Y tú, Ludia, que hostigas la espesura
con tu paso de dardo,
revélame el secreto
de este juego de negras transparencias
que descienden dejando a nuestros pies
lo que nunca de forma estipulada
pudiera sernos dicho.
Y juntos inventemos
las imposibles reglas
de lo que sólo regirá el destino:
la asombrosa ecuación de la altura
de los árboles mismos
y su cima de fronda entrelazada
filtrando los reflejos
de la invisible luz.
Y que sea el azar quien determine
la flecha y el carcaj venturoso
de la hora más bella:
una lúcida muerte
que destelle en la sombra
su certera mirada
como estrella de sonoro diamante
en la desolación de esta noche total.
Amparo Amorós. Ludia (1983).
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