martes, 22 de septiembre de 2009

En el garaje

Mi sombra se derrama por el suelo
como una gran mancha de grasa de motor.

Deformado e inmóvil su cuerpo se dibuja;
ajena entre las luces
no sabe deshacer su oscura realidad,
su desnudez rojiza de llanto enmudecido.

Si mi sombra decide no moverse,
me quedaré con ella
leal a ese horizonte que anhelaba,
que quería alcanzar en su viaje
de cielo imaginado.

Mi sombra quiso ser infinito,
renacer con el sol, ser luz de plata.

Hoy vive derramada por el suelo,
infeliz para siempre en su derrota,
convertida en la sangre de los coches
que envejecen conmigo.

Ana Merino. Los días gemelos (1997).

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