miércoles, 18 de mayo de 2011

Égloga del naúfrago

                          5

Desnúdame sin espejos,
donde olvide mi nombre, el destino,
los trajes inútiles del mundo,
donde sólo seamos mañana de nuestros silencios
cuando en el cuerpo surjan perfumes de luna,
dentro de la sangre,
y una cosecha de lirios lejanos
cubra los senderos.
Las huellas ya no son sino llagas,
llagas de arena cerradas por el agua del naufragio,
mientras tu brazo es como un río
que me arrastra hacia el centro del mar.
¿No sientes tú también en los párpados
estas estrellas que pesan
y tienen forma de playa?
... Y seríamos caminantes perdidos,
y el mundo irradiaría una luz inédita,
y volaríamos como pájaros buscando el mediodía...
-Cuando nadie llore en nuestras estancias-.
Más allá del mundo y de las islas,
en la cima de la nada transitoria,
donde la muerte es como una sonrisa que desdeña,
vendrán las horas henchidas de manantiales jóvenes,
cuando tu mirar, príncipe de las umbrías,
acoja mis pasos silenciosos.
El beso fue grave,
grave como la pluma del cisne.
Y naufragio o gozo
sólo son horizontes de pluma
para las alas infatigables del hombre.

Germán Bleiberg. Más allá de las ruinas (1947).

No hay comentarios: