pero ahora sin palabras.
Tocar las piedras y morir.
Llevarte en la mirada este despojo.
Hojas de cardo ni siquiera, no.
Caliza de los cerros ni siquiera,
ni estos abetos de este valle, no.
Patria recuperada, sola tierra
callada,
tiéndete aquí a morir,
ya regresado al universo.

Arcadio Pardo. Vienes aquí a morir (1980).

miércoles, 25 de mayo de 2011

La caricia

La tarde taciturna se borraba
En medio de una calma dulce y quieta,
Y entre la sombra azul de la glorieta
El palor de la luna se filtraba.

Tu mano, toda nervios, deshojaba
Las flores de un rosal con una inquieta
Impaciencia, que a veces a la secreta
Impulsión de un deseo apresuraba.

Y al cortar una rosa blanca y suave,
Que era como una palpitante ave
Que el azar en tu mano hubiera preso,

Con paso cauteloso te acercaste,
Por los ojos de la rosa me pasaste
Y yo sentí la sensación de un beso.

Juana de Ibarbourou. Las lenguas de diamante (1919, 1923 y 1927).

martes, 24 de mayo de 2011

[Te siento único tronco, madre mía]

Te siento único tronco, madre mía,
unido a ti en la sed que nos separa,
capaz de engrandecer, de hacer más clara
tu vida en mi incompleta melodía.

Recuerdo vivo siempre es la alegría
serena que mi nieve, entraña clara,
cubriendo tu morada me depara
si logra recrearte como ansía.

Diste a mi ser, confianza permanente,
todo el secreto fértil de tu vida,
cantando en ti la tierra plenamente.

¡Oh causa de mi sangre preferida!
Te encuentro en mi canción eternamente,
sintiéndote raíz enriquecida.

Enrique Azcoaga. El canto cotidiano (1943).

lunes, 23 de mayo de 2011

Niña

                                    A Laura Elena

Nombras el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento,
alto descubrimiento,
hasta volvernos verde la mirada.

Nombras el cielo, niña.
Y las nubes pelean con el viento
y el espacio se vuelve
un transparente campo de batalla.

Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
brilla en las hojas, habla entre las piedras
y en húmedos vapores nos convierte.

No dices nada, niña.
Y la ola amarilla,
la marea de sol,
en su cresta nos alza,
en los cuatro horizontes nos dispersa
y nos devuelve, intactos,
en el centro del día, a ser nosotros.

Octavio Paz. Bajo tu clara sombra (1935-1944).

miércoles, 18 de mayo de 2011

Égloga del naúfrago

                          5

Desnúdame sin espejos,
donde olvide mi nombre, el destino,
los trajes inútiles del mundo,
donde sólo seamos mañana de nuestros silencios
cuando en el cuerpo surjan perfumes de luna,
dentro de la sangre,
y una cosecha de lirios lejanos
cubra los senderos.
Las huellas ya no son sino llagas,
llagas de arena cerradas por el agua del naufragio,
mientras tu brazo es como un río
que me arrastra hacia el centro del mar.
¿No sientes tú también en los párpados
estas estrellas que pesan
y tienen forma de playa?
... Y seríamos caminantes perdidos,
y el mundo irradiaría una luz inédita,
y volaríamos como pájaros buscando el mediodía...
-Cuando nadie llore en nuestras estancias-.
Más allá del mundo y de las islas,
en la cima de la nada transitoria,
donde la muerte es como una sonrisa que desdeña,
vendrán las horas henchidas de manantiales jóvenes,
cuando tu mirar, príncipe de las umbrías,
acoja mis pasos silenciosos.
El beso fue grave,
grave como la pluma del cisne.
Y naufragio o gozo
sólo son horizontes de pluma
para las alas infatigables del hombre.

Germán Bleiberg. Más allá de las ruinas (1947).

lunes, 16 de mayo de 2011

[La luz siempre madruga]

La luz siempre madruga
desde la plaza diaria
donde se detiene el asombro
puntual de todo lo que existe
y por eso tú lo sabes
caminas hasta allí
y acaricias a un pájaro
y es el calor tan dentro del abrigo
y tan exacto
como aquel árbol indolente
y ajeno
que no repara en el trasiego
pero contempla
como el hombre que no sabe nombrarlo
pero que mira
como estás tú mirando
y es el oficio de esta tierra
redonda
lo que habita esta plaza que deviene
frente a tus ojos
trasunto vivo
de la contemplación.

Enrique Ortiz. Extraño abordaje (1993).

domingo, 15 de mayo de 2011

[Princesa prisionera de la nada]

Princesa prisionera de la nada,
princesa prisionera de la suerte,
princesa prisionera de la muerte,
princesa prisionera en la mirada.

Princesa de la noche de la espada,
princesa de la noche de lo inerte,
princesa de la noche que se vierte,
princesa sin amor y enamorada.

La luz de tu tristeza de princesa
brilla en la claridad de este lamento,
es luz que no comienza y que no cesa.

La luz de tu belleza de princesa
brilla en la eternidad de este momento;
princesa del horror de ser princesa.

Juan Eduardo Cirlot. 44 sonetos de amor (1971).

sábado, 14 de mayo de 2011

Tiempo desolado

II

La carcajada cruda
de un tiempo de desfiles y crímenes; la historia
que aprendimos de niños
como un cuento feroz. Aquellos días de marzo
llenos de amaneceres y alfileres; y con estrellas
cuya luz de navaja y de frío
fue traición. La muerte
sobre la muerte hallada en postura de amor. ¿Cómo
no ver la imagen de la vida, el gesto de unos años en esa
luz de color descalzo como el agua del río?
¿Quién desanda el camino? ¿No es esta
claridad en desorden, la evidencia de un tiempo
de dolor y deshonra?

