viernes, 25 de abril de 2008

Pendientes e indispensables expasiones

La máquinas nos mascan con dientes igualitos
y salen aeroplanos, gramolas, ascensores...;
del sudor y la sangre, un mundo limpio y nuevo.
(Y a veces instantáneos palacios de luz loca
donde los millonarios gastan todos sus ceros.)

Mas a los que nacimos pequeños y callados
nos queda la materia común de los fracasos,
el fiemo espeso y dulce que todo lo aglutina,
la podredumbre madre.

O acaso la amargura que aún emborracha un poco.

Gabriel Celaya. Tranquilamente hablando (1947).

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