domingo, 26 de octubre de 2008

Un vaso de agua para la madre de Juan Alcaide

Te recuerdo callando entre mujeres
mientras tu Juan, ya huésped de la caja,
aguardaba los puentes de la tierra.

Yo no le quise ver porque me daba miedo.
No porque de la muerte me estremezca
ni un muerto me dé espanto,
sino porque era Juan con su calva y su frente
y con sus labios gordos y sus manos helándose.

Entonces me dio miedo de estar en Valdepeñas,
de haber llegado en tren por la mañana
y haber bebido vino antes de verte.
Porque tú estabas, blanca, en una silla
sin pronunciar un verbo
y con gesto de nunca.
No sabías

sin estabas en tu casa, si de lejos
veías su tejado, negro ahora.
Transitaba la gente por el patio
y tú, entonces, pesabas
en camisas planchadas y en pañuelos;
en perfumes de flor y maderas,
y nada de la muerte y de su prisa.

Cerca estaba tu hijo:
fuerzas hacían por alzarle algunos.

Ángel Crespo. Quedan señales (1952).

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