domingo, 31 de mayo de 2009

Mudanza

El agua, sin quehacer,
se hastía.
La nube, de viajar,
se cansa.
Y el monte bien quisiera
en el río, desnudo
bañarse.
El camino, el camino
no quisiera llevarnos
a la casa.

¡Otra vida! ¡Otra vida!
Por eso el sol
se entra por los resquicios
y, en la mañana,
espía nuestras camas.

Por eso las nubes se exprimen...
Y por eso crujen los muebles,
y por eso se inclinan los cuadros.

¡Otra vida! ¡Otra vida!
Hagamos sitio a nuevos huéspedes:
echemos la casa por la ventana.

Xavier Villaurrutia. Reflejos (1926).

lunes, 25 de mayo de 2009

[De tu lecho alumbrado de luna me venían]

De tu lecho alumbrado de luna me venían
no sé qué olores tristes de deshojadas flores;
heridas por la luna, las arañas reían l
igeras sonatinas de lívidos colores...

Se iba por los espejos la hora amarillenta...;
frente al balcón abierto, entre la madrugada,
tras la suave colina verdosa y soñolienta,
se ponía la luna, grande, triste, dorada...

La brisa era infinita. Tú dormías, desnuda...;
tus piernas se enlazaban en cándido reposo,
y tu mano de seda, celeste, ciega, muda,
tapaba, sin tocarlo, tu sexo tenebroso.

Juan Ramón Jiménez. La soledad sonora (1911).

domingo, 24 de mayo de 2009

De corazón a corazón...

yo no robé, no asesiné; fui niño
y en cambio me golpean y golpean
Gelman
de corazón a corazón
hirientes
aluvional la carta y la alianza
voy a buscarte en roca compañera
deslizando los naipes por la manga
los naipes por el pecho
los naipes por la casa
y aquel fuego de flechas sin manzanas
yo te diré
que no aguardo feliz junto al estrago
de la tormenta patria

apasionadamente cruzaremos
la frontera de tierra maniatada
mientras prevés la hora bajo las catedrales
y te arrojas al músculo
porque te llamo en nombre del andamio
porque de acumularte mi memoria repica
y aquí las decisiones
los versos apagados
narrar calladamente el olor del destino
del pájaro maldito
de las llaves sumisas
(ah el traidor rendimiento)
que descubren la cama
y amigos siempre amigos
bebedores de muerte
que decimos a todos
venid venid venid
este es el llanto

cuánta desesperanza milenaria
al trenzar el cordón bajo la encina
mientras el beso a poco
la hoguera por mañanas
letanías vigentes de joaquín
húmedas letanías
y decirte que adiós que hasta la tarde
pero con una duda
imperdonable
amada
por su sabor a no sé qué sabido
en las dolidas calles
repletas de tristeza
repletas de amargura
bofetones pacíficos

todo está caro
amor
por las esquinas
y ayer peor y qué vendrá mañana
obligado silencio sempiterno
cerca del descubrir la dentadura
la calavera en fiebre
por encima de tanto salmo al padre
nosotros no diremos el vocablo sufrido
como dice ramón
palabras anchas
y para darme cuenta
para amarte sabiéndonos con miedo
del hachazo en la espalda
rompo todo naufragio
me levanto del féretro
te tomo de la mano
rompo las prohibiciones ya previstas
o sea rompo todo
rompo a llorar a silenciar las cosas
el labio solitario
por ti y por mí
por cuantos
renunciamos a hablar del arcoiris
y desfilan amigos como félix
estimulando el grito
velozmente la red
enumerados
(mucho perdón os pido)
como quien relatara
una fila de muertos entrañables
relatada por muertos
como tú y yo
como la noche misma
como abanicos muertos
pese al miedo en la palma de la mano
el corazón la carta y la alianza

José Miguel Ullán. Amor peninsular (1965).

Villarino de los Aires, Salamanca, 1944 - Madrid, ayer.

lunes, 18 de mayo de 2009

Elegir mi paisaje

Si pudiera elegir mi paisaje
de cosas memorables, mi paisaje
de otoño desolado,
eligiría, robaría esta calle
que es anterior a mí y a todos.

Ella devuelve mi mirada inservible,
la que hace apenas quince o veinte años
cuando la casa verde envenenaba el cielo.
Por eso es cruel dejarla recién atardecida
con tantos balcones como nidos a solas
y tantos pasos como nunca esperados.

Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos,
los espías aleves de la soledad,
las piernas de mujer que arrastran mis ojos
lejos de la ecuación de dos incógnitas.
Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte,
hojas secas, bocinas y nombres desolados,
nubes que van creciendo en mi ventana
mientras la humedad trae lamentos y moscas.

