Sobreviviré a mi muerte, oh veladora
Pálida joven y que tu voz perviva
A través de las sombras, siempreviva
Humana estela mía salvadora
Un nombre solo queda entre la aurora,
Broche o flor que requiere sensitiva
La guirnalda o la frente pensativa
De una vida fugaz lamentadora.
Si los muertos se salvan en los brazos
De seres que suspiran compasivos
Sus nombres en silencio, oh compañera
Que quisiste salvarme con abrazos,
Ampárame tu voz entre los vivos,
Estela de mi muerte y no bandera.
Bernardo Clariana. Ardiente desnacer. Testimonio poético (1943).
No hay comentarios:
Publicar un comentario