lunes, 30 de junio de 2008

El amor es un centro

Una esperanza un huerto un páramo
una migaja entre dos hambres
el amor es campo minado
un jubileo de la sangre

cáliz y musgo / cruz y sésamo
pobre visagra entre voraces
el amor es un sueño abierto
un centro con pocas filiales

un todo al borde de la nada
fogata que será ceniza
el amor es una palabra
un pedazo de utopía

es todo eso y mucho menos
y mucho más / es una isla
una borrasca / un lago quieto
sintetizando yo diría

que el amor es una alcachofa
que va perdiendo sus enigmas
hasta que queda una zozobra
una esperanza un fantasmita.

Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida (1995).

domingo, 29 de junio de 2008

Vida

Nació. Vivió feliz. Sorbió la vida
de un solo y bello trago adolescente.
Buscó su soledad, y hallóse enfrente
de una terrible, inesperada herida.

Dio en la locura de creer en todo.
"¡Oh sensatez de no creer en nada!",
dijo, y después el alma, ilusionada,
quiso sentir la vida de otro modo.

Harto de hablarle a un Dios sordo a su ruego
(¡oh peligroso corazón cansado,
que le das a tu fe palos de ciego!),

en la esperanza de otra luz moría.
"¡Cuanto tarda en llegar el nuevo día!",
dijo, y se echó a dormir del otro lado.

Rafael Montesinos. País de la esperanza (1955).

sábado, 28 de junio de 2008

[Una mirada]

Una mirada
que disuelva
con paciencia y con método
el edificio azul de la memoria.
Una mano que arranque.
Carne.
Carne sólo
aunque mísera.
Que el día sea real -un paisaje real
sin el espejo incierto de los símbolos-
y que el frío
-ese frío que encoje
la ciudad
hasta darle el tamaño
preciso
de mi casa-

sea sólo la llaga que recuerde a los hombres
su cuerpo de animales
ateridos.

Ada Salas. Esto no es el silencio (2008).

Esto no es el silencio de Ada Salas

El quinto poemario de Ada Salas (Cáceres, 1965) supone una variación formal en su poética. Sus primeras obras, Arte y memoria del inocente (1988) y, sobre todo, Variaciones en blanco (1994) la consagraron como una de las mejores representantes de la poesía minimalista o del silencio, esa poesía delgada, hermética e intensa que tanto me gusta. La sed (1997) y Lugar de derrota (2003) abrieron puertas a la extensión y el aliento, concretados en esta obra.

Esto no es el silencio elige un ritmo entrecortado, como en ruinas, en composiciones más extensas que nunca en las que la repetición, la vuelta atrás, está constantemente presente. Un libro onírico que ha ganado el XV Premio de Poesía Ciudad de Córdoba "Ricardo Molina" y que nos permitirá disfrutar nuevamente de la palabra de certera de una de las mejores voces actuales.

78 páginas, 7,00 €, ISBN: 978-84-7517-912-4.

viernes, 27 de junio de 2008

Autobiografía

Como el naúfrago metódico que contase las olas que aún le bastan para morir;
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

Luis Rosales. Rimas (1937-1951).

jueves, 26 de junio de 2008

Autorretrato

Estoy hecho de golpes, de agujeros,
de ceniza caliente que llena mis arterias
y me pinta una estrella en el cielo de la boca.
Soy el dueño de heridas extranjeras
que sangran todavía bajo las cicatrices,
lo terrible del dolor ajeno es saberse la causa.
Fui la llaga, el cuchillo.
¿Por qué esta vida nuestra viene siempre
de la mano de la muerte de alguien?
(Ya sé que cada paso traiciona un pensamiento,
que la única inocencia es no pensar,
pero la vana lógica
no sirve de consuelo).
Estoy hecho de huecos, de túneles, de barro,
de palabras que significan poco.
Soy la sombra de lo que pensó alguien
hace ya muchos años. No soy lo que soñaron
(el sueño de aquel sueño, un fuego que se apaga).
Soy una piel reseca y poco más,
este golpe de huesos mal sumados.
Lo demás, viento y vanidad, miseria.

