Una atracción interna me impele a las alturas
llenándome de una aspiración de vuelo:
espiritual deseo secreto en las criaturas
que muestran en su forma una expresión de anhelo.
Como el retoño busco las regiones más puras
y la pródiga Tierra me alimenta en el suelo;
yo soy como la escala que asciende a las alturas:
el anhelo infinito de unirse con el cielo.
Madre Tierra, yo sé que mi sueño es tu sueño,
que no hay en mí un impulso ajeno de tu empeño;
que esta suprema ansia toda viene de ti.
Y mientras en tu seno perenne se reanima,
yo espero que mi anhelo alcanzará la cima
o que quizás el cielo descienda sobre mí.
Mariano Brull. La casa del silencio (1916).
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