Huelen a ti las sábanas, amor, y todavía
está tu libro abierto encima de la mesa
y hay ropa por el suelo y discos y tabaco.
Aunque aquí ya no estés, mis brazos aún te buscan.
Y en este fingimiento de abrazarte en la almohada
persigo tu recuerdo, tu cintura, tus hombros.
Tu cuerpo no fue un sueño y quizá en el baño
mi cepillo me espere, mojado de tu boca,
o húmedas toallas que secaron tu pelo.
Huelen a ti las sábanas. El barrio se despierta.
Hay voces en la calle y luz tras la persiana.
El sol debe estar alto. Qué corta fue la noche.
Abelardo Linares. Sombras (1986).
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