domingo, 19 de abril de 2009

Mirándose en el humo

Así que el hombre ha hundido su barbilla en la mano,
y ha cerrado los ojos para ver
el humo de su vida,
tan sólo ha visto sucesión de gestos, cansados pasos,
sombras
y sombras:
allá, en un punto de su vida, algún terror,
y, más terrible aún, las alegrías ahora vanas.
Y a unas sombras que pugnan por formar de nuevo
el bulto
(son las que fueron para él más vivas
que aquella misma vida suya),
en la memoria las derriba el tiempo.

Abre los ojos, en torno a su cuarto,
y es noche oscura.
De nuevo deja la barbilla humosa
caer en el estrago de la mano.
De toda aquella vana polvareda
sólo un dolor pervive,
que rompe las cadenas, en su pecho, de una bestia de
fuego.
La vida muerde aún,
mientras la sombra de la tarde viene
para apagarle su dolor,
su vida toda.
Y un aire llega que deshace el humo.

Francisco Brines. Palabras a la oscuridad (1966).

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