A solas con la fiebre,
temblando,
sobre la niebla azul
qué camino trazar,
porqué la urgencia,
a quién alzar
este
alfiler de vidrio
incandescente,
cómo cesar la luz,
dónde
depositar
los firmamentos
que arrastro entre las manos,
sin voz,
con la emergencia del hambriento
que niega los eclipses,
el óxido ordinario de las tardes,
lo fácil de las líneas,
que apuesta el estupor
a la temeridad de las visiones,
con la fe del que arriesga
en el costado,
la sal de la victoria.
Ana Gorría. Araña (2005).
2 comentarios:
En este poema, has elegido además la esperanza.
No llega a apreciarse la tristeza pero embarga al lector la esperanza.
Bonita elección.
Un abrazo.
Esa esperanza de salvación de los últimos versos que no debemos olvidar nunca.
Gracias.
Un abrazo.
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