Extraño como la sonrisa de un bisturí.
Íntimo como un ojo sin párpado abierto en nuestra mano.
Deslumbrante como el rumor del paso de un unicornio.
Fiel como la súbita seda negra del miedo.
Terrible como el brillo de la espada de fuego de un arcángel.
Sumiso como las olas que rompen contra la playa de un pecho.
Devastador como la claridad de una mirada en un espejo roto.
Inevitable como la herida hecha de lluvia en un corazón de piedra,
el amor llega un día a nuestra vida y nosotros no estamos.
Abelardo Linares. Panorama (1995).
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