jueves, 24 de julio de 2008

Casinos

Caminos de esos pueblos en las tardes lluviosas
llenos de aburrimiento. Penumbrosos salones
donde se habla de hectáreas. Arañas. Polvorientos
jarrones. Soñolencia. Tableros de ajedrez.
Abecés atrasados con el papel ya flojo
de haber sido leídos por demasiadas manos.
Eternidades. Siempre la luz molesta. Grandes
sillones con gutapercha roja. Cortinones
espesos y testeros color café con leche.
Socios. Conversaciones de adulterio o de duros.
¡Casinos de esos pueblos donde se huele a establo,
a loción de barbero y a suelos con lejía!
Sólo tenéis de intacto la mesa de billar;
su verde luminoso de pradera, las bolas
buscándose infinitas, sin repetirse nunca
como la vida humana, advierten al que llega
a vosotros, que sólo lo trascendente pasa,
que sólo lo fugitivo permanece y dura.

Andrés Trapiello. La vida fácil y otros poemas (1985).

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