martes, 21 de abril de 2009

[Esta tarde de luz te he buscado]

Esta tarde de luz te he buscado
por las sendas del parque. Ya los árboles
tenían impaciencia de su verde,
y el aire de este año, que no conoce aún el dolor de las flores,
presentía el milagro de la rosa y el nardo.

Por caminos de luz te busqué sin hallarte,
confundiendo tus pasos con mujeres o sombras,
sin saber si eras tú caminando entre árboles,
o tu recuerdo andando las sendas de mi alma.

¡Sé tampoco de ti! Apenas si tu rostro,
el sonar de tu voz, el dulzor de tu nombre.
Sé que huele tu carne a tierra removida
y que como una lluvia de luz es tu mirada.

Mas nada sé del mundo que empieza en tus pupilas,
ni el ritmo de tus venas, ni el color de tus sueños,
ni el temblor de tus labios en el beso y el llanto,
toda tú en el amor, desconocida y mía.

Solamente mis ojos pueden llegar a ti.
¡Oh que dulce tortura quererte e ignorarte!
Mi silencio se llena de tu voz, y tu ausencia
hace mi soledad más, entrañable y honda.

Y te llamo y te busco en la luz de la tarde
por las sendas del parque y dentro de mí mismo,
en el temblor y el grito del sollozo y del verso,
en esta dulce angustia de ser ya Primavera.

Ildefonso-Manuel Gil. El corazón en los labios (1947).

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