Sin embargo existe también el pasado
con sus súbitas rosas y modestos escándalos
con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera
y su insignificante comezón de recuerdos.

Ah si pudiera elegir un paisaje
eligiría, robaría esta calle,
esta calle recién atardecida
en la que encarnizadamente revivo
y de la que sé con estricta nostalgia
el número y el nombre de sus setenta árboles.

Mario Benedetti. Solo mientras tanto (1948-1950).

Ayer murió uno de mis poetas más queridos. No sólo por mí, porque era el más popular y el más cercano. Nunca te olvidaremos.

domingo, 17 de mayo de 2009

La guitarra

Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.

Federico García Lorca. Poema del cante jondo (1921).

jueves, 14 de mayo de 2009

Remota luz

Si de tierras hermosas retorno,
¿qué traigo? ¡Me cegó su resplandor!
Las manos desnudas, rudas, nada,
no traigo nada: traigo una canción.

Tierra buena, murmullo lánguido,
caricia, tierra casta,
¿cuál tu nombre, tu nombre tierra mía,
tu nombre Herminia, Marta?

Dorado arrullo eras.
Yo te besé tierra del gozo.
Tu noche era honda y grave,
y tu día, a mis ojos, una montaña de oro.

Tierra, tierra dulce y suave,
¿cómo era tu faz, tierra morena?

Aurelio Arturo. Morada al sur (1963).

martes, 12 de mayo de 2009

Lovers go home

Ahora que empecé el día
volviendo a tu mirada
y me encontraste bien
y te encontré más linda
ahora que por fin
está bastante claro
dondes estás y donde
estoy

sé por primera vez
que tendré fuerzas
para construir contigo
una amistad tan piola
que del vecino
territorio del amor
ese desesperado
empezarán a mirarnos
con envidia
y acabarán organizando
excursiones
para venir a preguntarnos
cómo hicimos.

Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida (1995).

lunes, 11 de mayo de 2009

American Poem

Viendo perderse el coche,
autolavado adentro,
mientras el agua bate esta gran cristalera,
no sé si por cansancio, por mal humor
y por falta de sueño,
imagino la vida perfecta, renovada
a cambio nada más de unas monedas.
Imagino un cartel vacilante
en medio del desierto:
Abrillantado de las ilusiones.
Cepillado del alma.
Lavado a fondo de cualquier infortunio.
Secado cuidadoso de la memoria harta.
Y pagar y marcharse.
Dinero fácil, fáciles esperanzas,
vida fácil.
Viendo perderse el coche,
tren de lavado adentro,
me asalta una nostalgia indefinida
y perpetro absurdas teorías sobre los paraísos.

Carlos Marzal. Los países nocturnos (1996).

domingo, 10 de mayo de 2009

Tiempo

Hoy es domingo y por eso
decía César Vallejo por eso
escucho a Bob Dylan me hundo en el fondo del subconsciente buceo
a ojos cerrados y todo aparece diáfano como la armónica de Bob tantos años abatidos
furia del ángel fieramente humano contra las alas rotas
yo dije España está perdida dentro de su nombre
llamé a la paz con los labios desgarrados
pero hoy es domingo y por eso
me serené como una verónica de Gitanillo de Triana
seccioné mi angustia la guillotiné en despiadados versos
pero hoy es domingo y por eso
a lo lejos ya vuelve la galerna
la espero a pecho descubierto
pecho como la guitarra de Bob Dylan
porque hoy es domingo y por eso

Blas de Otero. Hojas de Madrid con La galerna (1968- 1979).

sábado, 9 de mayo de 2009

(La rueda de la finanza)

... der Geschlechtsteil des Gelds...
RILKE

Primero fue la rueda modesta de las cosas:
un huevo por un pan, diez panes por un cántaro.
Luego se coronó una cosa entre todas:
el oro, con su esposa lunar, la plata triste.
Y el giro se hizo largo y potente: de lejos
llegaban caravanas hasta algún hombrecito
mágico, que en sus cuevas lo trasmutaba todo.
Pero con la alegría se azuzó más el baile:
palabras, juramentos, cartas, declaraciones
como de amor, valieron por los lejanos bienes:
sin ver, se recibían, se cambiaban los campos.
Creyó el hombre en el hombre, y reinó la confianza;
se vendió el porvenir, en fe multiplicado.
Al llegar el verano madurando los trigos
ya estaba bien gastado su valor varias veces:
a cuenta de las mieses que vendrían, ya habían
surgido casas; telas adornaban más cuerpos;
cunas mecían nuevos niños para esa harina.
Y al posarse, esa magia, esa embriagada ronda
era verdad: por leves papelitos firmados,
las cosas engendraban más cosas con el hombre:
por la palabra, el mundo se volvía infinito.

