martes, 30 de abril de 2013

Mensaje de amor de Valdemar Gris

Yo,
Valdemar Gris,
habitante de este mundo,
niño antiguo de veinticinco ríos secos de edad,
os traigo mi humilde mensaje de primavera
y os digo con alegría de estrellas en mis ojos :
Todos los jóvenes del mundo somos hermanos.
Somos todos hijos del sol y del misterio.
Olvidemos, pues, amigos míos,
hermanos míos del mundo ; olvidemos
las vanas disputas de los viejos.
¡Qué se llenen los libros con razones inútiles de muertos,
que nosotros sólo queremos ver triunfar
la gloria y la nada de la vida
por todos los puntos del viento planetario!
Queremos que nuestro destino de hombres
tenga un camino con soles y riberas,
y maravillosas ciudades de cristal,
y muchachas morenas
cantando por las playas,
y desesperados pensadores
intentando enhebrar raíces con estrellas,
e ingenieros poetas que canten
las melancolías atroces del cemento
que devora el corazón de las rosas,
y serenos atletas
con armonías de agua,
y ardientes corazones de santos
descubriendo senderos
en su pasión total.
 
Pero hemos de estar unidos,
amigos míos, hermanos míos del mundo,
y ha de ser nuestro lazo abrasado
un humano destino secreto
de conciencia amorosa de la Tierra.
 
Os lo digo yo,
Valdemar Gris,
sediento caminante de luz,
exhausto de túneles adolescentes
por donde las espigas estrangulan su raíz hacia arriba :
Todos los jóvenes del mundo
somos hermanos de destino,
y os lo digo
con voz quebrada
de antiguos llantos sin consuelo,
con alegría renovada
de futuras estrellas en mis ojos.
 
Miguel Labordeta. Sumido 25 (1946).

lunes, 29 de abril de 2013

[Algo ha rozado ahora]

Algo ha rozado ahora
sin querer, una rama.
Algo pasa, dejando
jirones de su cuerpo.
Mi carne, en el espino
brilla opaca la noche.

José Corredor-Matheos. Carta a Li Po (1975).

viernes, 26 de abril de 2013

[Un único movimiento]

Un único movimiento
a falta de corazón...

Un única aventura
aprendida de cuando fuimos juntos
los últimos años.

Un pacto por decir algo:
disonancia perfecta
que acoja de improviso todo
resto nuestro de piel.
Este tiempo final...
Toda la noche.

Antonio Méndez Rubio. Cuerpo a cuerpo (2010).

miércoles, 24 de abril de 2013

Árboles desiertos

Las hojas están secas; en la corteza
insisten hormigas tristes.

Ni las ramas desnudas
insinúan brotes de madrugada.

Sólo crece maleza por la noche,
sólo un temblor que desfallece
a sus pies.

El desierto escala a la altura
del otoño en los huesos.

Arturo Borra. Umbrales del naufragio (2010).

martes, 23 de abril de 2013

Tengo bastante con vivir

No me hace falta más que un poco
de fe, que una precaria veta
de esperanza, que un resquicio
de caridad para poder
seguir llamándote
como ahora te digo: patria mía,
piel aciaga de amor, vida quemada
en cada sueño, palabras repetidas
contra un muro de azar.
Aquí mi sed
se sacia con mi sed. No necesito
nada: tengo bastante con vivir.

José Manuel Caballero Bonald. El papel del coro (1961).

lunes, 22 de abril de 2013

Otro aniversario

Aquella mujer que día a día
combatió por nosotros
y el ascua del hogar tuvo encendida.
Aquellas manos puras sobre el aire
como ala o techo de la vida.
Era
en la infancia terrible o en el llanto
el pan nutricio o la ventana clara.
Aquella voz, la nuestra, que repite
tu nombre cierto contra tanta muerte.
El regazo infantil, la luz segura
del anegado reino.

Cuanto hay de amor en nuestras manos nace
del amor que nos diste.
Forma es de tu memoria, calcinada ceniza.
El duro diamante sobrevive a la noche.

