jueves, 4 de septiembre de 2008

Ocho de la mañana

Le miro cómo duerme enredado en la sábana.
La esponja del descanso le borra los sentidos.

Deja pasar dos planchas moteadas de luz
la ventada entreabierta
picotea en el borde de un tiesto de geranios
un gorrión tremante
con ojos de cabeza de alfiler
y el picoteo se hace
del ritmo de una frase inquisitiva.

Pero no se despierta.
Se abraza a la almohada, se hunde como en nubes
y me atrapa al volverse alzando una rodilla.

Nó sé si formo parte de su sueño.
Querer es una escala y no sé si alcanza el sueño.

Luis Muñoz. El apetito (1998).

No hay comentarios: