domingo, 13 de diciembre de 2009

[No es ciego Amor, mas yo lo soy, que guío]

No es ciego Amor, mas yo lo soy, que guío
mi voluntad camino del tormento;
no es niño Amor, mas yo que en un momento
espero y tengo miedo, lloro y río.

Nombrar llamas de Amor es desvarío,
su fuego es el ardiente y vivo intento,
sus alas son mi altivo pensamiento,
y la esperanza vana en que me fío.

No tiene Amor cadenas ni saetas
para aprender y herir libres y sanos,
que en él no ha más poder del que le damos.

Porque es Amor mentira de poetas,
sueño de locos, ídolo de vanos:
mirad qué negro Dios el que adoramos.

Gaspar Gil Polo.

domingo, 6 de diciembre de 2009

A la poesía

Me siento vagabunda de las Letras.
Quiero comer mi pan con el mendigo.
Beber el vino de todos.
Tomar el sol,
tendida
sobre la hierba húmeda.
Tener una guitarra
con cuerdas de latidos. Entregados.
Tocarla por los pueblos.
Que los hombres -de colores distintos-
bailen al son de ella
con sus modales
toscos
y su verdad sencilla
a flor de labio.

María Elvira Lacaci. Al este de la ciudad (1963).

jueves, 3 de diciembre de 2009

Algo más épico sin duda

Las 00.30 y heme aquí
fumando hasta matarme
delante de una pantalla negra
con manchas de verde
embadurnándola.

Ahí fuera, en alguna
parte, en todas,
ensayos de cadáver
se arrastran hacia la mañana
en la estela de otra
noche vacía.

Me pregunto
qué hubiera dicho
Homero.

Roger Wolfe. Mensajes en botellas rotas (1996).

martes, 24 de noviembre de 2009

Las horas sucesivas

Llueve torrencialmente.
¡Qué ganas de beber! No quiero vino.
Dame un jugo de fruta.
¡Cómo tiemblan, se tuercen bajo el agua
Con viento los ramajes!

Es muy temprano. Ven.
El sueño matutino es delicioso:
Apenas ver la luz mientras se duerme,
Casi se duerme, retrasando el día.

¿No duermes? Bien así. Más te acaricio,
Más me abandono yo, más te abandonas,
Muy felices o como si lo fuéramos,
¿Y no lo somos ya si lo creemos?

Cuando cese la lluvia,
La tierra del jardín olerá a tierra.
No habrá mejor fragancia.
Y después vendrá el día con sus horas
Fugaces, nunca sueltas,
Nunca sin sus raíces,
A pasado y futuro encadenadas.
¿Cómo aislar en el aire los momentos?

Jorge Guillén. Homenaje. Al margen de Horacio (1967).

domingo, 22 de noviembre de 2009

La bella del bosque durmiente

- Decidme, noble anciana, por vuestra vida:
¿yace aquí la princesa que está dormida,
esperando ha dos siglos un caballero?

- La princesa de que hablan en tu conseja,
¡soy yo!... pero, ¿no miras? Estoy muy vieja,
¡ya ninguno me busca y a nadie espero!

- Y yo que la procela de un mar de llanto
surqué... ¡Yo que he salvado montes y ríos
por vos! - ¡Ay! caballero ¡qué desencanto!
... Mas, no en balde por verme sufriste tanto:
tus cabellos son blancos, ¡como los míos!

Asómate al espejo de esta fontana,
¡oh pobre caballero!... ¡Tarde viniste!
Mas, aún puedo amarte como una hermana,
posar en mi regazo tu frente cana
y entonar viejas coplas cuando estés triste...

Amado Nervo. La amada inmóvil (1922).

sábado, 21 de noviembre de 2009

¿Quién?

¿Quién era yo? ¿Quién me sabía
desde el extremo reverso mudo
-cuerpo de nadie-, consumiéndose
en ajeno cuerpo mío?

¿Quién se sabía extrañamente
de mi extraño ignorar, dueño?

Hundido en soledad doble, no era yo,
sino mi sí y mi no...

Cuanto más me acercaba a mí mismo
crecía distinto y lejano:
enamorado de mi ausencia...

Mariano Brull. Nada más que... (1954).

lunes, 16 de noviembre de 2009

Aquellos maravillosos años

Que la vida dolía
yo lo aprendí muy pronto.
Quizá por eso anduve tantos años
huyendo de la vida, como loco;

ciego, para no ver lo que sabía
que iba a ver nada más abrir los ojos;
borracho, para no mirar de frente
su impenetrable rostro.

Para poder vivir en paz, sin miedo,
para animarme, me lo bebí todo.
-Sólo así conseguí, en algún momento,

ser feliz y gozar la vida a fondo-.
Pero el sueño de la razón es sueño
y engendra monstruos.

Javier Salvago. Septiembre, 1997 (Doce poemas).

lunes, 9 de noviembre de 2009

Nostalgia de la nieve

¡Cae la noche sobre la nieve!

Todos hemos pensado alguna vez
o alguien -yo mismo- lo piensa ahora
por quienes no sabe que un día lo pensaron ya,
que las sombras que forman la noche de todos los días
caen silenciosas, furtivas, escondiéndose
detrás de sí mismas, del cielo:
copos de sombra.
Porque la sombra es la nieve oscura,
la impensable callada nieve negra.

¡Cae la nieve sobre la noche!

¡Qué luz de atardecer increíble,
hecha del polvo más fino
llena de misteriosa tibieza,
anuncia la aparición de la nieve!
Luego, por hilos invisibles
y sueltos en el aire como una cabellera,
descienden
copos de pluma, copos de espuma.

Y algo de dulce sueño,
de sueño sin angustia,
infantil, tierno, leve
goce no recordado
tiene la milagrosa
forma en que por la noche
caen las silenciosas
sombras blancas de nieve.

Xavier Villaurrutia.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Balance

La vida agota. Juegos son primero
sus trampas y espejismo la cordura.
El alcohol, las mujeres, el casero
tarde o temprano pasan su factura.
Amor más poderoso que el dinero,
si no acabara siempre en amargura.
Amor que va de vuelo y dice muero
por ti mientras nos presta sepultura.
La vida cansa, cuenta la estadística.
El jefe, los amigos, los atascos
mandan al otro barrio corazones.
Pero antes que enrolarme en otra mística,
apuesto por la vida y no hago ascos
a su locura. Tengo mis razones.

José Antonio Mesa Toré. El amigo imaginario (1991).

sábado, 7 de noviembre de 2009

Géiser

Moviéndose la luz, en este cuarto
Que insiste en su corriente extraordinaria.

Constante catarata que disuelve
Su esbozo entre los ojos para abrirlos
a las calles mojadas por la lluvia.

Ana Gorría. Araña (2005).

viernes, 6 de noviembre de 2009

La canción de Aquiles

No tengo los secretos
para cambiar la vida.
Sólo quiero belleza.
Presiento más que digo.

El peso del dolor
intimo del mundo
cae sobre mí y me aplasta,
y me siento morir.

Perplejo, no sé los
secretos de la vida.
No domino la vida
y no temo a la muerte.

Carmen Jodra. Rincones sucios (2004).

jueves, 5 de noviembre de 2009

[Soneto XXXII]

Estoy continuo en lágrimas bañado,
rompiendo el aire siempre con suspiros;
y más me duele nunca osar deciros
que he llegado por vos a tal estado,

que viéndome do estoy y lo que he andado
por el camino estrecho de seguiros,
si me quiero tornar para huiros,
desmayo viendo atrás lo que he dejado;

si a subir pruebo en la difícil cumbre,
a cada paso espántame en la vida
ejemplos tristes de los que han caído.

Y sobre todo, fáltame la lumbre
de la esperanza con que andar solía
por la oscura región de vuestro olvido.

Garcilaso de la Vega (1501?-1536). Publicado en 1543.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Todas las casas son ojos

Todas las casas son ojos
que resplandecen y acechan.

Todas las casas son bocas
que escupen, muerden y besan.

Todas las casas son brazos
que se empujan y se estrechan.

De todas las casas salen
soplos de sombra y de selva.

En todas hay un clamor
de sangre insatisfechas.

Y a un grito todas las casas
se asaltan y se despueblan.

Y a un grito todas se aplacan,
y se fecundan, y se esperan.

Miguel Hernández. Cancionero y romancero de ausencias (1938-41).

martes, 3 de noviembre de 2009

Romance del amor más poderoso que la muerte

Conde Niño por amores
es niño y pasó a la mar;
a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar,
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.
La reina estaba labrando,
su hija durmiendo está:
-Levantáos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
sino es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre,
juntos nos han de enterrar.
Él murió a la medianoche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de condes
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella nació una garza,
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.

Anónimo. Versión de Menéndez Pidal.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Soneto triste para mi última chaqueta

Esta tibia chaqueta rumorosa
que mi cuerpo recoge entre su lana,
se quedará colgada una mañana,
se quedará vacía y silenciosa.

Su delicada tela perezosa
cobijará una sombra fría y vana,
cobijará una ausencia, una lejana
memoria de la vida presurosa.

Conmigo no vendrá, que habré partido,
y entre su mansa lana entretejida
tan sólo dejaré mi propio olvido.

Donde alentara la gozosa vida,
no alentará ni el más pequeño ruido,
sólo una helada sombra dolorida.

Rafael Morales. Canción sobre el asfalto (1958).

domingo, 1 de noviembre de 2009

[Muy triste será mi vida]

Muy triste será mi vida
Los días que non vos viere;
Y mi persona vencida
Del dolor de la partida,
Morirá cuando muriere.
Vevirán los pensamientos
Que con vos siempre he tenido;
No morirán los tormentos
Dados sin merecimientos
Que de vos he recebido.
Y así será conoscido
Mi vida cuanto vos quiere;
Y mi persona vencida
Del dolor de la partida
Morirá cuando muriere.

Juan Rodríguez del Padrón.

sábado, 31 de octubre de 2009

Galope

Lejos la extraña luz
que atraviesa la noche, y más extraña
la luz de los poemas, este espacio
tan breve que ilumina
hacia adentro y nos punza.
Como si la distancia
que apenas calculamos,
se desbocara sola
arrastrándonos fuera,
lejos de todo. Lejos.

Se parece al deseo
de ser nosotros, sí, nosotros mismos
ahora, mas no hay nada,
no hay almas.
Hay relojes
antiguos con delgadas manecillas
locas, y lentos medallones de oro
prendidos en tu pecho.
Como una inmensidad que nos rodea
sin sentido, a nada nos reduce
y abandona lo suyo.

La soledad es ciega y es salvaje.
Sujétate a sus crines despeinadas
y agárrate bien fuerte.

Juan Carlos Abril. El laberinto azul (2001).

miércoles, 28 de octubre de 2009

El ángel bueno

Vino el que yo quería,
el que yo llamaba.