José Ángel Valente. La memoria y los signos (1966).

domingo, 21 de abril de 2013

Niño de los cincuenta

Niñez de leche en polvo
Y queso americano
Por las enciclopedias galopa la nostalgia
Pupitres Aritmética secantes
Ebrios caballos entre los renglones
Por la caligrafía de la ausencia.
Manos engarañadas
Labios que abren al mundo un pórtico de luz.
Cromos en los bolsillos
De artistas y migajas
¿Dónde estás María Laso?
¿Dónde tu rostro vivo amarillo en los cromos?
Intercambios platillos y chapas de botellas
Los guardias y ladrones
Domingos catequesis remudarse
Ropa limpia botones
Que abrochan la tristeza de las tardes.
Y de los ojos luces que acarician las cosas
Fuentes aves senderos
Soportales la plaza
Gritos lluvia la lumbre
Y en los inviernos lenta deslizándose
La nieve por la sierra por laderas
Entre brezos chaguarzos
Agazapada por las calles
Como animal herido entre las piedras
Sucia por las pisadas.
Y el cabás con los lápices
Con cuadernos con risas
Guardadas entre mudos
Signos de las pizarras. En la torre
El sonoro volar de las campanas
Que taladran el aire.
Y un niño ensimismado bajo los soportales
Sintiendo el mapamundi rojo del corazón...

José Luis Puerto. Un jardín al olvido (1987).

miércoles, 17 de abril de 2013

Ludia

Y tú, Ludia, que hostigas la espesura
con tu paso de dardo,
revélame el secreto
de este juego de negras transparencias
que descienden dejando a nuestros pies
lo que nunca de forma estipulada
pudiera sernos dicho.
Y juntos inventemos
las imposibles reglas
de lo que sólo regirá el destino:
la asombrosa ecuación de la altura
de los árboles mismos
y su cima de fronda entrelazada
filtrando los reflejos
de la invisible luz.

Y que sea el azar quien determine
la flecha y el carcaj venturoso
de la hora más bella:
una lúcida muerte
que destelle en la sombra
su certera mirada
como estrella de sonoro diamante
en la desolación de esta noche total.

Amparo Amorós. Ludia (1983).

viernes, 12 de abril de 2013

Poema de los muertos vivos

El agua del espejo, más helada,
nos dice la verdad: somos los muertos.

Dámaso Alonso.

Hay un muerto viejísimo por dentro de mis venas,
un muerto tan antiguo como mi triste vida.
Un muerto sollozante que me vierte la espuma del mar de su carrera interminable.

Hay un muerto enfrentado con esta carne viva
que piensa y que se estruja, que se cae a pedazos.
Un muerto que divide mi ser en dos mitades
y me dice al oído que más allá no hay nada.

Los hombres somos vasos de hiel y somnolencia
donde la muerte escancia su germen nutritivo.
Por dentro de las venas nos corren mil caballos
hambrientos de los prados para que el alma paste.
Un muerto nos navega, maduro de silencios,
sobre la carne exhausta de su morir viviendo. (Los muertos son las ramas desgajadas del árbol tenebroso de la vida.

Y ese muerto horroroso que llevamos los hombres
igual que el tren correo lleva un furgón de cola,
descifra la ironía de su postrera mueca
cuando el último salto le hizo caer de bruces.

Un muerto que se agarra a nuestra carne anémica
y aprieta nuestro pulso y nos rasga los tendones.
Un muerto que se ríe de nuestro amarla vida,
y es tan antiguo, acaso, como el latido nuestro.

Los hombres somos almas clavadas en el marco de la oscura ventana de la noche.
Los hombres somos ruinas antiguas y olvidadas
por donde se patinan las blandas ligaternas.
Igual que un vaso roto tirado a la basura
con nostalgia de vinos y labios de borrachos.

Un muerto nos galopa vertiéndonos la espuma de su boca alocada en la carrera.
un muerto que divide al hombre en dos mitades
y nos dice al oído que más allá no hay nada.

Y ese muerto terrible, mezcla de vivo y muerto,
que hace que nuestro cuerpo aún sea vertical,
un día no lejano, un día como todos,
un día exactamente lo mismo que otros días,
doblegará esta carne cansada de estar muerta,
nos perderá en el hondo recodo de la muerte.