Javier Rodríguez Marcos. Mientras arden (1996).

miércoles, 25 de junio de 2008

Ocaso

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,

para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar y no pensar en nada!...

Manuel Machado. Ars moriendi (1921).

martes, 24 de junio de 2008

Amanecer

Hincho mi corazón para que entre
como cascada ardiente el Universo.
El nuevo día llega y su llegada
me deja sin aliento.
Canto como la gruta que es colmada
canto mi día nuevo.

Por la gracia perdida y recobrada
humilde soy sin dar y recibiendo
hasta que la Gorgona de la noche
va, derrotada, huyendo.

Gabriela Mistral. Lagar (1954).

lunes, 23 de junio de 2008

[Entre el discorde estruendo de la orgía]

Entre el discorde estruendo de la orgía
acarició mi oído,
como una nota de lejana música,
el eco de un suspiro.

El eco de un suspiro que conozco,
formado de un aliento que he bebido,
perfume de una flor que oculta crece
en un claustro sombrío.

Mi adorada de un día, cariñosa,
-¿En qué piensas? me dijo.
-En nada... -En nada ¿y lloras? -Es que tengo
alegre la tristeza y triste el vino.

Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas (1859-1870).

domingo, 22 de junio de 2008

[Tengo hambre de tu boca]

Tengo hambre de tu boca, de voz, de tu pelo,
y por las calles voy sin nutrirme, callado,
no me sostiene el pan, el alba me desquicia,
busco el sonido líquido de tus pies en el día.

Estoy hambriento de tu risa resbalada,
de tus manos color de furioso granero,
tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,
quiero comer tu piel como una intacta almendra.

Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura,
la nariz soberana del arrogante rostro,
quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas

y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo
buscándote, buscando tu corazón caliente
como un puma en la soledad de Quitratúe.

Pablo Neruda. Cien sonetos de amor (1960).

La lluvia

También la lluvia cede al desaliento,
se demora en sí misma, se derrumba
en bautismo, moja tus labios, huele
a patio de colegio o la ternura
de sábanas recién planchadas
que palpitan.

Feliz el que regresa a su casa despacio,
distraído, a lo suyo, ni triste ni contento,
cuando una lluvia amiga le despierta de pronto
voces perdidas, gestos que el olvido
avariento atesora.

Y le moja los labios,
le limpia de tinieblas la mirada,
una ola muy honda le sube por las venas,
le deposita en brazos de una nube
y queda en paz con todos
y dice sí a la vida.

Eduardo García. Horizonte o frontera (2003).

sábado, 21 de junio de 2008

Silencio

Escojo la voz más tenue
para maldecir del trueno,
como la miel más delgada
para triaca del veneno.
En la corola embriagada
del más efímero sueño,
interrogo las astucias
del desquite contra el tiempo,
y a la barahúnda opongo
el escogido silencio.
No es menos luz la centella
por cegar sólo un momento,
ni es desamor el amor
que enmudece por intenso.
Cada vez menos palabras;
y cada palabra, un verso;
cada poema, un latido;
cada latido, universo.
Esfera ya reducida
a la norma de su centro,
es inmortal el instante
y lo fugitivo eterno.
Flecha que clavó el destino,
aunque presuma de vuelo,
déjate dormir, canción,
que ya duraste un exceso.

Alfonso Reyes. Romances (y afines) (1945).

viernes, 20 de junio de 2008

[El día tiene el don de la alta seda]

El día tiene el don de la alta seda,
pétalos desandados por el pie de la noche,
monedas en corolas, eso dije.
Pero se izó la nube de magnolia hasta llegar al núcleo ahogado,
estambre eléctrico y pistilo triturado de amor,
monedas desojadas por el terrible cheque templario
o bien las brujas vírgenes prudentes
y la plomiza nada milenaria.

El día tuvo el don de la alta seda,
amor mío, amor mío, y por eso aún escúchame,
por eso te repito el perdido poema,
amor mío, amor mío, tu voz que amé y que cruza
las pupilas moradas de los puentes,
y tu olor habitado, azul, y todo
lo que ahora abandono y abandonas
no sé con qué propósito,
ni sé de qué manera clandestina,
ahora, mientras yo rompo
la idea de tu rostro
y continúo ignorando
qué invierno,
qué arteria barroca del diciembre aquel,
qué orden despierto es el tuyo
mientras yo vivo sola, y duermo, y te detesto.

