martes, 24 de noviembre de 2009

Las horas sucesivas

Llueve torrencialmente.
¡Qué ganas de beber! No quiero vino.
Dame un jugo de fruta.
¡Cómo tiemblan, se tuercen bajo el agua
Con viento los ramajes!

Es muy temprano. Ven.
El sueño matutino es delicioso:
Apenas ver la luz mientras se duerme,
Casi se duerme, retrasando el día.

¿No duermes? Bien así. Más te acaricio,
Más me abandono yo, más te abandonas,
Muy felices o como si lo fuéramos,
¿Y no lo somos ya si lo creemos?

Cuando cese la lluvia,
La tierra del jardín olerá a tierra.
No habrá mejor fragancia.
Y después vendrá el día con sus horas
Fugaces, nunca sueltas,
Nunca sin sus raíces,
A pasado y futuro encadenadas.
¿Cómo aislar en el aire los momentos?

Jorge Guillén. Homenaje. Al margen de Horacio (1967).

domingo, 22 de noviembre de 2009

La bella del bosque durmiente

- Decidme, noble anciana, por vuestra vida:
¿yace aquí la princesa que está dormida,
esperando ha dos siglos un caballero?

- La princesa de que hablan en tu conseja,
¡soy yo!... pero, ¿no miras? Estoy muy vieja,
¡ya ninguno me busca y a nadie espero!

- Y yo que la procela de un mar de llanto
surqué... ¡Yo que he salvado montes y ríos
por vos! - ¡Ay! caballero ¡qué desencanto!
... Mas, no en balde por verme sufriste tanto:
tus cabellos son blancos, ¡como los míos!

Asómate al espejo de esta fontana,
¡oh pobre caballero!... ¡Tarde viniste!
Mas, aún puedo amarte como una hermana,
posar en mi regazo tu frente cana
y entonar viejas coplas cuando estés triste...

Amado Nervo. La amada inmóvil (1922).

sábado, 21 de noviembre de 2009

¿Quién?

¿Quién era yo? ¿Quién me sabía
desde el extremo reverso mudo
-cuerpo de nadie-, consumiéndose
en ajeno cuerpo mío?

¿Quién se sabía extrañamente
de mi extraño ignorar, dueño?

Hundido en soledad doble, no era yo,
sino mi sí y mi no...

Cuanto más me acercaba a mí mismo
crecía distinto y lejano:
enamorado de mi ausencia...

Mariano Brull. Nada más que... (1954).

lunes, 16 de noviembre de 2009

Aquellos maravillosos años

Que la vida dolía
yo lo aprendí muy pronto.
Quizá por eso anduve tantos años
huyendo de la vida, como loco;

ciego, para no ver lo que sabía
que iba a ver nada más abrir los ojos;
borracho, para no mirar de frente
su impenetrable rostro.

Para poder vivir en paz, sin miedo,
para animarme, me lo bebí todo.
-Sólo así conseguí, en algún momento,

ser feliz y gozar la vida a fondo-.
Pero el sueño de la razón es sueño
y engendra monstruos.

Javier Salvago. Septiembre, 1997 (Doce poemas).

lunes, 9 de noviembre de 2009

Nostalgia de la nieve

¡Cae la noche sobre la nieve!

Todos hemos pensado alguna vez
o alguien -yo mismo- lo piensa ahora
por quienes no sabe que un día lo pensaron ya,
que las sombras que forman la noche de todos los días
caen silenciosas, furtivas, escondiéndose
detrás de sí mismas, del cielo:
copos de sombra.
Porque la sombra es la nieve oscura,
la impensable callada nieve negra.

¡Cae la nieve sobre la noche!

¡Qué luz de atardecer increíble,
hecha del polvo más fino
llena de misteriosa tibieza,
anuncia la aparición de la nieve!
Luego, por hilos invisibles
y sueltos en el aire como una cabellera,
descienden
copos de pluma, copos de espuma.

Y algo de dulce sueño,
de sueño sin angustia,
infantil, tierno, leve
goce no recordado
tiene la milagrosa
forma en que por la noche
caen las silenciosas
sombras blancas de nieve.