Los hombres somos luces clavadas en la noche
igual que un fuego fatuo ardiendo en las tinieblas.

Los hombres somos muertos cansados de estar vivos.

Gabino Alejandro Carriedo. El cerco de la vida (1946-7).

miércoles, 10 de abril de 2013

Romance del prisionero

Por el mes era de mayo, - cuando hace la calor,
cuando canta la calandria - y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados - van a servir al amor,
sino yo triste, cuitado, - que vivo en esta prisión,
que ni sé cuando es de día, - ni cuando las noches son,
sino por una avecilla - que me cantaba al albor:
matómela un ballestero, - ¡déle Dios mal galardón!

Anónimo. El romancero viejo.

domingo, 7 de abril de 2013

Las garzas

Para Angelika

Las vi cruzar el puente, en un rasguño
de la noche cerrada: transcurrían
en formación precisa,
un sereno triángulo
como flecha segura que apuntara
al corazón del sol adivinado
más allá de la niebla,
tatuaje rojo inscrito en el calor
del territorio propio entre las alas.
Batían en la fe de un solo pulso
el plomo de los cielos, sacudiéndose
las bajas nubes tardas.
Volaban de memoria aquellos pájaros,
fantasmas de pureza con la mirada fija
en la línea de acero de una ancha tierra santa.
Quedé como imantado
en toda mi estatura a la alta aguja
de su navegación, mientras seguía
con los ojos errantes el vector de su rumbo.
Al cabo, la bandada
fue mullendo su esquema en una mecha
de bruma, hasta perderse
en la tinta del cielo.
¿A dónde irían
las garzas? Sólo sé
que algo de mi partió
como saeta fiel aquella noche
desde el arco del puente;
algo de mí se fue y boga dichoso
hacia algún sur de luz en la flecha del vuelo.

Miguel Ángel Velasco. La miel salvaje (2003).

sábado, 6 de abril de 2013

Pienso mesa y digo silla

Pienso mesa y digo silla,
compro pan y me lo dejo,
lo que aprendo se me olvida,
lo que pasa es que te quiero.
La trilla lo dice todo;
y el mendigo en el alero,
el pez vuela por la sala,
el toro sopla en el ruedo.
Entre Santander y Asturias
pasa un río, pasa un ciervo,
pasa un rebaño de santas,
pasa un peso.
Entre mi sangre y el llanto
hay un puente muy pequeño,
y por él no pasa nada,
lo que pasa es que te quiero.

Gloria Fuertes. Todo asusta (1958).

viernes, 5 de abril de 2013

Ácido rumor

But with prolonged drowning shap develops gills
W.H.A.

Cuando el mundo es más desagradable que oscuro,
como la falta de ropa interior, un mal tostado
combinado con cremas, sexo, arena,
transpiración calurosa entre las piernas durante
el tossing and turning de la ambición
o los planes ascéticos, seductores, subversivos
trotas aún con lluvia en la mañana, trabajas el día;
un trago, el amor, Quevedo o una canción te hacen llorar
porque andas con una sensibilidad, vulnerabilidad diría
que hasta da miedo tocarte la mano o mirarte fijo.
Algunas noches has despertado ante un campo de estrellas
(el descanso de pantalla)
como camionero dormido en el manubrio
después de levantar la cabeza somnolienta del teclado.

Germán Carrasco. La insidia del sol sobre las cosas (1998). 

jueves, 4 de abril de 2013

Home sweet home

la cabeza dentro del retrete los dedos en la garganta
hay un número determinado de neuronas que se pierden
después de una noche como ésta por más que lo intento

las tuyas siempre encuentran el camino


Pablo García Casado. Las afueras (1997).

lunes, 1 de abril de 2013

Fábula del tiempo

Seguramente, si lo piensas,
estos años no van a repetirse.
Vivirás su carencia irremediable,
se llenará de sombras tu mirada,
te habitará el vacío y, con el tiempo,
se destruirá tu imagen del espejo.

Y esperarás cansado, te aseguran,
muchas tardes morir en tu ventana,
buscando en la memoria
ese tiempo feliz, siempre perdido,
esa estación dorada que tuviste
y que debe ser ésta, más o menos.

Luis Muñoz. Septiembre (1991).