Blanca Andreu. De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall (1981).

jueves, 19 de junio de 2008

Nanas para dormir desperdicios de Francisca Aguirrre

Nacida en Alicante en 1930 e hija del pintor Francisco Aguirre, su primer poemario fue Ítaca (1972), premio Leopoldo Panero 1971.

Pertenece por fecha de nacimiento a la generación del 50, la de Gil de Biedma, Valente..., pero publicó con los novísimos y ella misma se considera de la generación del 98. En cualquiera de ellas, opta por mirar de frente a la historia, con rabia pero sin odio, y reflexionar existencialmente en sus versos.
No demasiado pródiga en títulos, a Ítaca siguieron Los trescientos escalones (1977), Premio Ciudad de Irún 1976, dedicada a su padre, condenado a muerte por el franquismo, La otra música (1978), Ensayo General (1996), Premio Esquío 1995 y Pavana del desasosiego (1999), Premio María Isabel Fernández Simal 1998. Recopilados todos, afortunadamente por la difultad de encontrarlos hoy, en Ensayo General. Poesía completa (1966-2000) [2000].
En pocos meses, ha presentado La herida absurda (2006) y Nanas para dormir desperdicios (2007), Premio Alfons el Magnànim. Este último convoca la naturaleza mediante lo residual -el presente-, los desperdicios -el tiempo de desdicha que se ha sido- y los despojos -la reflexión existencialista- utilizando versos largos que adoptan forma de nana para acunar las pérdidas.
Ha publicado también un libro de recuerdos, Espejito, espejito (1995) y uno de relatos, Que planche Rosa Luxemburgo (2002).
Hiperión, 64 páginas, 7,00 € , ISBN: 978-84-7517-817-2.

Canción para terminar

Con tan poco como tienes
-acordes, palabras, signos...-
temblando a solas, ¿pretendes
que te hable el Dios prometido?

Mira el jilguero. No es nada:
miedo y plumas. Sin embargo,
escondido entre las ramas,
puede hacer que cante un árbol.

José Mateos. Canciones (2000).

miércoles, 18 de junio de 2008

Vuelta de paseo

Asesinado por el cielo.
Entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.

Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.

Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.

Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.

Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!

Federico García Lorca. Poeta en Nueva York [1929-1931] (1940).

martes, 17 de junio de 2008

Un pedazo de hilo

No es bueno andar por este mundo
soportando el desgaste de nuestra sombra.
No es bueno alzar la voz a nuestras vísceras
inaugurar un grito que hace crujir
tan sólo a nuestro despavorido bazo.
No es bueno andar en soliloquio
con el filo mugriento del desdén.
No es bueno ser residuo de un espejo:
trae mala suerte esa mutilación
con apariencia de totalidad.
No somos de fiar con tanta arista,
somos humanamente peligrosos
y desdichados inhumanamente.
Entonces, con la humildad que otorga la desolación:
compañero, cualquier pedazo de hilo,
cualquier trapo para remendar
este agujero que llamamos vida.

Francisca Aguirre. La otra música (1978).

lunes, 16 de junio de 2008

La llanura azul

No bajo montes de tierra
sino que escalo simas de aire.
Lo más hondo del barranco
es cumbre de estos cristales.

¡Cuánto me pesa la oscura
firme tierra impenetrable!
Rozando duras tinieblas
voy pisando claridades.

No veo las ramas hundidas,
enterradas, de los árboles,
sino las verdes raíces
airosas, primaverales.

Ángeles y nubes juegan
en la azul llanura grande.
Desde estas hondas alturas
miro los azules valles.

No bajo montes de tierra
sino que escalo simas de aire.