No aquel que barre cielos sin defensas,
luceros sin cabañas
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.

No aquel que a sus cabellos
ató la muerte.

El que yo quería.

Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.

Aquel que a sus cabellos
ató el silencio.

Para, sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable.

Rafael Alberti. Sobre los ángeles (1928).

Hoy hace una década que nos dejó el maestro.

martes, 27 de octubre de 2009

Como si fuera una tormenta

Cuando el agua bajo la ducha
la sacó de su aturdimiento
a ojos cerrados creyó ver
miles de gotas presurosas
salpicando toda su infancia
como si fuera una tormenta
de algún lejano veraneo.
En la estancia que les conduce
por los caminos de la noche
pide que seque sus cabellos
como le hacían cuando niña.
Luego corre hasta la ventana
y se encara al cielo asombrado:
estas horas pasarán pronto
llegará el día y el adiós
y quedará sólo la ausencia.
El frío roza su piel húmeda.

José Agustín Goytisolo. La noche le es propicia (1992).

lunes, 26 de octubre de 2009

Tenía que encontrarle en un poema

Salió de no sé dónde. Iba descalzo,
con la cara tiznada como entonces,
el aire de un pirata diminuto,
la sonrisa torcida y en los ojos
intacta la malicia.
Pudo reconocerme
a pesar de las grietas en mi cara,
a pesar de mi aspecto improcedente,
de mi disfraz de adulto, de mi voz grave.
"¿Dónde estabas -me dijo-. Este verano
te echábamos de menos. Junto al río
he encontrado los restos de un naufragio.
Ven a cavar conmigo. En la otra orilla
nos vigilan jinetes emboscados."
Tuve que convencerle de que no,
que sólo estaba allí por un azar.
-¿Cómo iba a irme con él con esta facha,
con este cuerpo enorme y perezoso?-.
Allí nos despedimos, no sin antes
enviarle recuerdos para todos.
Lo dejé en su verano inagotable.

Eduardo García. No se trata de un juego (1998).

sábado, 24 de octubre de 2009

Negra

Conmigo duermen mis penas
por la noche, fatigadas
de la lucha que en el día
sostuvieron con mi alma.
Mas ¡ay! que con el reposo
igual que yo, ellas descansan,
y con nueva y mayor furia,
al despuntar la alborada,
a mi alma triste despiertan
para ofrecerle batalla...

Juan Ramón Jiménez. Almas de violeta (1900).

martes, 20 de octubre de 2009

Todos los siglos de la lluvia

Sentían espanto por la prensa del sol
Se alimentaban de animales horrendos
Padecían las nevadas, la lava, las tormentas
Tenían únicamente cuevas y brujos y tiranos

Hoy escucho la lluvia que suena en la ventana
susurrando las sílabas siderales de la horda
como interrogaciones resurrectas

Emocionado, me arrebujo con tu respiración
paso la lengua por tu piel dormida
y mientras oigo lentamente la llovizna del mundo
saludo con misericordia a aquellos ancestrales hermanos

Félix Grande. Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978).

lunes, 19 de octubre de 2009

Hombre que mira un rostro en un álbum

Hacía mucho que no encontraba a esta mujer
de la que conozco detalladamente el cuerpo
y creía conocer aproximadamente el alma

pasado no es presente
eso está claro
pero de cualquier manera hay conmemoraciones
que es bueno revivir

donde hubo fuego
caricias quedan

de pronto ella emerge del susurro evocante
y en voz alta sostiene
que los obreros entienden muy poco
que el pueblo en el fondo es más bien cobarde
que los jóvenes no van a cambiar el mundo
que la violencia bah
que la violencia ufa
que el confort lo alcanza quien lo busca

sólo entonces lo advierto
no me importa que hable en voz alta
mejor dicho no quiero que regrese al susurro

es apenas un rostro en un álbum
y ahora es fácil
dar vuelta la hoja.

Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida (1995).

miércoles, 14 de octubre de 2009

La justicia de los ángeles

Era un señor tan importante
que se murió con cuatro médicos
(no le sirvió la aureomicina),
dos enfermeras diplomadas
y al terminar cura y notario.
Tan condecoradísimo,
que no cupieron en su pecho
todas sus cruces y medallas.
Ver el entierro daba gloria,
iban ministros, generales,
y hasta un obispo consagrado.
Se detuvieron los tranvías
(bien es verdad que los viajeros
se consolaron del retraso
viendo pasar tantas coronas).

El mismo día fue enterrada
una mujer llamada Petra.
Se la comieron nueve hijos
todos espurios, pues la pobre
nunca pasó por la parroquia.
Vivió veinte años en pecado,
en hambre, en sed, en alpargatas.
Pero una tarde en primavera
cerró los ojos dulcemente
y presentó la dimisión
alegando tuberculosis.
Era una muerta tan barata
que sólo el viento y los cipreses
le murmuraron responso.

Pero en aquella misma noche
tuvo lugar un gran portento,
que cosa igual no recordaban
ni los difuntos más antiguos.
Un coro de ángeles menudos
de alas traviesas se posaron
sobre la tumba del ilustre.
Hubo un revuelo alborotado,
una aromada trayectoria
de rosas, nardos y claveles,
y el sucio barro que pesaba
sobre los huesos de Petra
amaneció lleno de flores.

Ángela Figuera. Belleza cruel (1958).

lunes, 12 de octubre de 2009

Tánger

Aguas doradas de una despedida.
Las colinas azules
en el doblez del viento, el tumulto
de gente y las callejas hondas,
lagos amargos de unos ojos dulces.

Nos espera vivir con tu recuerdo.
Hallar que es de este mundo el ciego amor,
la risa blanca en el candor desnudo,
la arena fugitiva de la felicidad.

Sabemos de este lado y apetecer el otro.
Haber buscado siempre en donde no estuvimos,
andar ya para siempre esa distancia
y anticipar el juego luciente que describe
la plenitud menuda del cuerpo en que perderse.

Luis Muñoz. Los regresos (1993).

jueves, 8 de octubre de 2009

Gracias, señor

Gracias, señor, porque estás
todavía en mi palabra;
porque debajo de todos
mis puentes pasan tus aguas.

Piedra te doy, labios duros,
pobre tierra acumulada,
que tus luminosas lenguas
incesantemente aclaran.

Te miro; me miro. Hablo;
te oigo. Busco; me aguardas.

Me vas gastando, gastando.
Con tanto amor me adelgazas
que no siento que a la muerte
me acercas...
Y sueño...
Y pasas...
José García Nieto. Tregua (1951).

miércoles, 7 de octubre de 2009

Quiero ser gato

En esta cada llena de muchachas
yo quisiera ser gato diplomado
de plantilla de oficio estar atento,
levantarme a la voz de Marcia
frotar mi lomo contra su sillita
salir, cruzar pasillos ver a Ada
ronronear de gusto en un sofá
ante el aroma del café que bebe
grabar después maullidos para Chiqui
en una cinta que jamás funciona
saludar respetuoso, la presencia
de Haydée solicitarle quedamente
dando a mi cola un lento abaniqueo
que me deje salir todas las noches
para ver a mi gata a mi mulata
y luego deslizarme hasta el dominio
de Silvia y sus ficheros ayudarla
a encontrar direcciones imposibles
y andar majestuoso hasta la tibia
biblioteca con Olga entre mil libros
limpiar el polvo vigilar la sisa
de lectores hipócritas non frères
non semblables, en fin hacer las cosas
integrado integrado e intrigante
en esta casa llena de muchachas
de libros de canciones de trabajo
casa de las américas mi chica
que ya lo tiene todo menos gato.

José Agustín Goytisolo. Algo sucede (1968).

martes, 6 de octubre de 2009

Sobre el tapete verde de la vida

Nos pasamos la vida de farol,
temiendo que nos cojan y descubran
que no llevamos juego,
que no sabemos nada
de nada...
Nos pasamos
la vida librándonos, cubriéndonos,
con la guardia bien alta.

Todos fingiendo y todos con las mismas
o parecidas malas cartas.

Javier Salvago. Los mejores años (1991).

lunes, 5 de octubre de 2009

Los besos

Sólo eres tú, continua,
graciosa, quien se entrega,
quien hoy me llama. Toma,
toma el calor, la dicha,
la cerrazón de bocas
selladas. Dulcemente
vivimos. Muere, ríndete.
Sólo los besos reinan:
sol tibio y amarillo,
riente, delicado,
que aquí muere, en las bocas
felices, entre nubes
rompientes, entre azules
dichosos, donde brillan
los besos, las delicias
de la tarde, la cima
de este poniente loco,
quietísimo, que vibra
y muere. -Muere, sorbe
la vida. -Besa. -Beso.
¡Oh mundo así dorado!

Vicente Aleixandre. Sombra del paraíso (1944).

sábado, 3 de octubre de 2009

Alto jornal

Dichoso el que un buen día sale humilde
y se va por la calle, como tantos
días más de su vida, y no lo espera
y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto
y ve, pone el oído al mundo y oye,
anda, y siente subirle entre los pasos
el amor de la tierra, y sigue, y abre
su taller verdadero, y en sus manos
brilla limpio su oficio, y nos lo entrega
de corazón porque ama, y va al trabajo
temblando como un niño que comulga
mas sin caber en el pellejo, y cuando
se ha dado cuenta al fin de lo sencillo
que ha sido todo, ya el jornal ganado,
vuelve a su casa alegre y siente que alguien
empuña su aldabón, y no es en vano.

Claudio Rodríguez. Conjuros (1958).

viernes, 2 de octubre de 2009

He andado muchos caminos

He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,

y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.

Antonio Machado. Soledades, galerías y otros poemas (1907).

Un muy joven Joan Manuel Serrat lo cantaba así en Perú en 1972.

jueves, 1 de octubre de 2009

Lo que sé de mí

Yo he nacido aquí junto a las altas lilas del verano
y los verdes racimos amargos de la aurora.

Yo he nacido entre las rosas que han muerto
y el mustio follaje de los jardines de un sueño.

En las transparentes alamedas que canta el ruiseñor
y abre el rocío con su cuchillo de cristal en la mañana.

Como la hoja que cae sobre un sepulcro
yo he pisado al nacer esta piedra y su luz me ha salpicado.

Como el que nace para la música y talla la madera o la roca
y escucha su voz crujir bajo el cincel y no pregunta.

Yo he nacido duro de corazón y equivocado,
pero vosotros me habéis dado la tierna mano de la primavera.

El que sopla las estaciones y hace reverdecer al árbol muerto
ha mirado esta rama joven que no ardía.

Al consumido en su luz y al que el amor destierra
mis días por igual se han parecido.

Como aquel que al entrar en su casa se encuentra con la mar
y goza y es feliz y se queda con ella para siempre.

