Una mirada
que disuelva
con paciencia y con método
el edificio azul de la memoria.
Una mano que arranque.
Carne.
Carne sólo
aunque mísera.
Que el día sea real -un paisaje real
sin el espejo incierto de los símbolos-
y que el frío
-ese frío que encoje
la ciudad
hasta darle el tamaño
preciso
de mi casa-
sea sólo la llaga que recuerde a los hombres
su cuerpo de animales
ateridos.
Ada Salas. Esto no es el silencio (2008).
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