He esperado hasta el alba. Como el niño
que va a dormir junto a su madre, ardido
en fiebre, une su rostro al rostro
que aún puede nutrirlo y respira
el aire que otro cuerpo respira para él,
así esta noche yo, en la ignorancia
de todo amanecer, ardido
en la fiebre sin luz,
he bañado en lo oscuro la mirada
para permanecer insomne, ciego
hasta el centro del tiempo, el alba de unidad.
Rafael José Díaz. Llamada en la primera nieve (2000).
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