Yo he nacido aquí antes de que mi corazón se diera cuenta
y una dulce mujer se acercara a mi sombra como madre.

Desde entonces he sido melancólico y triste
porque he contado los astros y la lluvia y la arena.

De lo ajeno he tenido la bondad de la tierra
y de lo mío la nada en su infinita certeza.

He visto a los hombres mirar hacia el cielo
como buscando la vida que junto a ti se les niega.

Y he padecido con el dolor entre todos
y no he cerrado la puerta al florecido en su odio.

Al que marcado con saliva se esconde de los muchos
lo he elegido más cerca de mi corazón que a los otros.

Y he contemplado a los pájaros
resolver en el vuelo el misterio del aire.

Yo he nacido aquí junto a la piedra de Cluny
donde brota el mirto su tallo en la maleza.

Pero no he sido feliz,
mi memoria se ha cansado de llover y esperarte.

Nada pudo la abundante espiga del dolor contra nosotros,
cuanto más me iba, más tu amor me aprisionaba.

Y así he sido claro bajo el sol y también fuente donde
vienen a beber desde el fondo del mundo las estatuas.

Y un día, un día como hoy resplandeciente y puro
rozado tal vez por el deseo se acercó a la ventana mi figura.

Y al ver todo transido de pétalo aquel cuerpo
salí como siguiéndola y me perdí en su calle.

Yo te he amado pequeño pueblo entre dos ríos
donde supo mi corazón el don de la palabra y las alondras.

Juan Carlos Mestre. Antífona del Otoño en el Valle del Bierzo (1985).

El poeta y artista visual leonés ha ganado hoy el Premio Nacional de Poesía por su obra La casa roja. Su página www.juancarlosmestre.com nos regala más imaginación.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

[La vida no es hermosa, no. La vida]

La vida no es hermosa, no. La vida,
su cósmico dolor, sobre mí pesa.
La vida es una inmensa sombra espesa
que envuelve al alma, en carne ya dormida.

De noche el cielo ¿qué es sino una herida,
un vasto hueco, una profunda huesa
adonde irá a parar el alma, hoy presa
también en esta noche estremecida

del cuerpo, en este hueco, en esta hondura,
sí, en este abismo de la carne, acaso
más hondo todavía que el del cielo?

Oh vida entre dos simas de locura.
Doble noche del hombre a cielo raso
que vive erguido a ciegas en su anhelo.

Vicente Gaos. Sobre la tierra (1945).

martes, 29 de septiembre de 2009

[A ti la siempre flor, la siempre viva]

A ti la siempre flor, la siempre viva
raíz, la siempre voz de mi desvelo;
a ti la siempre luz, el siempre cielo,
abierto a dura piedra y verde oliva.

A ti la siempre sangre fugitiva
de cuanto en ti no halló razón y celo;
a ti mi siempre verso, el siempre vuelo
del torpe corazón y ala cautiva.

A ti mis pensamientos aguardando
antes de amanecer a que amanezca,
para montar su guardia a memoria;

a ti mis dulces sueños entornando
puertas al alba porque no amanezca,
y se pierda en la luz tu tierna historia.

José Antonio Muñoz Rojas.

Unos versos para el recuerdo del poeta, fallecido hoy casi a los cien años.

domingo, 27 de septiembre de 2009

De la renuncia

Si con el tiempo muere la quimera
de buscar una luz que nunca es nuestra,
si los sueños se tornan negra sombra
bajo un cielo cerrado de tormenta,
si el lugar del amor es la amenaza
y su desnudo un brillo de monedas,
si el placer no nos basta y la costumbre
es ese espejo roto, sin belleza
dobléguese la vida y que la vana
memoria del silencio sea tu herencia
escrita en el final que nos condena.

José Gutiérrez. De la renuncia (1989).

sábado, 26 de septiembre de 2009

En el principio

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

Blas de Otero. Pido la paz y la palabra (1955).

martes, 22 de septiembre de 2009

En el garaje

Mi sombra se derrama por el suelo
como una gran mancha de grasa de motor.

Deformado e inmóvil su cuerpo se dibuja;
ajena entre las luces
no sabe deshacer su oscura realidad,
su desnudez rojiza de llanto enmudecido.

Si mi sombra decide no moverse,
me quedaré con ella
leal a ese horizonte que anhelaba,
que quería alcanzar en su viaje
de cielo imaginado.

Mi sombra quiso ser infinito,
renacer con el sol, ser luz de plata.

Hoy vive derramada por el suelo,
infeliz para siempre en su derrota,
convertida en la sangre de los coches
que envejecen conmigo.

Ana Merino. Los días gemelos (1997).

domingo, 20 de septiembre de 2009

Vuelo antiguo

El vuelo de esta avispa
en el azul del aire, contra un fondo
de cipreses y falsas
columnas medievales, mientras Paula
desanuda con paso
azorado el jardín
y advierte fugazmente cada tronco,
la trama ensimismada
de setos y empedrados,
viene tal vez
de muy lejos, de un tiempo
anterior a los tiempos que recuerdo,
cuando el simple existir
de las cosas
se imprimía en los ojos
con limpieza, y el vuelo recto
y absorto de la avispa
era tan sólo acción y asombro,
humilde acontecer
como este fondo azul
que afirma a los cipreses
de repente crecidos,
igual que ahora Paula
con andar más tranquilo
se acerca hasta sus troncos
y levanta los brazos
(niña avispada)
respondiendo feliz a su saludo.

Jordi Doce. Gran angular (2005).

jueves, 17 de septiembre de 2009

Ciervo

Mientras los niños ríen en la plaza
se mueren los mayores.

Tu juventud fue extraña.

Viste pasar de largo la locura;
era la solución a toda incógnita.

También rozaste el vicio
de la ciega bondad.
Y en un escalofrío de placer
te habló de los pecados.

Bordeaste aquel lago tan cerca de la orilla.

Muy callado, muy dentro del futuro,
comprendes la importancia de la ruta.
Y cualquier decisión siempre admite mejora.

Pero tú sabes bien que fuiste joven,
aquel fue un paraíso atolondrado.

Escoges, como un ciervo,
el rumbo de las huellas.

Lorenzo Plana. La lenta construcción de la palabra (2005).

domingo, 13 de septiembre de 2009

Cuando el amor inventa laberintos, alguien se tiene que perder

Tras tanto viaje inútil, después de tantas tentativas de fuga, sin saber con certeza qué y adónde buscar, sin otras convicciones que la de haber escrito sobre lo que viví, o he visto (a menudo, también, sobre lo imaginado o por vivir), tantas frases vacías o escasamente necesarias, ahora, de improviso,vuelvo a sentir cada palabra como un acto de amor. Las alas raramente dejan huellas. Se mueven con la precisión de un dardo, la nostalgia de un fuego donde la voluntad crepite como bajo un difuso cielo de celofán. Y espero. Hay una tierra remota, de voces muy oscuras, de cristales sin cuerpo que hunden sus raíces en la noche. Amo cada palabra porque me obliga a construir los límites de mi silencio, como la yedra construye su fidelidad, su sueño, su armonía, o la espuma rompe sobre la cresta del acantilado tanto en la calma como en la tempestad. Amo los sitios donde la luz fue nuestra, el color de sus nombres, y amo también los que no vimos, porque habrán de obligarnos a inventar sus contornos, y su pequeña historia, y unos pocos recuerdos con que volverlos habitables. Amo, incluso, la muerte, esta forma de muerte, porque obliga a vivir.

Jenaro Talens. Proximidad del silencio (1981).

sábado, 12 de septiembre de 2009

Antes

La casa aquella, corazón sin dueño,
late en la lluvia y en el viento...
Alguien que ha urdido en los rosales
la red de un pensamiento.

¡Ay!, aquel corazón tenía su dueño
y aquel latido seguía su diapasón.
Un día...

Aún no tenía la casa arrugas,
ni cicatrices, ni temor.
Otro día...

El sol la veía blanca, y más
la luna la veía.

Anduvo allí mi inquieto desaliño;
mi canción sin palabras
que el eco repetía como un niño,
y que yo repetía como un eco.

Y quién sabe si entonces la ignorancia
de mi juego ponía
en sus mejillas el mejor adorno;
y un íntimo candor
a ella, que sonreía
asomada y absorta en la distancia.
¡Y quién sabe si entonces era mi corazón!...

Xavier Villaurrutia.

jueves, 10 de septiembre de 2009

[Soneto X]

¡Oh dulces prendas por mi mal halladas
dulces y alegres, cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por término me distes,
llevadme junto el mal que dejastes.

Si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes porque deseastes
verme morir en memorias tristes.

Garcilaso de la Vega (1501?-1536). Publicado en 1543.

martes, 8 de septiembre de 2009

[Ahora sé que sólo]

Ahora sé que sólo
una forma del miedo
es la esperanza.

Una forma
del miedo.

Es ancha sin embargo
y nos cobija.

Y no quema su sombra.

Ada Salas. Lugar en la derrota (2003).

lunes, 7 de septiembre de 2009

Blues del viejo uniforme

El viejo jean, las botas, la chaqueta
de pana, la ilusión..., viejo uniforme
que cubría del frío de otro invierno
la integridad en un corazón más joven.
Ya no dice lo mismo, aunque lo siga
colgando de una percha cada noche,
como un hombre de Lee que se resiste
a entender que ganó la guerra del Norte.

Javier Salvago. Variaciones y reincidencias (1985).

sábado, 5 de septiembre de 2009

Se trata de algo positivo

Hoy, por ejemplo, estoy más bien contento.
No sé bien las razones, pero por si acaso anoto:
Mi estómago funciona,
mis pulmones respiran,
mi sangre apresura me empuja a crear poemas.
(Solamente -¡qué pena! no sé medir mis versos.)

Pero es igual, deliro: Rosa giratoria
que abres dentro mío un espacio absoluto,
noche con dos cabezas
de cristal reluciente,
velocidades puras del iris y del oro.
(Solamente -¡qué pena!- estoy un poco loco.)

Mas es real, os digo, mi sentimiento virgen,
reales las palabras absurdas que aquí escribo,
real mi cuerpo firme,
mi pulso rojo y lleno,
la tierra que me crece y el aire en que yo crezco.
(Solamente -¡qué pena!- si vivo voy muriendo.)

Gabriel Celaya. [1945]

martes, 1 de septiembre de 2009

[Caigo en tu cabellera]

Caigo en tu cabellera
Si tuviera cien dedos
los perdería gozoso en ese país de anillos

Se va mojando el aire
sonríes
brilla un pálido
pliegue
y arde el sur en el cuello de las botellas
..............................................................................
Descubres como un naipe no usado la mirada

Juan Carlos Suñén. Para nunca ser vistos (1988).

lunes, 31 de agosto de 2009

Elogio de lo irreparable

Sé involuntaria. Sé febril. Olvida
sobre la cama hasta tu propio idioma.
No pidas. No preguntes. Arrebata y exige.
Sé una perra. Sé una alimaña.