Manuel Altolaguirre. Poesía (1930-31).

domingo, 15 de junio de 2008

Conocimiento

Si lo que un hombre quiere es conocerse,
la tierra roja mire, el mar undoso.
Con sol y barro ha germinado el surco,
urdido desde antiguo por la vida.
Arda su corazón entre los símbolos,
acaso nunca escritos, aunque firmes
en el lento fluir de las costumbres.
Si lo que un hombre quiere es contemplarse
en el espejo blando de sus frutos,
celebre el sueño fértil de la luz
que baña con leyendas su memoria.
No fue inútil su viaje, ni la casa
construyeron en vano los que huyeron
de la noche cerrada y de los monstruos.
Quien ama la quietud ama una tierra.
Si un hombre, en el cansancio de sus manos,
en la mirada hueca de sus ojos,
lo que quiere es tan sólo conocerse,
busque su rostro seco entre los surcos
maduros de los huertos y las olas.
Encontrará su patria derramada
entre olivos, cisternas y viñedos,
sobre la amarga piedra del sarcófago.

Vicente Valero. Herencia y fábula (1989).

sábado, 14 de junio de 2008

Por lo visto

Por lo visto es posible declarase hombre.
Por lo visto es posible decir no.
De una vez en la calle, de una vez, por todos
y por todas las veces que no cumplimos.

Importa por lo visto el hecho de estar vivo.
Importa por lo visto que hasta la injusta fuerza
necesita, suponga nuestras vidas, esos actos mínimos
a diario cumplidos en la calle por todos.

Y será preciso no olvidar la lección:
saber, a cada instante, que en el gesto que hacemos
hay un arma escondida, saber que estamos vivos
aún. Y que la vida
todavía es posible, por lo visto.

Jaime Gil de Biedma. Compañeros de viaje (1959).

viernes, 13 de junio de 2008

El niño de la jaula vacía

Con tus manos hiciste libres
-con tus propias manos- las aves.
Hijo: qué sueñas, sombra, símbolo
del hombre que rompe sus cárceles,

del que libera pensamientos,
palabras que se lleva el aire;
del que dio canto y dio consuelo
y no halló quien lo consolase.

Solitario, mudo, ceñidas
las sienes de hojas otoñales.
En la boca reseca el gusto
de la sal de todos los mares.

La sal que dejaron las olas
de los días al derrumbarse.

José Hierro. Libro de las alucinaciones (1964).

jueves, 12 de junio de 2008

Sueño de las dos ciervas

¡Oh terso claroscuro del durmiente!
Derribadas las lindes fluyó el sueño.
Sólo el espacio.

Luz y sombras, dos ciervas velocísimas,
huyen hacia la hontana de aguas frescas,
centro de todo.

¿Vivir no es más que el roce de su viento?
Fuga del viento, angustia, luz y sombra:
forma de todo.

Y las ciervas, las ciervas incansables,
flechas emparejadas hacia el hito,
huyen y huyen.

El árbol del espacio. (Duerme el hombre)
Al final de cada rama hay una estrella.
Noche: los siglos.

Dámaso Alonso. Oscura noticia (1944).

miércoles, 11 de junio de 2008

En tus mejores años

Cuanto te veo ahora en tus mejores años
con toda la belleza de una copa de vino,
brillándote en los ojos el deseo y las noches
estrelladas de agosto, imagino ese invierno
en que, vieja y cansada, te entregues al recuerdo.

He querido llegar antes que tú a ese día.
Y revivir los tiempos en que tú levantaste
de esta ruina una casa, plantaste en ella higueras,
y alimentaste fuegos que a todos nos hicieron
imaginar la vida muy lejos de los muertos.

Ya ves que ahora han llegado, siniestros, silenciosos.
Por eso tu poeta ha venido contigo
a recorrer de nuevo nuestras amadas ruinas,
y si ayer fue tu risa, hoy será tu silencio,
cuando, vieja y cansada, de nada sirve el sueño.

Andrés Trapiello. Acaso una verdad (1993).

martes, 10 de junio de 2008

[Estoy bajo tu piel, fuera del mundo]

Estoy bajo tu piel, fuera del mundo,
fuera de mi razón y mis sentidos,
pausa abierta en un viento sin sonidos
con que mi propia libertad circundo.

¿Qué helado firmamento moribundo
van tocando mis pies desvanecidos?
¿Dónde brota el temblor de estos gemidos,
que en ti está y está en mí, llanto profundo?

Abridme el pecho y deshojad mi duda;
un mismo cierzo me acaricia y hiere,
me viste de ilusión y me desnuda.