José María Valverde. La conquista de este mundo (1960).

viernes, 8 de mayo de 2009

Y pensar que pudimos...

Y pensar que extraviamos
la senda milagrosa
en que se hubiera abierto
nuestra ilusión, como perenne rosa...

Y pensar que pudimos
enlazar nuestras manos
y apurar en un beso
la comunión de fértiles veranos...

Y pensar que pudimos
en una onda secreta
de embriaguez, deslizarnos,
valsando un vals sin fin, por el planeta...

Y pensar que pudimos,
al rendir la jornada,
desde la sosegada
sombra de tu portal y en una suave
conjunción de existencias,
ver las cintilaciones del Zodíaco
sobre la sombra de nuestras conciencias...

Ramón López Velarde. La sangre devota (1916).

jueves, 7 de mayo de 2009

La gota

La gota es un modelo de concisión:
todo el universo
encerrado en un punto de agua.

La gota representa el diluvio y la sed.
Es el vasto Amazonas y el gran Océano.

La gota estuvo allí en el principio del mundo.
Es el espejo, el abismo,
la casa de la vida y la fluidez de la muerte.

Para abreviar, la gota está poblada de seres
que se combaten, se exterminan, se acoplan.
No pueden salir de ella,
gritan en vano.

Preguntan como todos:
¿de qué se trata,
hasta cuándo,
qué mal hicimos
para estar prisioneros de nuestra gota?

Y nadie escucha.
Sombra y silencio en torno de la gota,
brizna de luz entre la noche cósmica
en donde no hay respuesta.

José Emilio Pacheco.

Hoy ha sido galardonado con el XVIII Premio de Poesía Reina Sofía.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Oh, tú a quien a menudo y silenciosamente me aproximo

Oh, tú a quien a menudo y silenciosamente me aproximo para estar contigo,
Cuando camino a tu lado, o estoy sentado junto a ti, o permanezco contigo en la misma habitación,
Poco sabes del sutil fuego eléctrico que por ti vibra dentro de mí.

o en el original

O you whom I often and silenty come

O you whom I often and silenty come where you are that I may be with you
As I walk by your side or sit near, or remain in the same room with you,
Litte you know the subtle electric fire that for your sake is playing withing me.

Walt Whitman. Calamus. Hojas de hierba (1855-1892).

lunes, 4 de mayo de 2009

Que su terror no infecte al nuestro, loba

Asómate. Ven a mi lado. Observa.

Se defienden del pánico del ser
con leyes y teorías, propiedades, legajos,
sentencias, admoniciones, amenazas.

Creen ser gregarios. Y están solos.

Por los umbríos solares de su edad
yacen llevando encima la errante presunción
que aún suplanta a su túmulo.

Necios, enfermos, soberbios, concluidos,
jamás rugieron en la jaula,
siempre evitaron resollar el placer.


Loba: nuestro terror está lleno de manos.
El suyo, de muñones.

Félix Grande. Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978).

domingo, 3 de mayo de 2009

Alucinación

Amanece. Descalzo he salido a pisar los caminos,
a sentir en la carne desnuda la escarcha.
Tanta luz, tanta vida, tan verde cantar de la hierba!
Tan feliz creación elevada a la cima más alta!
Siento el tiempo pasar y perderse y tan solo por fuera de mí se detiene.
Y parece que está el universo encantado, tocado de gracia.
¡Tanta luz, tanta vida, tan frágil silencio!
¡Tantas cosas eternas que mellan al tiempo su trágica espada!
¡Tanta luz, tan abiertos caminos!
¡Tanta luz que evita los siglos y ordena en el día su magia!

Si la flor, si la piedra, si el árbol, si el pájaro;
si su olor, su dureza, su verde jadeo, su vuelo entre el cielo y la rama.
Si todos me deben su vida, si a costa de mí, de mi muerte es posible su vida,
a costa de mí, de mi muerte diaria...
¡Tanta luz, tan remoto latir de la yerba...!
(Descalzo he salido a sentir en la carne desnuda la escarcha). ¡Tanta luz, tan oscura pregunta!
¡Tan oscura y difícil palabra!
¡Tan confuso y difícil buscar, pretender y comprender y aceptar,
y parar lo que nunca se para!

José Hierro. Alegría (1947).