martes, 29 de octubre de 2013

Un deseo innoble

(Césare Pavese.)

Cuando el cansancio irrumpe como ave
mecida por el viento en fosca tarde de marzo
y a la deriva oscila el pensamiento,
un deseo no oscuro pero innoble
punza en las venas como el aguijón
que en ellas se alojara,
y se siente crecer el sordo rumor
por la sangre sin calma ni sosiego,
hasta que al fin, callada la insistencia,
detenido su afán
en las redes del sueño inaplazable,
desde la solitaria alcoba que aguarda fría,
la sola razón de aquella ansiedad
nos invita al mismo desafío.
Con certero metal sus ojos citan
al fatuo visitante de la nada.

José Gutiérrez. La armadura de sal (1980).

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