Diego Jesús Jiménez. Bajorrelieve (1990).

viernes, 13 de mayo de 2011

[No me mires así a los ojos, hijo mío]

No me mires así a los ojos, hijo mío,
no quiero que me arranques mi secreto,
y cuando yo te falte
sea el veneno de tu pobre vida.
Nunca, nunca la sombra de tu padre
te vele el sol de la alegría dulce.
¿Alegría te dije?
No, no te quiero alegre,
pues en la tierra
para vivir alegre
menester es ser santo o ser imbécil.
De imbécil, Dios te libre,
y de santo... ¡no sé que decirte!

Miguel de Unamuno. Poesías (1907).

martes, 10 de mayo de 2011

El poeta a su amada

Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.

En esta noche rara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos dormiremos, como dos hermanitos.

César Vallejo. Los heraldos negros (1918).

lunes, 9 de mayo de 2011

[Qué importa que tu puñal]

¿Qué importa que tu puñal
se me clave en el riñón?
¡Tengo mis versos, que son
más fuertes que tu puñal!

¿Qué importa que este dolor
seque el mar, y nuble el cielo?
El verso, dulce consuelo,
nace alado del dolor.

José Martí. Versos sencillos (1891).

domingo, 8 de mayo de 2011

Lujuria

Cuando murmuras con nervioso acento
tu cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca
y recojo en los besos de tu boca
las abrasadas ondas de tu aliento.

Cuando más que ceñir, romper intento
una frase de amor que amor provoca
y a mí te estrechas delirante y loca,
todo mi ser estremecido siento.

Ni gloria, ni poder, ni oro, ni fama,
quiero entonces, mujer. Tú eres mi vida,
ésta y la otra si hay otra; y sólo ansío

gozar tu cuerpo, que a gozar me llama,
¡ver tu carne a mi carne confundida
y oír tu beso respondiendo al mío!

Joaquín Dicenta.

sábado, 7 de mayo de 2011

Oración por Marilyn Monroe

Señor:
recibe a esta muchacha conocida en toda la tierra
      con el nombre de Marilyn Monroe
aunque ese no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita
      violada a los nueve años
y la empleadita de tienda que a los dieciséis se había
      querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún
      maquillaje
sin su agente de prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos,
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda
      en una iglesia
                          (según cuenta el Time)
ante una multitud postrada, con las cabezas
      en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar
      las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno,
pero también algo más que eso...
Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo
      el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th
      Century Fox.
El templo -de mármol y oro- es el templo de su cuerpo
en el que está el Hijo del Hombre con un látigo
      en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th
      Century Fox
que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones.

Señor:
en este mundo contaminado de pecados y radioactividad,
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda
      soñó ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad (pero como la realidad
      del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos
-el de nuestras propias vidas- Y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esta Colosal Super-Producción en la que todos
       hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecíamos
       tranquilizantes
para la tristeza de no ser santos
                           (se le recomendó el Psicoanálisis).
Recuerda, Señor, su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje -insistiendo
       en maquillarse en cada escena-,
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor la impuntualidad a los estudios.
Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un
       psiquiatra interpreta y archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
                         ¡y apagan los reflectores!
y desmontan las dos paredes del aposento (era
       un set cinematográfico)
mientras el director se aleja con su libreta
                         porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur,
       un baile en Río,
la recepción en la mansión del duque y la duquesa
       de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano
       en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como alguien que ha marcado el número de la
       única voz amiga
y oye tan sólo la voz de un disco que le dice:
       wrong number.
O como alguien que herido por los gángsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor :
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el
      Directorio de Los Ángeles),
                         ¡contesta Tú el teléfono!

Ernesto Cardenal. Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965).

viernes, 6 de mayo de 2011

[A veces el amor tiene caricias]

A veces el amor tiene caricias
frías, como navajas de barbero.
Cierras los ojos. Das tu cuello entero
a un peligroso filo de delicias.

Otras veces se clava como aguja
irisada de sedas en el raso
del bastidor: raso del lento ocaso
donde un cisne precoz se somormuja.

En general, adopta una manera
belicosa, de orcas y cuchillos,
de lanza en ristre o de falcón en mano.

Pero es lo más frecuente que te hiera
con ojos tan serenos y sencillos
como un arroyo fresco en el verano.

Antonio Carvajal. De un capricho celeste (1988).

jueves, 5 de mayo de 2011

Parusía impura

En medio de un calor boca de infierno
con sol en maremoto y fruta sin aliento,
comer el cuerpo vivo entre la música
del aire abrasador y junta lenguas
para mayor agua. Viñas de slip azul
y liquen en tobillos, y cántico de pelo
negro sobre los ojos más bellos del verano.
Morder la dura esencia de la carne,
donde el agua se escurre y los metales hierven
y comprobar en un rincón (quizá) sobre
la hierba, que el fuego de su piel es leche tibia
y el eros núbil de oro una lengua de uvas,
ahí, en el palacio vello donde quema el agua.

Luis Antonio de Villena. Huir del invierno (1981).

miércoles, 4 de mayo de 2011

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno."

Luis Alberto de Cuenca. El hacha y la rosa (1993).