sábado, 18 de octubre de 2008

El requerido

No la razón del piano: las del hombre
te condujeron desde que eras niño
y entre la fría luz de la patria angustiada
a la que no habías de volver.

Ya entonces intuiste la caediza
ráfaga del amor, la carrera del tiempo,
los impuros motivos del tambor y las armas,
la soledad en que, como con el regalo
de un dios inexorable,
se mueve nuestra vida hacia su término.
Ya retenías aquello en el sollozo,
más viril y más tierno, de las cuerdas.
Ya eras del todo y para siempre tú,
testigo y mensajero, condolido inventor
de una esperanza para los humanos
o de aquel llanto en luz con que creerla.

Tu vida no fue oscura, pero entre
las galas, los viajes, algo interior aún
a tu enfermenda, iba
irreparablemente consumiéndote
y haciéndote mayor al mismo tiempo.
Scherzos y baladas, las amargas
delicias de un nocturno, los estudios
por los que nieve y fuego, o muerte y vida,
se entrecruzan temblando,
eran emanación de aquella fuerza
con la que el corazón del universo,
cuanto nos ilumina y abandona,
expresión te pedían, ser fijados
de alguna forma, a salvo de la muerte.

Eso te desgarró y nos dio tu música:
tu palabra de hombre
de una vida más basta y más completa.

Fernando Quiñones.

2 comentarios:

Francesc Puigcarbó dijo...

Hola, me has dejado un comentario en absurdiades y veo que te gusta la poesia, tengo en catalàn i en castellano, si te apetece le hechas un vistazo:

http://francesc-sietehoras.blogspor.com

http://anoharra-news.blogspot.com

http://francesc-arrahona.blogspot.com

un saludo

Carlos Castedo dijo...

Lo haré. Gracias Francesc.
Un saludo.