sábado, 27 de diciembre de 2008

Interior

La sangre es una aurora que no soporta el día
y que alumbra tan solo entre las sombras
de la carne encerrada, en el espeso bosque
de los huesos con ramas de venas y tinieblas.

La sangre es una luz que se ciega en la luz.
Si abandona sus cauces y traspasa la piel,
se desorienta, duda, equivoca sus pasos
y, sin saber qué hacer, se va quedando quieta.

La sangre busca un norte entre lo oscuro,
en la sima en que ha hundido sus raíces
nuestro existir,
en el pozo abisal del corazón,
en esa negra grieta.

Lorenzo Oliván. Puntos de fuga (2001).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta este poema, no conozco a este autor pero me pondré a investigar su obra. Es joven no?

Carlos Castedo dijo...

Nació en 1968 pero tiene por lo menos seis libros. Genialidades prematuras.