domingo, 28 de junio de 2009

Canción serena

Un día puro, alegre, libre quiero.
FRAY LUIS DE LEÓN

No me dejéis así: Sorbido por la tierra
hondísima y vibrante como el clamor penúltimo;
con este olor maduro de soles y horizontes
abriéndome en el pecho el surco luminoso.

No es el que el cuerpo me suene a cristal derramado
ni que diez corazones me alanceen las yemas,
ni que cielos redondos agolpen sus rebaños
a mis ojos mastines, labradores de cimas.

Es que un mar fugitivo rinde velas y senos
y pétalos y espumas a la gozosa playa
donde el rumor se atreve a mancillar la sombra.
¡Y se me ciegan labios y gritos y pupilas!

Es que siento que el aire es de carne dulcísima
y la luz sólo luz.
Que el contorno me huye
a bandadas blanquísimas de palomas y lirios
y me abandonan manos y dientes y melenas.
No. No me dejéis así: Moriría desnudo
sin sentirme morir. Brasa, pájaro. Pájaro o viento-,
y pobre vestido, con su sangre caliente,
se hundiría, esperando mi imposible retorno.

Victoriano Crémer. Tacto sonoro (1944).

Ayer nos dejó a sus 102 años. Seguía publicando un artículo diario.

jueves, 25 de junio de 2009

Noche de San Juan

Qué secreta y hermosa
es la noche festiva para aquel
que no tiene pasado: un tiempo frío
dentro del corazón.
Qué exacta noche
de fuego y juventud.
Qué diferente
ya de cuando éramos
aquellos que en la sombra
furtivos se besaban y reían.
Las muchachas se obsequian como entonces
y los amigos beben en una copia igual
a la que ya apuramos cuando fuimos
como estos que ahora se adueñan de la vida.
 
Felipe Benítez Reyes. Sombras particulares (1992).

martes, 23 de junio de 2009

El miedo es vertical

La habitación emerge con la inercia
del alba acostumbrada a los retornos.

Agostada su luz, tiembla en los ojos
la empresa derrotada y la ceguera.

El miedo, imán del frío,
precipita la vida y la contiene.

Ana Gorría. Araña (2005).

domingo, 21 de junio de 2009

Adolescencia

Vinieras y te fueras dulcemente,
de otro camino
a otro camino. Verte,
Pasar por un puente a otro puente.
-El pie breve,
la luz vencida alegre-.

Muchacho que sería yo mirando
aguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje
fluir, desvanecerse.

Vicente Aleixandre. Ámbito (1928).

viernes, 19 de junio de 2009

Vino el ángel de las sombras

Vino el ángel de las sombras;
me tentó tres veces.
Yo, erguido, tallado en piedra
firme, resistiéndole.
Me torturaba con lágrimas,
látigos y nieves,
con soledades. Me puso
la frente candente.

Toda la noche me estuvo
llenando de muerte.
Separaba con un mar
las orillas verdes.
Entre una y otra orilla
no dejaba puentes.

Se pasó la noche entera
llamándome, hiriéndome.
Diciendo que yo era el rey
del trigo y la nieve,
el rey de las horas negras
y el de las celestes.

Vino el ángel de las sombras.
Yo en pie, resistiéndole.
Esperando que, al cantar
los gallos, huyese.

Alucinado, queriendo
vencerle, venciéndome.

José Hierro. Quinta del 42 (1952).

jueves, 18 de junio de 2009

El ciclo

Un día.

Arco entre la luz y la luz,
un día.

Salimos de la casa.
Lo invisible
nacía, puro.

Nacíamos.

Giraba, indescifrable,
el tiempo en nuestros pasos, en las hojas,
en la cal de las tapias hasta el mar.
Buscaba, errante, el centro, la quietud
en los seres errantes.

El aire
nos hería.

Volvimos
ya con la luz de lo invisible.

El cielo oscuro,
la pureza,
fueron signos del fin.

Un día.

Rafael José Díaz. Llamada en la primera nieve (2000).

lunes, 15 de junio de 2009

Canción del pirata

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.

Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.

"Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor."

"Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

"Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes."

"Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

"A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer."

"En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

"¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío."

"Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

"Son mi música mejor
Aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones."

"Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

José de Espronceda. Poesías líricas (1840).

jueves, 11 de junio de 2009

[Aquí ya está el milagro]

Aquí ya está el milagro,
aquí, a medio camino
entre la bendición, entre el silencio,
y la fecundación y la lujuria
y la luz sin fatiga.
¿Y la semilla de la profecía,
la levadura del placer que amasa
sexo y canto?
Esta noche de julio, en quietud y en piedad,
sereno el viento del oeste y muy
querido me alza
hasta tu cuerpo claro,
hasta el cielo maldito que está entrando
junto a tu amor y el mío.