Resuella busca abrasa brama gime.
Atérrate, mete la mano en el abismo.
Remueve tu deseo como una herida fresca.
Piensa o musita o grita "¡Venganza!"

Sé una perdida, mi amor, una perdida.


En el amor no existe
lo verdadero sin lo irreparable.

Félix Grande. Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978).

domingo, 30 de agosto de 2009

Fe de vida

Sé que el invierno está aquí,
detrás de esa puerta. Sé
que si ahora saliese fuera
lo hallaría todo muerto,
luchando por renacer.
Sé que si busco una rama
no la encontraré.
Sé que si busco una mano
que me saque del olvido
no la encontraré.
Sé que si busco al que fui
no lo encontraré.

Pero estoy aquí. Me muevo,
vivo. Me llamo José
Hierro. Alegría. (Alegría
que está caída a mis pies.)
Nada en orden. Todo roto,
a punto ya de no ser.

Pero toco la alegría,
porque aunque todo esté muerto
yo aún estoy vivo y lo sé.

José Hierro. Alegría (1947).

sábado, 29 de agosto de 2009

Sábado

Me cuentan que darás el sábado una fiesta.
Champán y cena fría tomará la vanguardia
urbana y exquisita, la que nunca se acuesta
antes de que la escarcha releve de su guardia
a la noche rumbosa. ¿Sospechas cuánto cuesta
creer que no me invites o que en la retaguardia
del pasado confines un placer que molesta?
No sé si son de amor o simple taquicardia
estos latidos bravos. Los surcos del vinilo
acaso recuperen antiguas melodías
que en horas como ésa nos llevaban al hilo
ardiente de las sábanas. Pero no serán mías
las manos de este baile -dos arañas en vilo-
y serán diferentes tus días y mis días.

José Antonio Mesa Toré. El amigo imaginario (1991).

miércoles, 26 de agosto de 2009

Las caricias

¡Qué música del tacto
las caricias contigo!
¡Qué acordes tan profundos!
¡Qué escalas de ternuras,
de durezas, de goces!
Nuestro amor silencioso
y oscuro nos eleva
a las eternas noches
que separan altísimas
los astros más distantes.
¡Qué música del taco
las caricias contigo!

Manuel Altolaguirre. Soledades juntas (1931).

martes, 25 de agosto de 2009

Día para no estar

Vete, día maldito;
guarda bajo tus párpados de yeso la mirada de lobo que me olvida mejor;
camina sobre mí con tu paso salvaje, simulando un desierto entre el hambre y la sed,
para que todos crean que no estoy,
que soy una señal de adiós sobre las piedras; crueldad y sin misericordia
como si fuera ya la invulnerable,
aquella que sin pena puede probarse ya los gestos de los otros;
y tiéndete a dormir, bajo la ciega lona de los siglos,
el sueño en que me arrojas desde ayer a mañana:
esta escarcha que corre por mi cara.
Aun así, he de llegar contigo.
Aun así, has de resucitar conmigo entre los muertos.

Olga Orozco. Los juegos peligrosos (1962).

lunes, 24 de agosto de 2009

Las puertas

Al fondo de mí mismo hay cuatro puertas.
Desciendo por el pozo hacia los hondos
canales que me surcan. Pecho adentro
cruzo la oscuridad a ciegas. Voy
palpando las paredes. Ahora el aire
es más puro. Vislumbro el resplandor:

la puerta del jardín de los deseos,
la puerta del instante prodigioso,
la puerta de la infancia recobrada.

Huele a ausencia de pronto un viento frío.
Siento a mi espalda un hueco inpenetrable:
por las hondas rendijas de tinieblas
mana un silencio atroz. Detengo el paso.

Mientras florezcan firmes mis deseos
y me aguarde el instante y el prodigio
y la luz en los patios de la infancia,
no cruzaré el umbral, la cuarta puerta,
no pisaré esa nada imponderable.

Eduardo García. Horizonte o frontera (2003).

jueves, 20 de agosto de 2009

Estados de ánimo

A veces me siento
como un águila en el aire.
(de una canción de PABLO MILANÉS)


Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas

unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas

pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones

una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces

sereno en mi confianza
confiado en que una tarde
te acerques y te mires
te mires al mirarme.

Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida (1995).

miércoles, 19 de agosto de 2009

[En el balcón, un momento]

En el balcón, un momento,
nos quedamos los dos solos;
desde la dulce mañana
de aquél día, éramos novios.

El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.

Le dije que iba a besarla;
la pobre bajó los ojos
y me ofreció sus mejillas
como quien pierde un tesoro.

Las hojas muertas caían
en el jardín silencioso,
y en el aire fresco erraba
un perfume de heliotropo.

No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.

Juan Ramón Jiménez. Rimas (1902).

martes, 18 de agosto de 2009

Si el hombre pudiera decir

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia.
Si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda. Los placeres prohibidos (1931).

lunes, 17 de agosto de 2009

[Desnuda bajo sombras que atestigua]

Desnuda bajo sombras que atestigua la peineta de luz de la persiana,
brillas como una perla cuya grana
el tiempo entre sus dedos averigua.

¡Quién te parase en tal matraz; oh antigua
y próxima, aire ayer, llanto mañana!
Eternos, tú y el sol de esa ventana
donde el mío en tu fuego se apacigua.

Mas sólo, ay, de recuerdos el presente
es fábrica; recuerdos, de ilusiones
que él destruye, cumpliendo hasta que sacia.

¿Cuándo esta hora y tú mismo, amor urgente,
habéis de anclar en mí? -Nuevos balcones
abriré a vuestro olor de vieja acacia.

Félix Ros. Elegía incompleta (1945).

domingo, 16 de agosto de 2009

Sonetos

Tuvo mi corazón, encrucijada
de cien caminos, todos pasajeros,
un gentío sin cita ni posada,
como en andén ruidoso de viajeros.

Hizo a los cuatro vientos su jornada,
disperso el corazón por cien senderos
de llana tierra o piedra aborrascada,
y a la suerte, en el mar, de cien veleros.

Hoy, enjambre que torna a su colmena,
cuando el bando de cuervos enronquece
en busca de su peña denegrida,

vuelve mi corazón a su faena,
con néctares del campo que florece
y el luto de la tarde desabrida.

Antonio Machado. Nuevas canciones (1924).

sábado, 15 de agosto de 2009

Bajo tus miradas

Es bajo tus miradas donde nunca zozobro;
Es bajo tus miradas tranquilas donde cobro
Propiedades de agua; donde río, parlera,
Cubriéndome de flores como la enredadera.

Es bajo tus miradas azules donde sobro
Para el duelo; despierto sueños nuevos y obro
Con tales esperanzas, que parece que hubiera
Un deseo exquisito dictado Primavera:

Tener el alma fresca, limpia; ser como el lino
Que es blanco y huele a hierbas. Poseer el divino
Secreto de la risa; que la boca bermeja
Persista hasta el silencio postrero, bella, fuerte,
¡ Y libe en la corola suprema de la Muerte
Con su última abeja!

Alfonsina Storni. El dulce daño (1918).

viernes, 14 de agosto de 2009

Vas y venís

A Luz

De carrasco a aeroparque y viceversa
vas y venís con libros y bufandas
y encargos y propósitos y besos

tenés gusto a paisito en las mejillas
y una fe contagiosa en el augurio

vas y venís como un péndulo cuerdo
como un comisionista de esperanzas
o como una azafata voluntaria
tan habituada estás a los arribos
y a las partidas un poquito menos

quien iba a imaginar cuando empezábamos
la buena historia hace veinticinco años
que en una apartamento camarote
donde no llega el sol pero vos sí
íbamos a canjear noticia por noticia
sin impaciencia ya como quien suma
y cuando te dormís y yo sigo leyendo
entre cuatro paredes algo ocurre

estás aquí dormida y sin embargo
me siento acompañado como nunca.

Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida (1995).

domingo, 2 de agosto de 2009

De vino y rosas

Yo he sido una promesa y he brillado.
Estuve en pie de guerra en las cantinas
brindando con amigos por proyectos
estelares que nunca se cumplieron.

Me ves aquí riéndome de todo;
y en ésta, elemental y mortecino.

Después de todo, hasta lo encuentro tierno.
¡Yo que iba a prometer! ¡Y me creyeron!

Leopoldo Alas. La condición y el tiempo (1992).

sábado, 1 de agosto de 2009

Hazlo ahora

Muchacha si le amabas
no te vayas así di que te esperan
que debes regresar pero que estás
alegre por las horas que has vivido
como dentro de un sueño;
declárale que a veces pensarás
en su rostro de lluvia
en sus papeles o en su fantasía:
hazlo ahora aún es tiempo
ya que quizá algún día mientras busques
amparo en otros brazos
te acuerdes de él con repentino amor
y no puedas llorar aunque lo intentes.

José Agustín Goytisolo. A veces gran amor (1981).

viernes, 31 de julio de 2009

Es obligatorio...

Es obligatorio tener mitos
y yo gustosa desobedezco,
gustosa me plancho las blusas,
cuando tengo tiempo,
porque antes es hablar con los amigos.
Es obligatorio presentarse con buenas ropas,
con buenas obras -no interesa tanto-,
Es obligatorio no asomarse a la ventanilla,
porque tienes que estar vivo si organizan la guerra.
Es obligatorio silenciar que hay tumultos
porque pueden echarte del trabajo,
y si cantas verdades la celda te preparan,
te preparan el llanto, porque es obligatorio...
sufrir siendo persona,
guardar rencor,
adular al pedante,
llevar medias en los templos,
tener bastantes hijos,
volver mañana,
tener enemigos,
es obligatorio todo esto,
y encima te prohiben escupir en el suelo.

Gloria Fuertes. Todo asusta (1958).

jueves, 30 de julio de 2009

La tribulación

Hay un Dios, me lo dice el alma mía,
la tierra de otro mundo es el camino:
para el hambre y la sed del peregrino
el desierto arenal la palma cría.

Yo tendo sed y hambre. La alegría
por siempre huyó del corazón mezquino,
y ya no pido a mi cruel destino
el bien que allá en mis sueños le pedía.

Deshechas ya mis ilusiones veo
como pedazos ¡ay! de mis entrañas,
y ni temo ni espero ni deseo.

¡Oh tú que en mi aislameinto me acompañas!
¿En quién he de creer si en ti no creo,
y a quién me he de volver si tú me engañas?

Gabriel García de Tassara. Poesías (1872).

miércoles, 29 de julio de 2009

Encuentro

Alguien entra en el silencio y me abandona.
Ahora la soledad no está sola.
Tú hablas como la noche.
Te anuncias como la sed.

