domingo, 14 de septiembre de 2008

[No hace falta que se trate]

No hace falta que se trate
de un día distinto, el cansancio
en medio de la jornada, o la respiración
difícil o estás triste,
te pesa vivir y la conciencia
constante de ello. Esa especie
de cortina pastosa, el aire seco
de los radiadores, que lo cierra todo,
una imposibilidad de levantarse
o de estar quieto, de permanecer.
Y hay algo entonces
que advierto de pronto, un giro, en tu voz,
algo en tu cara, en lo que me cuentas,
o simplemente miras,
te veo mirar. Me sorprende siempre
cuando ocurre, su modo abrupto.
No persigo ningún modelo
en las estrellas, porque lo tengo aquí;
nada como esta erupción de vida
me afirma tanto en la materia. A veces
con el coche subimos y bajamos el páramo
y sus declives, la tierra está ocre,
gris negruzca, blanca
como en lenguas entre el primer verde,
y brilla de pronto el sol de invierno,
enciende el color;
me fijo en ello con ansiedad, casi
no me cuido del volante, la línea
recta de los estratos, su alternancia,
el capricho de los surcos.

Miguel Casado. Falso movimiento (1993).

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