domingo, 12 de octubre de 2008

Una mano de tierra

Una mano de tierra o de vacío,
de vida o muerte dura me persigue.
El amor que se asoma no consigue
burlar de aquella ausencia el guante frío.

¿Es tormento y humano desvarío
que muerde o lame, perro que me sigue
las venas sonriendo? ¡No castigue
su risa, su pisada, el sueño mío!

Mas sus ojos sin ojos, mi desierto,
las raíces que tengo en agonía,
el rosal de mi anhelo amurallado,

traspasan con fulgor de otoño muerto.
Esa mano... ese can... esa sombría
nada va, viene, ronda mi cercado.

Concha Zardoya. La casa deshabitada (1959).

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