Alejandra Pizarnik. Los trabajos y las noches (1965).

martes, 28 de julio de 2009

El territorio de la nada

El territorio de la nada es a veces el más ines-
perado.
Un espacio tan ferozmente habitado como el
metro,
donde la lectura del periódico o la novelita rosa
pueden coexistir con el orgasmo más frenético
y los rostros no ocultan su cansancio y su odio.
Pero es allí, en el trepidante vagón
donde la contemplación estática de un anuncio
obsoleto
-"se prohíbe fumar", "no obstruyan las puer-
tas"-
va sumiéndose en un arrobamiento semejante al
limbo
que desaloja todo mi existir.
El pensamiento se evade sigilosamente,
consciente acaso de su falacia inútil,
la cortina del párpado vuelve sombra la luz
y la piel toma la inmovilidad de la roca,
mientras la apretada masa de los viajeros
parece esperar sólo la violencia del grito libe-
rador
o el choque súbito que dé el sentido a su existencia.
Y es entonces cuando me siento beatíficamente
instalado en esta nada,
que mi cuerpo asume sin esfuerzo,
feliz con su propio desalojo,
mientras, como en una pequeña galaxia,
voy resbalando por el espacio puro del Gran
Cero,
y escucho el sonido gris de la Nada,
y palpo a ciegas su irrisorio cuerpo.

José Luis Cano. Poemas crepusculares.

lunes, 27 de julio de 2009

Un regalo

He dibujado en uno de los discos
dos montañas con nieve
y un sol de rayos cortos
que tiembla todavía.
Su silencio es un cable.
Las palmas de sus manos
redes que se secan.
Sus zapatillas viven un sueño de locales
en el que fosforece una promesa rápida.

Le ama y le inquieta,
igual que el algodón de su camisa,
el orden de sus libros,
el pedazo de calle bulliciosa,
una tripa de humo,
que ve, mientras le espera, en su ventana.

Luis Muñoz.

martes, 21 de julio de 2009

Mujer lejana

Como una sombra más de su pobreza,
de entre las ruinas blancas de la casa que vemos,
una mujer toda de negro y sola
sale a su mediodía inmenso, sin descanso,
con los ojos cerrados cada día.
Una mujer que no vemos muy bien, que busca
un cubo y se encarama, entre los gatos,
junto al granado viejo, y toca el mar,
el mar que está en en el pozo, vacío, sin salida,
como una sombra más de este desierto.
Qué suerte ver llegar entonces a los pájaros,
tenerlos por aquí también, poder oírlos,
como una sombra más en el dibujo, miren,
cerca de la mujer que no los ve,
bajo un cielo de arena, sobre el árbol.
Una mujer que está ya muerta, se diría,
aunque salga a tender la ropa muchas veces,
una mujer que no se ve, que la veíamos
sólo después de haber llovido algo,
con la mirada fría, distante, del invierno.

Vicente Valero. Libro de los trazados (2005).

domingo, 19 de julio de 2009

Retorcedme sobre el mal

Retorcedme sobre el mar,
al sol, como si mi cuerpo
fuera el jirón de una vela.

Exprimid toda mi sangre.
Tended a secar mi vida
sobre las jarcias del muelle.

Seco, arrojadme a las aguas,
con una piedra en el cuello
para que nunca más flote.

Le di mi sangre a los mares.
¡Barcos, navegad por ellos!
- Debajo estoy yo, tranquilo.

Rafael Alberti. El alba del alhelí (1928).

sábado, 18 de julio de 2009

[Amor mío, mira mi boca de vitriolo]

Amor mío, mira mi boca de vitriolo
y mi garganta de cicuta jónica,
mira la perdiz de ala rota que carece de casa y muere
por los desiertos de tomillo de Rimbaud,
mira los árboles como nervios crispados del día
llorando agua de guadaña.

Esto es lo que yo veo en la hora lisa de abril,
también en la capilla del espejo esto veo,
y no puedo pensar en las palomas que habítan la palabra Alejandría,
ni escribir cartas para Rilke el poeta.

Blanca Andreu. De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall (1981).

miércoles, 15 de julio de 2009

Si todo vuelve a comenzar

Quiero decirlo ahora
porque si no después las cosas se complican.

Soy peor todavía de lo que muchos creen.

Me gusta justamente el plato que otro come
aburro una tras otra mis camisas
me encantan los entierros y odio los recitales
duermo como una bestia
deseo que los muebles estén más de mil años en el mismo lugar
y aunque a escondidas uso tu cepillo de dientes
no quiero que te peines con mi peine
soy fuerte como un roble
pero me ando muriendo a cada rato
comprendo las cuestiones más difíciles
y no sé resolver lo que de verdad me importa.

Así puedo seguir hasta morirme:
ya ves soy lo que llaman
el clásico maníaco depresivo.

José Agustín Goytisolo. Bajo tolerancia (1973).

domingo, 12 de julio de 2009

La calle

Y ya estás en la calle, prisionero
en un mundo de voces y de ruidos,
en un mundo de sueños confundidos
en un fiero murmullo de avispero.

Una malla de penas y de acero,
de motores, de risas y de olvidos,
de pasiones oscuras y sentidos
teje un furtivo, impávido hilandero.

Caminas entre fieras dentelladas,
entre máscaras acres y colmillos,
entre cruentas tormentas disfrazadas,
entre zapatos de fugaces brillos
que sostienen al aire levantadas
feroces ediciones de cuchillos.

Estás ahora en medio de la calle,
en medio de los otros, tus hermanos,
en un gran hervidero de caínes,
en un gran río de apagado llanto.

Pero estás solo, solo entre los otros
como en el bosque solo se halla el árbol.
Sólo contigo, con tus sueños solo,
con tu egoísmo solo entre los brazos,
caminas hacia nadie y siempre pasas
como un viento invisible sobre el páramo.
Ellos también van solos. Todos hacia
la soleada más pura caminamos.

Rafael Morales. La máscara y los dientes (1962).

martes, 7 de julio de 2009

Alba

Industriosa ciudad, salobre y húmeda,
en donde las callejas despertaban orinada y solas,
camino del hotel.
Igual que el sol nacido, pero más puro y libre,
se apoya aún aquel cuerpo, en una esquina,
con restos desprendidos de blasfemias y vicios.
Gatos indiferentes. Y un humo de tabaco
se iniciaba en el día
más hermoso y más largo del verano.

Francisco Brines. Aún no (1971).

domingo, 5 de julio de 2009

Razón de amor

No es sólo la pasión de los abrazos,
la saliva, el aroma, el vértigo, los besos
o el plácido desvelo de tu ausencia.

Mi amor es la fábula y la trama,
el relato interior que sigue a cada encuentro,
la glosa que acompaña los adioses,
el minucioso examen de tus frases
y el eco que tu voz le pone a mi silencio.

Mi amor es ser feliz y no engañarme
anticipando el daño del negro desengaño,
cuando el sexo se esfume en el recuerdo
remoto y resentido de un orgasmo.
Es conseguir la calma en las mareas
y atesorar las horas y los días
de la fiesta de luz que celebramos,
del banquete voraz de los sentidos.

Y abolir la frontera de los cuerpos,
detenernos, subiendo la escalera,
a besarnos en todos los peldaños.

Leopoldo Alas. La posesión del miedo (1996).

domingo, 28 de junio de 2009

Canción serena

Un día puro, alegre, libre quiero.
FRAY LUIS DE LEÓN

No me dejéis así: Sorbido por la tierra
hondísima y vibrante como el clamor penúltimo;
con este olor maduro de soles y horizontes
abriéndome en el pecho el surco luminoso.

No es el que el cuerpo me suene a cristal derramado
ni que diez corazones me alanceen las yemas,
ni que cielos redondos agolpen sus rebaños
a mis ojos mastines, labradores de cimas.

Es que un mar fugitivo rinde velas y senos
y pétalos y espumas a la gozosa playa
donde el rumor se atreve a mancillar la sombra.
¡Y se me ciegan labios y gritos y pupilas!

Es que siento que el aire es de carne dulcísima
y la luz sólo luz.
Que el contorno me huye
a bandadas blanquísimas de palomas y lirios
y me abandonan manos y dientes y melenas.
No. No me dejéis así: Moriría desnudo
sin sentirme morir. Brasa, pájaro. Pájaro o viento-,
y pobre vestido, con su sangre caliente,
se hundiría, esperando mi imposible retorno.

Victoriano Crémer. Tacto sonoro (1944).

Ayer nos dejó a sus 102 años. Seguía publicando un artículo diario.

jueves, 25 de junio de 2009

Noche de San Juan

Qué secreta y hermosa
es la noche festiva para aquel
que no tiene pasado: un tiempo frío
dentro del corazón.
Qué exacta noche
de fuego y juventud.
Qué diferente
ya de cuando éramos
aquellos que en la sombra
furtivos se besaban y reían.
Las muchachas se obsequian como entonces
y los amigos beben en una copia igual
a la que ya apuramos cuando fuimos
como estos que ahora se adueñan de la vida.
 
Felipe Benítez Reyes. Sombras particulares (1992).

martes, 23 de junio de 2009

El miedo es vertical

La habitación emerge con la inercia
del alba acostumbrada a los retornos.

Agostada su luz, tiembla en los ojos
la empresa derrotada y la ceguera.

El miedo, imán del frío,
precipita la vida y la contiene.

Ana Gorría. Araña (2005).

domingo, 21 de junio de 2009

Adolescencia

Vinieras y te fueras dulcemente,
de otro camino
a otro camino. Verte,
Pasar por un puente a otro puente.
-El pie breve,
la luz vencida alegre-.

Muchacho que sería yo mirando
aguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje
fluir, desvanecerse.

Vicente Aleixandre. Ámbito (1928).

viernes, 19 de junio de 2009

Vino el ángel de las sombras

Vino el ángel de las sombras;
me tentó tres veces.
Yo, erguido, tallado en piedra
firme, resistiéndole.
Me torturaba con lágrimas,
látigos y nieves,
con soledades. Me puso
la frente candente.

Toda la noche me estuvo
llenando de muerte.
Separaba con un mar
las orillas verdes.
Entre una y otra orilla
no dejaba puentes.

Se pasó la noche entera
llamándome, hiriéndome.
Diciendo que yo era el rey
del trigo y la nieve,
el rey de las horas negras
y el de las celestes.

Vino el ángel de las sombras.
Yo en pie, resistiéndole.
Esperando que, al cantar
los gallos, huyese.

Alucinado, queriendo
vencerle, venciéndome.

José Hierro. Quinta del 42 (1952).

jueves, 18 de junio de 2009

El ciclo

Un día.

Arco entre la luz y la luz,
un día.

Salimos de la casa.
Lo invisible
nacía, puro.

Nacíamos.

