Parece que llegarás, desasido
del cuerpo de la piedra, a doblegarte,
a pasar de este lado, a formar parte
de este mármol de acá, más dolorido,
que es la carne del hombre, y convertido
ya en un ser como todos, recostarte
-rota ya la materia, roto el arte-
en tu propio desnudo atardecido.
Parece que vinieras, liberado
de lo eterno, a mezclarte con los otros,
a caer en la vida y disolverte.
Al borde de un abismo te has quedado:
ya no puedes bajar hasta nosotros,
ni a tu centro de piedra devolverte.
Ramón Gaya. Para el crepúsculo de Michelangelo (1980).
No hay comentarios:
Publicar un comentario