No puedo negar amor a estos cabellos perecederos,
aunque los sepa detenidos un punto
en el oro
en su camino hacia las nieves eternas.
Ni a estos perfiles al sol, con el sol acabando,
ni a estos cuellos o tallos pendientes de un estío.
Sin mi voluntad
cae el peso de mi amor sobre tallos cabellos,
a pesar de la brevedad de la flor de la aurora,
de la rosa o paloma que en las manos me dejas,
de los arroyos o cabellos que desencadenas en mis brazos;
a pesar de lo negra y lo honda
que se hace la noche sin ti;
a pesar de los espejos extraños
que dondequiera se forman al dejarte;
a pesar de lo eterno,
o tal vez porque lo eterno es tu fuga.
José Antonio Muñoz Rojas. Canciones (1933-1940).
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