Claudio Rodríguez. Casi una leyenda. De amor ha sido la falta (1991).

martes, 9 de junio de 2009

Incredulidad

No eres
posible,
no es posible
que todo el calor del mundo
haya cobrado la forma de tu cuerpo
tendido e irradiante junto al mío,
no es posible tu cuello
girando sobre la almohada lentamente
como fanal de dicha,
tanta fructificación no es
posible, tan alta primavera
desbordando tus pechos y tus manos
hasta inundar todas las alcobas de mi vida,
no es posible el latido de tu sueño
cuando convoca
paisajes como caricias, dédalos susurrados
de fraternidad y auxilio y maravilla,
no es posible la paz de tu vientre rubio
si te busco debajo de las sábanas.
Desnuda no eres posible. Junto a mí, no es posible.
Eres lo más real y no es posible.

Jorge Riechmann. Cuaderno de Berlín (1989).

lunes, 8 de junio de 2009

[¿Acompañan las almas? ¿Se las siente?]

¿Acompañan las almas? ¿Se las siente?
¿O lo que te acompañan son dedales
minúsculos, de vidrio,
cárceles de las puntas, de las fugas,
rosadas, de los dedos?

¿Acompañan las ansias? ¿Y los "más",
los "más", los "más" no te acompañan?
¿O tienes junto a ti sólo la música
tan mártir, destrozada
de chocar contra todas las esquinas
del mundo, la que tocan
desesperadamente, sin besar,
espectros, por la radio?

¿Acompañan las alas, o están lejos?
Y dime, ¿te acompaña
ese inmenso querer estar contigo
que se llama el amor o el telegrama?

¿O estás sola, sin otra compañía
que mirar muy despacio, con los ojos
arrasados de llanto, estampas viejas
de modas anticuadas, y sentirte desnuda,
sola, con tu desnudo prometido?

Pedro Salinas. Razón de amor (1936).

domingo, 7 de junio de 2009

[No porque llueva seré digno. ¿Y cuándo]

No porque llueva seré digno. ¿Y cuándo
lo seré, en qué momento? ¿Entre la pausa
que va de gota a gota? Si llegases
de súbito y al par de la mañana,
al par de este creciente mes, sabiendo,
como la lluvia sabe de mi infancia,
que una cosa es llegar y otra llegarme
desde la vez aquella para nada...
Si llegases de pronto, ¿qué diría?
Huele a silencio cada ser y rápida
la visión cae desde altas cimas siempre.
Como el mantillo de los campos, basta,
basta a mi corazón ligera siembra
para darse hasta el límite. Igual basta,
no sé por qué, a la nube. Qué eficacia
la del amor. Y llueve. Estoy pensando
que la lluvia no tiene sal de lágrimas.
Puede que sea ya un poco más digno.
Y es por el sol, por este viento, que alza
la vida, por el humo de los montes,
por la roca, en la noche aún más exacta,
por el lejano mar. Es por lo único
que purifica, por lo que nos salva.
Quisiera estar contigo no por verte
sino por ver lo mismo que tú, cada
cosa en la que respiras como en esta
lluvia de tanta sencillez, que lava.

Claudio Rodríguez. Don de la ebriedad (1953).

sábado, 6 de junio de 2009

Quien huye, encuentra

La belleza de huir, aprendiz de Epicuro,
cuando el cielo despeina las palmeras
y el destino más negro te acuna como un don.

Al principio, no obstante,
los alacranes venga su timidez,
la pasión casquivana
se ofrece a los peores, y a la luna
la dermatología le es ajena.

Se tiene fe
o no. Yo tengo fe
en la evasión. Una palabra cae
y te aligera.
Fui vulnerable, me culpé y, en fin...

Moraleja: descansa en lo difícil.

Carlos Pardo. Desvelo sin paisaje (2002).

martes, 2 de junio de 2009

Ocaso en el espejo

En el jardín y en el espejo
Caen las hojas de los árboles
En el jardín y en el espejo
Se van las horas por la tarde

El jardín se sabe duplicado
Por el divino mago
Y aumenta sus encantos

Por el espejo y el Ocaso
Ha cruzado un pájaro

Y este mago cristal
Se me hace un arroyuelo
Y se alarga indefinidamente
Para dar a mis pies atracciones de senderos

En el espejo acuoso muriendo va la tarde
En una despedida interminable.

Vicente Huidobro. Poemas inéditos y dispersos (1916).