sábado, 6 de junio de 2009

Quien huye, encuentra

La belleza de huir, aprendiz de Epicuro,
cuando el cielo despeina las palmeras
y el destino más negro te acuna como un don.

Al principio, no obstante,
los alacranes venga su timidez,
la pasión casquivana
se ofrece a los peores, y a la luna
la dermatología le es ajena.

Se tiene fe
o no. Yo tengo fe
en la evasión. Una palabra cae
y te aligera.
Fui vulnerable, me culpé y, en fin...

Moraleja: descansa en lo difícil.

Carlos Pardo. Desvelo sin paisaje (2002).

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