viernes, 2 de mayo de 2008

Dos plegarias

Plegaria matinal

Que todo sea ahora, que se cumplan
tus sueños y los míos al instante
-nos corre el mismo sueño por las venas-,
que ya reviviremos luego el fuego
contemplando los restos de la hoguera.
Que sea aquí y ahora el resto de la vida.
Ésta es mi súplica.
Para el final no pido privilegios.
Me basta algo común y despreciado
por casi todos: la disolución.
Bendita enfermedad es el olvido:
desierta la conciencia,
esperar a la noche sin angustia
y nada recordar de cuanto amamos.

Plegaria nocturna

Concédeme el olvido si vas a darme años.
Que al paso de la edad
lo acompañe la fuga hacia la nada
de todos mis recuerdos
-primero los felices.
Que la salud y la memoria decrezcan juntas
para que, cuando la hora llegue, al menos
pueda uno recibirla dignamente,
sin lamentar las pérdidas.

Antonio Manilla.

No hay comentarios: