martes, 2 de septiembre de 2008

Después

A Luis López Anglada

¡Qué dormido, tú, el Hombre! Cómo vives
persiguiendo la forma del anhelo,
que no existe, que no... Cómo recibes
ausencia sólo y duelo.

Cómo sueñas visiones que se miran
hermosas como flores en el mar
flores ardientes que a la luz expiran.
Y olvidas despertar.

Que la verdad, cumplida como un sueño
lejano y triste, hundirá cuanto ves;
tu amor, tu luz, el hondo mar pequeño
en que la sangre es.

¿Desde qué sol, oh luz de madrugada,
de qué estrellas de Dios nos sostendrás?
Tú, monte altísimo, cima delgada,
muerte, ¿qué valle extenderás?

¡Muerte o amor, destino de la vida!,
llega y da ¡pronto! primavera y sí
a la raíz de eternidad nutrida que siento en mí.

O que... (¡silencio!), que el secreto,
la mentira que halla
los límites del esqueleto,
en la sombra... (¡silencio! ¡Nunca! Calla...).

Eugenio de Nora. Amor prohibido (1939-1945).

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