miércoles, 3 de marzo de 2010

Poema

Uno se va gastando, cada día, en la vida.
Todo lo deseó, a todo se fue acercando.
Vino desde el misterio sin saber qué traía,
y todo, aunque lo amó, lo ha ido abandonando.

Larga carrera ardiente, espeso vivir de fiebres.
Nadie perdona nunca el quedarse en la sombra.
Y una tiene que ir, como van las corrientes
por la tierra feraz, volviéndola más honda.

Se vive con lealtad, cada sangre recibe
un aluvión de impulsos, un grito de aventura.
Aquellos que se van, al amarnos exigen
que sea inextinguible la luz que irradia una.

¡Oh, pero el que vive por tantos que no viven
no puede persistir en un amor cerrado!
Está la inagotable pradera irresistible
del mundo del ensueño, eterno y renovado!

Carmen Conde. En un mundo de fugitivos (1960).

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