martes, 27 de mayo de 2008

[Porque en la tarde]

Porque en la tarde
pesa tanto la vida,
la distancia
que solo, en los despojos,
me quedo
tras rendijas de persianas.
Para no ver, de sus ocasos,
cómo enferma la luz.
Y mis olvidos.

Cualquier atardecer escucho clavos
y una esquirla crujir.
Que son muy tenues
las paredes del alma en la penumbra,
para ahogar un grito mudo.
Y una locura efímera,
contrito, me devuelve a la alborada.

Javier Gúrpide. La longitud del viento (1986).

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