¿Quién se atreve a cantar todavía?
- Los locos. Son los locos que han
cogido una barca y navegan por el
canal, ajenos a todo lo que su locura
no les diga. En la barca están apiñados,
con el farol a punto, por si pasan bajo
los puentes. Buscan aguja e hilo. Se besan
y su carne vuela como un golondrina.
Y les quedan solo los dientes bajo
los dientes, una oscuridad vacía
bajo las pupilas. Y su deseo cae
con un estrépito seco de huesos
esparcidos. Pero ellos siguen
pulsando el laúd. Diciendo atroces
melopeas. Trasegando el vino robado
a gollete limpio, sin copa: maman
directamente de la matriz del vino.
El porvenir no llega a babor o estribor,
a proa o poca de su barca. Hasta las
ratas huyen de su lado. Y la historia
se acaba en este año de peste de 1968.
Porque su nave se hunde, se hundió,
se ha hundido mientras ellos, los locos,
seguían en su juego indiferentes.
Adolfo Castaño. Sonido amarillo (1969).
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