Si mis manos cogiesen tu cabeza
y yo mirase en ti tan hondamente
que te pudiera atravesar la frente,
poner los ojos sobre tu tristeza,
¡qué confidencia de naturaleza
-se me haría la vida transparente-
saber en ti, hallar súbitamente
origen de dolor a la belleza!
Y levantar con lentitud sagrada
mi corazón entonces y ponerlo
en esta ola de descubrimiento
a esperar que se cumpla tu mirada;
a ver el mundo resistir, a verlo
hacer banderas con el sufrimiento.
Antonio Gamoneda. Sublevación inmóvil (1960).
No hay comentarios:
Publicar un comentario