Giraba, indescifrable,
el tiempo en nuestros pasos, en las hojas,
en la cal de las tapias hasta el mar.
Buscaba, errante, el centro, la quietud
en los seres errantes.

El aire
nos hería.

Volvimos
ya con la luz de lo invisible.

El cielo oscuro,
la pureza,
fueron signos del fin.

Un día.

Rafael José Díaz. Llamada en la primera nieve (2000).

lunes, 15 de junio de 2009

Canción del pirata

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.

Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.

"Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor."

"Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

"Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes."

"Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

"A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer."

"En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

"¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío."

"Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

"Son mi música mejor
Aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones."

"Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar."

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar."

José de Espronceda. Poesías líricas (1840).

jueves, 11 de junio de 2009

[Aquí ya está el milagro]

Aquí ya está el milagro,
aquí, a medio camino
entre la bendición, entre el silencio,
y la fecundación y la lujuria
y la luz sin fatiga.
¿Y la semilla de la profecía,
la levadura del placer que amasa
sexo y canto?
Esta noche de julio, en quietud y en piedad,
sereno el viento del oeste y muy
querido me alza
hasta tu cuerpo claro,
hasta el cielo maldito que está entrando
junto a tu amor y el mío.

Claudio Rodríguez. Casi una leyenda. De amor ha sido la falta (1991).

martes, 9 de junio de 2009

Incredulidad

No eres
posible,
no es posible
que todo el calor del mundo
haya cobrado la forma de tu cuerpo
tendido e irradiante junto al mío,
no es posible tu cuello
girando sobre la almohada lentamente
como fanal de dicha,
tanta fructificación no es
posible, tan alta primavera
desbordando tus pechos y tus manos
hasta inundar todas las alcobas de mi vida,
no es posible el latido de tu sueño
cuando convoca
paisajes como caricias, dédalos susurrados
de fraternidad y auxilio y maravilla,
no es posible la paz de tu vientre rubio
si te busco debajo de las sábanas.
Desnuda no eres posible. Junto a mí, no es posible.
Eres lo más real y no es posible.

Jorge Riechmann. Cuaderno de Berlín (1989).

lunes, 8 de junio de 2009

[¿Acompañan las almas? ¿Se las siente?]

¿Acompañan las almas? ¿Se las siente?
¿O lo que te acompañan son dedales
minúsculos, de vidrio,
cárceles de las puntas, de las fugas,
rosadas, de los dedos?

¿Acompañan las ansias? ¿Y los "más",
los "más", los "más" no te acompañan?
¿O tienes junto a ti sólo la música
tan mártir, destrozada
de chocar contra todas las esquinas
del mundo, la que tocan
desesperadamente, sin besar,
espectros, por la radio?

¿Acompañan las alas, o están lejos?
Y dime, ¿te acompaña
ese inmenso querer estar contigo
que se llama el amor o el telegrama?

¿O estás sola, sin otra compañía
que mirar muy despacio, con los ojos
arrasados de llanto, estampas viejas
de modas anticuadas, y sentirte desnuda,
sola, con tu desnudo prometido?

Pedro Salinas. Razón de amor (1936).

domingo, 7 de junio de 2009

[No porque llueva seré digno. ¿Y cuándo]

No porque llueva seré digno. ¿Y cuándo
lo seré, en qué momento? ¿Entre la pausa
que va de gota a gota? Si llegases
de súbito y al par de la mañana,
al par de este creciente mes, sabiendo,
como la lluvia sabe de mi infancia,
que una cosa es llegar y otra llegarme
desde la vez aquella para nada...
Si llegases de pronto, ¿qué diría?
Huele a silencio cada ser y rápida
la visión cae desde altas cimas siempre.
Como el mantillo de los campos, basta,
basta a mi corazón ligera siembra
para darse hasta el límite. Igual basta,
no sé por qué, a la nube. Qué eficacia
la del amor. Y llueve. Estoy pensando
que la lluvia no tiene sal de lágrimas.
Puede que sea ya un poco más digno.
Y es por el sol, por este viento, que alza
la vida, por el humo de los montes,
por la roca, en la noche aún más exacta,
por el lejano mar. Es por lo único
que purifica, por lo que nos salva.
Quisiera estar contigo no por verte
sino por ver lo mismo que tú, cada
cosa en la que respiras como en esta
lluvia de tanta sencillez, que lava.

Claudio Rodríguez. Don de la ebriedad (1953).

sábado, 6 de junio de 2009

Quien huye, encuentra

La belleza de huir, aprendiz de Epicuro,
cuando el cielo despeina las palmeras
y el destino más negro te acuna como un don.

Al principio, no obstante,
los alacranes venga su timidez,
la pasión casquivana
se ofrece a los peores, y a la luna
la dermatología le es ajena.

Se tiene fe
o no. Yo tengo fe
en la evasión. Una palabra cae
y te aligera.
Fui vulnerable, me culpé y, en fin...

Moraleja: descansa en lo difícil.

Carlos Pardo. Desvelo sin paisaje (2002).

martes, 2 de junio de 2009

Ocaso en el espejo

En el jardín y en el espejo
Caen las hojas de los árboles
En el jardín y en el espejo
Se van las horas por la tarde

El jardín se sabe duplicado
Por el divino mago
Y aumenta sus encantos

Por el espejo y el Ocaso
Ha cruzado un pájaro

Y este mago cristal
Se me hace un arroyuelo
Y se alarga indefinidamente
Para dar a mis pies atracciones de senderos

En el espejo acuoso muriendo va la tarde
En una despedida interminable.

Vicente Huidobro. Poemas inéditos y dispersos (1916).

domingo, 31 de mayo de 2009

Mudanza

El agua, sin quehacer,
se hastía.
La nube, de viajar,
se cansa.
Y el monte bien quisiera
en el río, desnudo
bañarse.
El camino, el camino
no quisiera llevarnos
a la casa.

¡Otra vida! ¡Otra vida!
Por eso el sol
se entra por los resquicios
y, en la mañana,
espía nuestras camas.

Por eso las nubes se exprimen...
Y por eso crujen los muebles,
y por eso se inclinan los cuadros.

¡Otra vida! ¡Otra vida!
Hagamos sitio a nuevos huéspedes:
echemos la casa por la ventana.

Xavier Villaurrutia. Reflejos (1926).

lunes, 25 de mayo de 2009

[De tu lecho alumbrado de luna me venían]

De tu lecho alumbrado de luna me venían
no sé qué olores tristes de deshojadas flores;
heridas por la luna, las arañas reían l
igeras sonatinas de lívidos colores...

Se iba por los espejos la hora amarillenta...;
frente al balcón abierto, entre la madrugada,
tras la suave colina verdosa y soñolienta,
se ponía la luna, grande, triste, dorada...

La brisa era infinita. Tú dormías, desnuda...;
tus piernas se enlazaban en cándido reposo,
y tu mano de seda, celeste, ciega, muda,
tapaba, sin tocarlo, tu sexo tenebroso.

Juan Ramón Jiménez. La soledad sonora (1911).

domingo, 24 de mayo de 2009

De corazón a corazón...

yo no robé, no asesiné; fui niño
y en cambio me golpean y golpean
Gelman
de corazón a corazón
hirientes
aluvional la carta y la alianza
voy a buscarte en roca compañera
deslizando los naipes por la manga
los naipes por el pecho
los naipes por la casa
y aquel fuego de flechas sin manzanas
yo te diré
que no aguardo feliz junto al estrago
de la tormenta patria

apasionadamente cruzaremos
la frontera de tierra maniatada
mientras prevés la hora bajo las catedrales
y te arrojas al músculo
porque te llamo en nombre del andamio
porque de acumularte mi memoria repica
y aquí las decisiones
los versos apagados
narrar calladamente el olor del destino
del pájaro maldito
de las llaves sumisas
(ah el traidor rendimiento)
que descubren la cama
y amigos siempre amigos
bebedores de muerte
que decimos a todos
venid venid venid
este es el llanto

cuánta desesperanza milenaria
al trenzar el cordón bajo la encina
mientras el beso a poco
la hoguera por mañanas
letanías vigentes de joaquín
húmedas letanías
y decirte que adiós que hasta la tarde
pero con una duda
imperdonable
amada
por su sabor a no sé qué sabido
en las dolidas calles
repletas de tristeza
repletas de amargura
bofetones pacíficos

todo está caro
amor
por las esquinas
y ayer peor y qué vendrá mañana
obligado silencio sempiterno
cerca del descubrir la dentadura
la calavera en fiebre
por encima de tanto salmo al padre
nosotros no diremos el vocablo sufrido
como dice ramón
palabras anchas
y para darme cuenta
para amarte sabiéndonos con miedo
del hachazo en la espalda
rompo todo naufragio
me levanto del féretro
te tomo de la mano
rompo las prohibiciones ya previstas
o sea rompo todo
rompo a llorar a silenciar las cosas
el labio solitario
por ti y por mí
por cuantos
renunciamos a hablar del arcoiris
y desfilan amigos como félix
estimulando el grito
velozmente la red
enumerados
(mucho perdón os pido)
como quien relatara
una fila de muertos entrañables
relatada por muertos
como tú y yo
como la noche misma
como abanicos muertos
pese al miedo en la palma de la mano
el corazón la carta y la alianza

José Miguel Ullán. Amor peninsular (1965).

Villarino de los Aires, Salamanca, 1944 - Madrid, ayer.

lunes, 18 de mayo de 2009

Elegir mi paisaje

Si pudiera elegir mi paisaje
de cosas memorables, mi paisaje
de otoño desolado,
eligiría, robaría esta calle
que es anterior a mí y a todos.

Ella devuelve mi mirada inservible,
la que hace apenas quince o veinte años
cuando la casa verde envenenaba el cielo.
Por eso es cruel dejarla recién atardecida
con tantos balcones como nidos a solas
y tantos pasos como nunca esperados.

Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos,
los espías aleves de la soledad,
las piernas de mujer que arrastran mis ojos
lejos de la ecuación de dos incógnitas.
Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte,
hojas secas, bocinas y nombres desolados,
nubes que van creciendo en mi ventana
mientras la humedad trae lamentos y moscas.

Sin embargo existe también el pasado
con sus súbitas rosas y modestos escándalos
con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera
y su insignificante comezón de recuerdos.

Ah si pudiera elegir un paisaje
eligiría, robaría esta calle,
esta calle recién atardecida
en la que encarnizadamente revivo
y de la que sé con estricta nostalgia
el número y el nombre de sus setenta árboles.

Mario Benedetti. Solo mientras tanto (1948-1950).

Ayer murió uno de mis poetas más queridos. No sólo por mí, porque era el más popular y el más cercano. Nunca te olvidaremos.

domingo, 17 de mayo de 2009

La guitarra

Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.