Sobra razón que a mi corazón altere,
que en esta escala de mis ansias muda
muriendo sueña y por soñar se muere.

Juan Rejano. Memoria en llamas (1939).

lunes, 9 de junio de 2008

[Aquí contemplo vida, me hago llama]

Aquí contemplo vida, me hago llama
de esta hoguera de manos que levanta
sus negras lenguas a lo alto, siento
que soy un hombre más entre los hombres,

y un vestido de angustias me abandona
sencillamente, así la noche deja
desnuda el alba y libre, aunque con frío,
cuando lejanos sones la presienten,

frío tengo en el alma, pero canto,
ahora que estoy aquí de nuevo y veo
tanto gozo y dolor, tanta miseria
y tan clara esperanza compartida.

Victoriano Crémer.

Victoriano Crémer gana el XVIII Premio de Poesía Gil de Biedma

Victoriano Crémer (Burgos, 1907) ha ganado el XVIII Premio de Poesía en memoria de Jaime Gil de Biedma con el poemario El último jinete, donde el autor asegura que ha querido matizar toda su obra anterior.

El director de la Academia de la Lengua y miembro del jurado, Víctor García de la Concha, ha manifestado que se trata de "un libro lleno de emoción, escrito desde la última vuelta del camino, un repaso a la vida, pero con la misma actitud apasionada de los primeros libros de Crémer".

Antonio Colinas ha comentado que el libro "pone de relieve una humanidad sorprendente, porque es de tono amargo pero hecho con gran lucidez".

Crémer ha explicado que se trata de "un intento de mejorar mi obra anterior, por todos los procedimientos, de matizarla, porque estaba hecha en la línea de la desesperación y del desánimo".

Dotado con 10.000 euros, además del primer premio se entregarán dos accésit de 3.000 euros, concedidos por el Ayuntamiento de Segovia y la Junta de Castilla y León a los trabajos Bajo la alfombra de Ángeles Mora y La chica de la bolsa de peces de colores de Eduardo Fraile.

Fuente: www.publico.es.

domingo, 8 de junio de 2008

Adolescencia

Allí donde la niebla emerge desde el río
y puebla la afligida soledad del invierno,
allí qué hermoso era,
en la orfandad silente de mi calle,
ir viendo poco a poco
la perezosa desnudez del alba,
ir viendo poco a poco
sus pétalos mojados
que abrían temerosos en el aire
su pálida esperanza
entre las altas torres teologales
de mi vieja ciudad.

Y era de pronto la mañana
igual que una muchacha desnuda en los balcones,
y empezaba la vida a poblarme los ojos.

Rafael Morales. Prado de serpientes (1982).

viernes, 6 de junio de 2008

Vivir

Vivir es la costumbre de ir muriendo,
de no saber morir. Es la costumbre.
Un pájaro de fuego cuya lumbre
abrasa el alma mientras va cayendo.

Vivir es atender desatendiendo
la llanura por ir hacia la cumbre.
Es inquirir entre la muchedumbre
la senda que se irá desvaneciendo.

Es búsqueda y hallazgo a cada paso
para seguir buscando y encontrando
la misma aurora, el sol, el mismo ocaso.

Es poder descansar sin saber cuándo.
Sin saber. Aquí. Siempre. En cada caso
para seguir muriendo y esperando.

Jaime Ferrán. Desde esta orilla (1953).

jueves, 5 de junio de 2008

[7]

Un manso río, una vereda estrecha,
un campo solitario y un pinar,
y el viejo puente rústico y sencillo
completando tan grata soledad.

¿Qué es la soledad? Para llenar el mundo
basta a veces un solo pensamiento.
Por eso hoy, hartos de belleza, encuentras
el puente, el río y el pinar desiertos.

No son nube ni flor los que enamoran;
eres tú, corazón, triste o dichoso,
ya del dolor y del placer el árbrito,
quien seca el mar y hace habitar el polo.

Rosalía de Castro. En las orillas del Sar (1884).

miércoles, 4 de junio de 2008

Canción amarga

En la cara lleva
tres años perdidos
y el frío de las seis de la mañana.

