Ala de sombra, un cuervo -que crascita
Nunca- repite su áspero graznido
a través de mi día mal vivido
y de mi noche a solas, infinita.
En su agorera convicción imita
mi doble desaliento persuadido
de que nunca la tierra que he tenido
podrá tenerme en pie, que está proscrita.
Nunca... Pico de grajo, el pensamiento
-corvo, corvino- escarba... Lo que siento
sólo puede decirse en ese nunca
-cuervo de negra luz, empobrecida
pitanza, interminable despedida-
que tiene el nombre de mi nombre: Nunca.
Juan José Domenchina.
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