Xavier Villaurrutia.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Balance

La vida agota. Juegos son primero
sus trampas y espejismo la cordura.
El alcohol, las mujeres, el casero
tarde o temprano pasan su factura.
Amor más poderoso que el dinero,
si no acabara siempre en amargura.
Amor que va de vuelo y dice muero
por ti mientras nos presta sepultura.
La vida cansa, cuenta la estadística.
El jefe, los amigos, los atascos
mandan al otro barrio corazones.
Pero antes que enrolarme en otra mística,
apuesto por la vida y no hago ascos
a su locura. Tengo mis razones.

José Antonio Mesa Toré. El amigo imaginario (1991).

sábado, 7 de noviembre de 2009

Géiser

Moviéndose la luz, en este cuarto
Que insiste en su corriente extraordinaria.

Constante catarata que disuelve
Su esbozo entre los ojos para abrirlos
a las calles mojadas por la lluvia.

Ana Gorría. Araña (2005).

viernes, 6 de noviembre de 2009

La canción de Aquiles

No tengo los secretos
para cambiar la vida.
Sólo quiero belleza.
Presiento más que digo.

El peso del dolor
intimo del mundo
cae sobre mí y me aplasta,
y me siento morir.

Perplejo, no sé los
secretos de la vida.
No domino la vida
y no temo a la muerte.

Carmen Jodra. Rincones sucios (2004).

jueves, 5 de noviembre de 2009

[Soneto XXXII]

Estoy continuo en lágrimas bañado,
rompiendo el aire siempre con suspiros;
y más me duele nunca osar deciros
que he llegado por vos a tal estado,

que viéndome do estoy y lo que he andado
por el camino estrecho de seguiros,
si me quiero tornar para huiros,
desmayo viendo atrás lo que he dejado;

si a subir pruebo en la difícil cumbre,
a cada paso espántame en la vida
ejemplos tristes de los que han caído.

Y sobre todo, fáltame la lumbre
de la esperanza con que andar solía
por la oscura región de vuestro olvido.

Garcilaso de la Vega (1501?-1536). Publicado en 1543.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Todas las casas son ojos

Todas las casas son ojos
que resplandecen y acechan.

Todas las casas son bocas
que escupen, muerden y besan.

Todas las casas son brazos
que se empujan y se estrechan.

De todas las casas salen
soplos de sombra y de selva.

En todas hay un clamor
de sangre insatisfechas.

Y a un grito todas las casas
se asaltan y se despueblan.

Y a un grito todas se aplacan,
y se fecundan, y se esperan.

Miguel Hernández. Cancionero y romancero de ausencias (1938-41).

martes, 3 de noviembre de 2009

Romance del amor más poderoso que la muerte

Conde Niño por amores
es niño y pasó a la mar;
a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar,
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.
La reina estaba labrando,
su hija durmiendo está:
-Levantáos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
sino es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre,
juntos nos han de enterrar.
Él murió a la medianoche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de condes
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella nació una garza,
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.

Anónimo. Versión de Menéndez Pidal.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Soneto triste para mi última chaqueta

Esta tibia chaqueta rumorosa
que mi cuerpo recoge entre su lana,
se quedará colgada una mañana,
se quedará vacía y silenciosa.

Su delicada tela perezosa
cobijará una sombra fría y vana,
cobijará una ausencia, una lejana
memoria de la vida presurosa.

Conmigo no vendrá, que habré partido,
y entre su mansa lana entretejida
tan sólo dejaré mi propio olvido.

Donde alentara la gozosa vida,
no alentará ni el más pequeño ruido,
sólo una helada sombra dolorida.

Rafael Morales. Canción sobre el asfalto (1958).

domingo, 1 de noviembre de 2009

[Muy triste será mi vida]

Muy triste será mi vida
Los días que non vos viere;
Y mi persona vencida
Del dolor de la partida,
Morirá cuando muriere.
Vevirán los pensamientos
Que con vos siempre he tenido;
No morirán los tormentos
Dados sin merecimientos
Que de vos he recebido.
Y así será conoscido
Mi vida cuanto vos quiere;
Y mi persona vencida
Del dolor de la partida
Morirá cuando muriere.

Juan Rodríguez del Padrón.