Van a partirte el corazón.
De pronto
la luz apagada,
los pasillos turbios,
la puerta que clava su ruido en la espalda.

Van a partirle el corazón.
Y arrastra
una cadena oscura
de pasiones heladas,
ese frío que cabe solamente
detrás de una palabra.

Y yo la veo caminar,
despacio,
perderse en lo que anda,
fugitiva tristeza que va y viene
de la sombra a la puerta de mi casa.

La luz artificial deja en la calle
el temblor silencioso
de tres barcas ancladas.
Cuando ella cruza por mi lado siento
como un golpe de remos
y un murmullo de agua.

Luis García Montero. Las flores del frío (1991).

martes, 3 de junio de 2008

Hoy es tu corazón un tanto inútil

Con la certeza del que nada aguarda
abres sin prisa la cancela antigua
y escuchas los lentísimos
pasos, que no parecen tuyos,
en la escalera gris.
Ninguna voz te ofrece su calor,
andas a oscuras, nada
te lleva a tu rincón, ni tan sólo la música,
ni los viejos poetas, ni las gastadas cartas
de amor son esta noche
para ti compañía.
Pasan por el recuerdo los perdidos
nombres que en otro tiempo
honda fe dieron a tu juventud.
Llega el rumor del viento,
el tedioso vacío de tu vida,
y en él te reconoces,
porque amas al que fuiste
y percibes la ausencia
de tus mejores días.
Hoy es tu corazón un tanto inútil,
lo sabes y no puedes engañarte
y aún dejas que la impávida memoria
se lleve cuanto amaras,
cuanto perdiste en esta tierra estéril:
aquel hondo temor que acaso siempre
tuviste por la vida: tu fracaso.
Pero nada te importa ya, y contemplas
por la ventana el árbol más tenaz,
llenas tu vaso y piensas:
éste es tu patrimonio de hombre solo.

Justo Jorge Padrón. Los oscuros fuegos (1971).

lunes, 2 de junio de 2008

[Pero qué debo hacer]

Pero qué debo hacer
Dónde estará el sosiego
cuando en mi corazón duran las sensaciones
inquietantes del mundo y no puedo ordenar
en un caleidoscopio
la fragmentada imagen del recuerdo.
Ni entre los atropellos de voces y rumores
ni en el retroceder hasta un tiempo anterior
de todos los reflejos que voy acumulando
encuentro algún lugar para la ciudadela
inmóvil del silencio.
Un desbrozado espacio
para asentar la nada.

Ana Rossetti. Punto umbrío (1995).

domingo, 1 de junio de 2008

Bandera

Mi tienda siempre fuera de los muros. Mi lengua aprendida siempre en otro sitio. Mi bandera perpetuamente blanca. Mi nostalgia vasta y caprichosa. Mi amor ingenuo y mi felicidad irónica. Mis manos graves y en ellas un incesante rumor de pensamientos. Mi porvenir sin nombre. Mi memoria deslumbrada en el amor incurable del olvido. Lastrada en el desierto mi palabra. Y siempre desnudo el rostro donde sopla el viento.

Tomás Segovia. Partición (1976-1982) [1983].

Siempre todavía (Poemas 2006-2007) de Tomás Segovia

Tomás Segovia nació en Valencia en 1927. Estudió en Madrid, París y Casablanca hasta llegar a México, donde cursó Filosofía y Letras Españolas.

Empezó a escribir poesía en 1943 y hasta la fecha ha publicado más de veinte poemarios, una obra de teatro, tres novelas y un libro de cuentos, así como gran cantidad de ensayos y traducciones.

Toda su obra lírica anterior a 1976 ha sido publicada y, posteriormente, recopilada en México. Desde entonces, ha sido puntualmente editada en España, donde actualmente reside. Ahora nos llega en la colección La cruz del sur de Editorial Pre-Textos, Siempre todavía (Poemas 2006-2007) [2008], un nuevo poemario escrito entre noviembre de 2006 y septiembre de 2007 y que habla de la luz encontrada al final del túnel y de la conciencia del presente.

Ha obtenido el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo 2000, el XV Premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe 2005 y el Premio Extremadura a la Creación 2007.

104 páginas. 12,00 €, ISBN: 978-84-8191-866-3.