El hombre cualquiera tiene una chaqueta de viejos cuadros grises para los domingos y enredaderas negras en el corazón.
El hombre cualquiera se quedó anclado un día en el andén del tiempo y se cubrió de polvo como una radio vieja.
Y le pesa la vida cuando atardece lento alrededor de él.
Él no lo dice, pero tuvo sonrisa una vez y pantalones cortos para mirar al cielo.
Él no lo dice, porque le pesa tanto ya recordar como vivir.
Hace mucho tiempo una niña mujer le llenó la mirada de sol y de niebla.
Luego, vio crecer a sus hijos y, después, alejarse uno a uno mientras su madre tendía la ropa en la cuerda.
La ropa blanca de los años idos.
El hombre cualquiera se hace viejo un otoño y, otra tarde cualquiera, se aleja en silencio, sin que a nadie le importe, ni siquiera a sus hijos.
Julio Llamazares. Los inicios (1973-1978). Versos y ortígas (Poesía 1973-2008).
1 comentario:
!maravilloso...! precioso...
como todo lo ke escribes Julio Llamazares... aunke a destiempo...te leo desde hace tiempo ya...un abrazo...
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