Federico García Lorca. Poema del cante jondo (1921).

jueves, 14 de mayo de 2009

Remota luz

Si de tierras hermosas retorno,
¿qué traigo? ¡Me cegó su resplandor!
Las manos desnudas, rudas, nada,
no traigo nada: traigo una canción.

Tierra buena, murmullo lánguido,
caricia, tierra casta,
¿cuál tu nombre, tu nombre tierra mía,
tu nombre Herminia, Marta?

Dorado arrullo eras.
Yo te besé tierra del gozo.
Tu noche era honda y grave,
y tu día, a mis ojos, una montaña de oro.

Tierra, tierra dulce y suave,
¿cómo era tu faz, tierra morena?

Aurelio Arturo. Morada al sur (1963).

martes, 12 de mayo de 2009

Lovers go home

Ahora que empecé el día
volviendo a tu mirada
y me encontraste bien
y te encontré más linda
ahora que por fin
está bastante claro
dondes estás y donde
estoy

sé por primera vez
que tendré fuerzas
para construir contigo
una amistad tan piola
que del vecino
territorio del amor
ese desesperado
empezarán a mirarnos
con envidia
y acabarán organizando
excursiones
para venir a preguntarnos
cómo hicimos.

Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida (1995).

lunes, 11 de mayo de 2009

American Poem

Viendo perderse el coche,
autolavado adentro,
mientras el agua bate esta gran cristalera,
no sé si por cansancio, por mal humor
y por falta de sueño,
imagino la vida perfecta, renovada
a cambio nada más de unas monedas.
Imagino un cartel vacilante
en medio del desierto:
Abrillantado de las ilusiones.
Cepillado del alma.
Lavado a fondo de cualquier infortunio.
Secado cuidadoso de la memoria harta.
Y pagar y marcharse.
Dinero fácil, fáciles esperanzas,
vida fácil.
Viendo perderse el coche,
tren de lavado adentro,
me asalta una nostalgia indefinida
y perpetro absurdas teorías sobre los paraísos.

Carlos Marzal. Los países nocturnos (1996).

domingo, 10 de mayo de 2009

Tiempo

Hoy es domingo y por eso
decía César Vallejo por eso
escucho a Bob Dylan me hundo en el fondo del subconsciente buceo
a ojos cerrados y todo aparece diáfano como la armónica de Bob tantos años abatidos
furia del ángel fieramente humano contra las alas rotas
yo dije España está perdida dentro de su nombre
llamé a la paz con los labios desgarrados
pero hoy es domingo y por eso
me serené como una verónica de Gitanillo de Triana
seccioné mi angustia la guillotiné en despiadados versos
pero hoy es domingo y por eso
a lo lejos ya vuelve la galerna
la espero a pecho descubierto
pecho como la guitarra de Bob Dylan
porque hoy es domingo y por eso

Blas de Otero. Hojas de Madrid con La galerna (1968- 1979).

sábado, 9 de mayo de 2009

(La rueda de la finanza)

... der Geschlechtsteil des Gelds...
RILKE

Primero fue la rueda modesta de las cosas:
un huevo por un pan, diez panes por un cántaro.
Luego se coronó una cosa entre todas:
el oro, con su esposa lunar, la plata triste.
Y el giro se hizo largo y potente: de lejos
llegaban caravanas hasta algún hombrecito
mágico, que en sus cuevas lo trasmutaba todo.
Pero con la alegría se azuzó más el baile:
palabras, juramentos, cartas, declaraciones
como de amor, valieron por los lejanos bienes:
sin ver, se recibían, se cambiaban los campos.
Creyó el hombre en el hombre, y reinó la confianza;
se vendió el porvenir, en fe multiplicado.
Al llegar el verano madurando los trigos
ya estaba bien gastado su valor varias veces:
a cuenta de las mieses que vendrían, ya habían
surgido casas; telas adornaban más cuerpos;
cunas mecían nuevos niños para esa harina.
Y al posarse, esa magia, esa embriagada ronda
era verdad: por leves papelitos firmados,
las cosas engendraban más cosas con el hombre:
por la palabra, el mundo se volvía infinito.

José María Valverde. La conquista de este mundo (1960).

viernes, 8 de mayo de 2009

Y pensar que pudimos...

Y pensar que extraviamos
la senda milagrosa
en que se hubiera abierto
nuestra ilusión, como perenne rosa...

Y pensar que pudimos
enlazar nuestras manos
y apurar en un beso
la comunión de fértiles veranos...

Y pensar que pudimos
en una onda secreta
de embriaguez, deslizarnos,
valsando un vals sin fin, por el planeta...

Y pensar que pudimos,
al rendir la jornada,
desde la sosegada
sombra de tu portal y en una suave
conjunción de existencias,
ver las cintilaciones del Zodíaco
sobre la sombra de nuestras conciencias...

Ramón López Velarde. La sangre devota (1916).

jueves, 7 de mayo de 2009

La gota

La gota es un modelo de concisión:
todo el universo
encerrado en un punto de agua.

La gota representa el diluvio y la sed.
Es el vasto Amazonas y el gran Océano.

La gota estuvo allí en el principio del mundo.
Es el espejo, el abismo,
la casa de la vida y la fluidez de la muerte.

Para abreviar, la gota está poblada de seres
que se combaten, se exterminan, se acoplan.
No pueden salir de ella,
gritan en vano.

Preguntan como todos:
¿de qué se trata,
hasta cuándo,
qué mal hicimos
para estar prisioneros de nuestra gota?

Y nadie escucha.
Sombra y silencio en torno de la gota,
brizna de luz entre la noche cósmica
en donde no hay respuesta.

José Emilio Pacheco.

Hoy ha sido galardonado con el XVIII Premio de Poesía Reina Sofía.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Oh, tú a quien a menudo y silenciosamente me aproximo

Oh, tú a quien a menudo y silenciosamente me aproximo para estar contigo,
Cuando camino a tu lado, o estoy sentado junto a ti, o permanezco contigo en la misma habitación,
Poco sabes del sutil fuego eléctrico que por ti vibra dentro de mí.

o en el original

O you whom I often and silenty come

O you whom I often and silenty come where you are that I may be with you
As I walk by your side or sit near, or remain in the same room with you,
Litte you know the subtle electric fire that for your sake is playing withing me.

Walt Whitman. Calamus. Hojas de hierba (1855-1892).

lunes, 4 de mayo de 2009

Que su terror no infecte al nuestro, loba

Asómate. Ven a mi lado. Observa.

Se defienden del pánico del ser
con leyes y teorías, propiedades, legajos,
sentencias, admoniciones, amenazas.

Creen ser gregarios. Y están solos.

Por los umbríos solares de su edad
yacen llevando encima la errante presunción
que aún suplanta a su túmulo.

Necios, enfermos, soberbios, concluidos,
jamás rugieron en la jaula,
siempre evitaron resollar el placer.


Loba: nuestro terror está lleno de manos.
El suyo, de muñones.

Félix Grande. Las rubáiyátas de Horacio Martín (1978).

domingo, 3 de mayo de 2009

Alucinación

Amanece. Descalzo he salido a pisar los caminos,
a sentir en la carne desnuda la escarcha.
Tanta luz, tanta vida, tan verde cantar de la hierba!
Tan feliz creación elevada a la cima más alta!
Siento el tiempo pasar y perderse y tan solo por fuera de mí se detiene.
Y parece que está el universo encantado, tocado de gracia.
¡Tanta luz, tanta vida, tan frágil silencio!
¡Tantas cosas eternas que mellan al tiempo su trágica espada!
¡Tanta luz, tan abiertos caminos!
¡Tanta luz que evita los siglos y ordena en el día su magia!

Si la flor, si la piedra, si el árbol, si el pájaro;
si su olor, su dureza, su verde jadeo, su vuelo entre el cielo y la rama.
Si todos me deben su vida, si a costa de mí, de mi muerte es posible su vida,
a costa de mí, de mi muerte diaria...
¡Tanta luz, tan remoto latir de la yerba...!
(Descalzo he salido a sentir en la carne desnuda la escarcha). ¡Tanta luz, tan oscura pregunta!
¡Tan oscura y difícil palabra!
¡Tan confuso y difícil buscar, pretender y comprender y aceptar,
y parar lo que nunca se para!

José Hierro. Alegría (1947).

domingo, 26 de abril de 2009

[Perdóname por ir así buscándote]

Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en lo alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eres.

Pedro Salinas. La voz a ti debida (1933).

sábado, 25 de abril de 2009

Nevermore

Ala de sombra, un cuervo -que crascita
Nunca- repite su áspero graznido
a través de mi día mal vivido
y de mi noche a solas, infinita.

En su agorera convicción imita
mi doble desaliento persuadido
de que nunca la tierra que he tenido
podrá tenerme en pie, que está proscrita.

Nunca... Pico de grajo, el pensamiento
-corvo, corvino- escarba... Lo que siento
sólo puede decirse en ese nunca

-cuervo de negra luz, empobrecida
pitanza, interminable despedida-
que tiene el nombre de mi nombre: Nunca.

Juan José Domenchina.

jueves, 23 de abril de 2009

Vieja ciudad

Tal vez aquí llegué
a través de mi noche, vadeando
ríos de afanes muertos.

O tal vez soy mi sombra y aun cantan
en la noche del tren
las irrompibles cuerdas, relámpagos atados,
de mis violines ebrios.

La sombra de esa vieja ciudad no me saluda.
Mas no he de preguntarle...
Sobre desnuda sombra he de morir naciendo
y he de ser aventura
y riesgo e no ser quien soy,
fuera de mí cambiando de figura

para ser, bajo estrellas coléricas, la rígida
sentencia de estas fuentes
heladas, y en silencio
de plaza en que se cruzan evasivas,
verme de pronto inesperado y sin sentido
para la plaza y para el plan
de un supuesto destino,

y ver mis altas nieves,
entre redondos cantos de un callejón siniestro,
puestas en breve y sorda y acabada cifra,
sin otros horizontes
que los del muro ciego.

Es duro sí, tal vez mortal, buscar de nuevo
melódica razón
o capricho frenético
desde cada ciudad al universo.

Rafael Dieste. Rojo farol amante (1936).

miércoles, 22 de abril de 2009

Ahí mismo

Te he conocido por la luz de ahora,
tan silenciosa y limpia,
al entrar en tu cuerpo, en su secreto,
en la caverna que es altar y arcilla,
y erosión.
Me modela la niebla redentora, el humo ciego
ahí, donde nada oscurece.
Qué transparencia ahí dentro,
luz de abril,
en este cáliz que es cal y granito,
mármol, sílice y agua. Ahí, en el sexo,
donde la arena niña, tan desnuda,
donde las grietas, donde los estratos,
el relieve calcáreo,
los labios crudos, tan arrasadores
como el cierzo, que antes era brisa,
ahí, en el pulso seco, en la celda del sueño,
en la hoja trémula
iluminada y traspasada a fondo
por la pureza de la amanecida.
Donde se besa a oscuras,
a ciegas, como besan los niños,
bajo la honda ternura de esta bóveda,
de esta caverna del resplandor
donde te doy mi vida.
Ahí mismo: en la oscura
inocencia.

Claudio Rodríguez. El vuelo de la celebración (1976).

martes, 21 de abril de 2009

[Esta tarde de luz te he buscado]

Esta tarde de luz te he buscado
por las sendas del parque. Ya los árboles
tenían impaciencia de su verde,
y el aire de este año, que no conoce aún el dolor de las flores,
presentía el milagro de la rosa y el nardo.

Por caminos de luz te busqué sin hallarte,
confundiendo tus pasos con mujeres o sombras,
sin saber si eras tú caminando entre árboles,
o tu recuerdo andando las sendas de mi alma.

¡Sé tampoco de ti! Apenas si tu rostro,
el sonar de tu voz, el dulzor de tu nombre.
Sé que huele tu carne a tierra removida
y que como una lluvia de luz es tu mirada.

Mas nada sé del mundo que empieza en tus pupilas,
ni el ritmo de tus venas, ni el color de tus sueños,
ni el temblor de tus labios en el beso y el llanto,
toda tú en el amor, desconocida y mía.

Solamente mis ojos pueden llegar a ti.
¡Oh que dulce tortura quererte e ignorarte!
Mi silencio se llena de tu voz, y tu ausencia
hace mi soledad más, entrañable y honda.

Y te llamo y te busco en la luz de la tarde
por las sendas del parque y dentro de mí mismo,
en el temblor y el grito del sollozo y del verso,
en esta dulce angustia de ser ya Primavera.

Ildefonso-Manuel Gil. El corazón en los labios (1947).

lunes, 20 de abril de 2009

Ven...

Cuando el sol se ponga en occidente
Vaguemos juntos por la selva umbría;
Posada en mi hombro tu adorada frente,
Soñemos nuestro amor, amada mía.

Ven. Cuando vierta su misterio el mundo
El mando de la noche tenebroso
Pensando sólo en nuestro amor profundo,
Busquemos el silencio y el reposo.

Ven. Y conmigo sube a mi barquilla;
Boguemos a buscar la soledad,
Mira qué lindo el mar, la luna brilla,
Y el cielo no presagia tempestad.

Ven, niña de mi amor, mi dulce ensueño,
Ven conmigo, no tiembles, al altar:
Allí realizaremos nuestro sueño,
Y nadie nos podrá separar.

Vicente Huidobro. Ecos del alma (1911).

domingo, 19 de abril de 2009

Mirándose en el humo

Así que el hombre ha hundido su barbilla en la mano,
y ha cerrado los ojos para ver
el humo de su vida,
tan sólo ha visto sucesión de gestos, cansados pasos,
sombras
y sombras:
allá, en un punto de su vida, algún terror,
y, más terrible aún, las alegrías ahora vanas.
Y a unas sombras que pugnan por formar de nuevo
el bulto
(son las que fueron para él más vivas
que aquella misma vida suya),
en la memoria las derriba el tiempo.

Abre los ojos, en torno a su cuarto,
y es noche oscura.
De nuevo deja la barbilla humosa
caer en el estrago de la mano.
De toda aquella vana polvareda
sólo un dolor pervive,
que rompe las cadenas, en su pecho, de una bestia de
fuego.
La vida muerde aún,
mientras la sombra de la tarde viene
para apagarle su dolor,
su vida toda.
Y un aire llega que deshace el humo.

Francisco Brines. Palabras a la oscuridad (1966).

sábado, 18 de abril de 2009

Tema II

A fuerza de quererte
me he convertido, Amor, en alma en pena.

¿Por qué, Fuensanta mía,
si mi pasión de ayer está ya muerta
y en tu rostro se anuncian los estragos
de la vejez temida que se acerca,
tu boca es una invitación al beso
como lo fue en lejanas primaveras?

Es que mi desencanto nada puede
contra mi condición de ánima en pena
si a pesar de tus párpados exangües
y las blancuras de tu faz anémica,
aún se tiñen tus labios
con el color sangriento de las fresas.

A fuerza de quererte
me he convertido, Amor, en alma en pena,
y en el candor angélico de tu alma
seré una sombra eterna...

Ramón López Velarde.

jueves, 16 de abril de 2009

Cuadrados y ángulos

Casas enfiladas, casas enfiladas,
Casas enfiladas.
Cuadrados, cuadrados, cuadrados.
Casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada,
Ideas en fila
Y ángulo en la espalda.
Yo misma he vertido ayer una lágrima,
Dios mío, cuadrada.

Alfonsina Storni. El dulce daño (1918).

miércoles, 15 de abril de 2009

[En medio]

En medio
de la estación del sufrimiento
poseído por una sonrisa
das respuesta
a aquellos
que en la sombra preguntan
con la boca llena de palabras desfiguradas de Dios
martilleadas
desde el tiempo pasado de los dolores.

El amor ya no tiene puesta ninguna mortaja
rehilado el espacio
en el hilo de tu anhelo.
Los astros rebotan
desde tus ojos
a esta
materia solar suavemente carbonizada

pero sobre tu cabeza
la estrella de mar de la certidumbre
con las flechas de la resurección
reluce color rubí.

o en el original

Inmitten
der Leidensstation
besessen von einem Lächeln
gibst du Antwort
denen
die im Schatten fragen
mit dem Mund voll gottverzogener Worte
aufgehämmert
aus der Vorzeit der Schnsucht.

Die Liebe hat kein Sterbehemd mehr an
versponnen der Raum
im Faden deiner Sehnsucht.
Gestirne prallen rückwärts ab
von deinen Augen
diesem
leise verkohlenden Sonnestoff

aber über deinem Haupte
der Meeresstern der Gewibheit
mit den Pfeilen der Auferstehung
leuchtet rubinrot.

Nelly Sachs. Fuga y transfiguración / Flucht und Verwandlung (1959).

martes, 14 de abril de 2009

Fin de semana en el campo

A los treinta y cinco años de mi vida,
tan largos, tan cargados, y a fin de cuentas vanos,
considero el empuje que llevo ya gastado,
la nada de mi vida, el asco de mí mismo
que me lleva a volcarme suciamente hacia fuera,
negociar, cotizar mi trabajo y mi rabia,
ser cosa entre las cosas que choca dura y hiere.

Considero mis años,
considero este mar que aquí brilla tranquilo,
los árboles que aquí dulcemente se mecen,
el aire que aquí tiembla, las flores que aquí huelen,
este "aquí" que es real, y a la vez, remoto,
este "aquí" y "ahora mismo" que me dice inflexible
que yo soy un error y el mundo es siempre hermoso,
hermoso, sólo hermoso, tranquilo y bueno, hermoso.

Gabriel Celaya. Tranquilamente hablando (1947).

domingo, 5 de abril de 2009

El árbol

Entro en un árbol por su sombre abierta,
alegre y sin llamar, tranquilamente;
voy hacia el centro, subo o bajo, no lo sé,
y allí están todas las raíces, todos
los frutos esperándome, visibles y perfectos,
y el crecimiento de las ramas
es sólo una cuestión de pálpito y de luz,
que yo ahora puedo ver y oír... Hay nidos
abandonados, sucios, malolientes,
y extrañas criaturas de la noche. La luna
también está en el árbol y no es blanca.
Y hasta el viento circula muy oscuro,
se le puede tocar y no hace daño. Subo
o bajo, no lo sé: sé que camino.
Que pertenezco al árbol, lentamente. Me pierdo
en él, muy dentro, y soy el árbol, fértil
y fuerte, el que quería para mí. Y ahora crezco
sin descansar, en la quietud ardiente
del mediodía, cuando los pájaros me buscan,
entran en mí, reposan en su árbol.

Vicente Valero. Vigilia en Cabo Sur (1999).

sábado, 4 de abril de 2009

Elegía de mi niñez

Aquí está mi infantil fotografía
clavándome mis ojos, más profundos que nunca,
con una vaga cosa
posada entre las manos, distraídas y leves.
Es el banco de piedra
-los pies lejos del suelo todavía-
del parque de mis sueños infantiles
donde el sol era amigo
y la arena tomaba
tacto de conocida madre vieja.

... Guardo la imagen turbia
de un niño que, de pronto, se distrae
en medio de los juegos
y al ocaso se queda pensativo
escuchando el rumor lejano de las calles...

El mundo iba naciendo poco a poco
para mí solamente.
La tierra era una alegre manzana de merienda,
un balón de colores no esperado.
Los pájaros cantaban porque yo estaba oyéndoles,
los árboles nacían cuando abría los ojos.

Y los miedos, después...
Todo podía ser en el oscuro cuarto.
Al fondo del pasillo
latía todo el negro de este mundo,
todas las vagas fuerzas enemigas,
todas las negociaciones...

¡Ay alma de mi infancia!
Sólo vivo del todo cuando vuelvo a ser niño.
¿Qué otra revelación mayor que aquélla
del mundo y de la vida entre las manos?
(... cuando todas las cosas eran como palabras...)
¿Qué ensueño como aquél
de presentir desde el umbral del alma
los días esperándome?

¡Oh, Señor, aquel niño que yo era
quiere pedirte, muerto,
que le dejes vivir en mi presente un poco!
Que siga en mí, Dios mío -como tú nos decías-,
y viviré del todo,
y sentiré la vida plenamente,
y tú serás mi asombro virgen cada mañana...

José María Valverde. Hombre de Dios (1945).

martes, 31 de marzo de 2009

Como el viento

Como el viento a lo largo de la noche,
amor en pena o cuerpo solitario,
toca en vano a los vidrios,
sollozando abandona las esquinas;

o como a veces marcha en la tormenta,
gritando locamente
con agustia de insomnio,
mientras gira la lluvia delicada;

sí, como el viento a que un alba le revela
su tristeza errabunda por la tierra,
su tristeza sin llanto,
su fuga sin objeto;

como él mismo extranjero,
como el viento huyo lejos.
Y sin embargo vine como luz.

Luis Cernuda. Un río, un amor (1929).

sábado, 28 de marzo de 2009

Como un Cyrano de Bergerac

Salió a su labio tierna sonrisa
Mezcla de alegre con algo trágico,
Un sonrisa de Monna Lisa,
La que soñara Leonardo el mágico.

Me quedo solo, sumido en honda,
Profunda angustia. Yo meditaba,
Mirando a aquella nueva Gioconda
Que con su risa me apuñalaba.

Me fui temblando, transido el pecho
De un dolor fiero llegué a mi lecho;
Dormí tranquilo; sin alma ya.

Tal como el niño duerme en su cuna,
Y soñé un raro viaje a la luna
Como Cyrano de Bergerac.

Vicente Huidobro. Canciones en la noche (1913).