Este ciego lirismo que se arrastra palpando
que alarga sus antenas doloroso y elástico
este torpe lirismo cuajado cuerpo sólido
onerosa presencia de cristales truncados
este sordo lirismo mudo lirismo idiota
lirismo que se está que permanece impávido
sin saber del azul más de lo que le cuentan
roces de golondrinas y cuencas de rayos
ni del ojo del tigre más que la cifra bruta
de sus emisiones instantáneas
sin comprender apenas que es nivel de altitudes
donde empiezan las nieves perpétuas de la música
Este lirismo en fin inválido y tullido
soportando el terrible secreto de sus ansias
su pólvora de odios su pasión de metales
su choque de remoto terremoto
¿lo llevamos al cuello para hundirnos
en el pozo del vértigo sin límite
o para hacer posible el divino equilibrio
de esas alas de seres que
vuelan cantan traspapelan azotan?
Gerardo Diego. Biografía incompleta (1925-1952) [1953].
miércoles, 30 de abril de 2008
martes, 29 de abril de 2008
[Para vivir no quiero]
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:«Yo te quiero, soy yo».
Pedro Salinas. La voz a ti debida (1933).
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:«Yo te quiero, soy yo».
Pedro Salinas. La voz a ti debida (1933).
lunes, 28 de abril de 2008
Hace falta estar ciego
Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta de nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación de los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío de la tierra.
Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido.
Rafael Alberti. De un momento a otro (Poesía e historia, 1932-1937) [1935].
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta de nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación de los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío de la tierra.
Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido.
Rafael Alberti. De un momento a otro (Poesía e historia, 1932-1937) [1935].
domingo, 27 de abril de 2008
Sola tú
Sola tú junto a mí, junto a mi pecho;
sólo tu corazón, tu mano sola
me lleva al caminar, tus ojos solos
traen un poco de luz hasta la sombra
del recuerdo; ¡qué dulce,
qué alegre nuestro adiós...! El cielo es rosa,
y es verde el encinar, y estamos muertos,
juntos los dos en mi memoria sola.
Sola tú junto a mí, junto al olvido,
allá donde la nieve, la sonora
nieve del Guadarrama, entre los pinos,
de rodillas te nombra;
allá donde el sigilo de mis manos;
allá donde la huella silenciosa
del ángel arrebata la pisada;
allá donde la borra...
estamos solos para siempre; estamos
detrás del corazón, de la memoria,
del viento, de la luz, de las palabras,
juntos los dos en mi memoria sola.
Leopoldo Panero. Versos al Guadarrama. Poesía 1930-1939 (1945).
sólo tu corazón, tu mano sola
me lleva al caminar, tus ojos solos
traen un poco de luz hasta la sombra
del recuerdo; ¡qué dulce,
qué alegre nuestro adiós...! El cielo es rosa,
y es verde el encinar, y estamos muertos,
juntos los dos en mi memoria sola.
Sola tú junto a mí, junto al olvido,
allá donde la nieve, la sonora
nieve del Guadarrama, entre los pinos,
de rodillas te nombra;
allá donde el sigilo de mis manos;
allá donde la huella silenciosa
del ángel arrebata la pisada;
allá donde la borra...
estamos solos para siempre; estamos
detrás del corazón, de la memoria,
del viento, de la luz, de las palabras,
juntos los dos en mi memoria sola.
Leopoldo Panero. Versos al Guadarrama. Poesía 1930-1939 (1945).
sábado, 26 de abril de 2008
Vida urbana
Calles, un jardín,
Césped -y sus muertos.
Morir, no, vivir.
¡Qué urbano lo eterno!
Losa vertical,
Nombres de los otros.
La inmortalidad
Preserva su otoño.
¿Y aquélla aflicción?
Nada sabe el césped
De ningún adiós.
¿Dónde está la muerte?
Hervor de ciudad
En torno a las tumbas.
Una misma paz
Se cierne difusa.
Juntos, a través
Ya de un solo olvido,
Quedan en tropel
Los muertos, los vivos.
Jorge Guillén. Cántico (1928-1950).
Césped -y sus muertos.
Morir, no, vivir.
¡Qué urbano lo eterno!
Losa vertical,
Nombres de los otros.
La inmortalidad
Preserva su otoño.
¿Y aquélla aflicción?
Nada sabe el césped
De ningún adiós.
¿Dónde está la muerte?
Hervor de ciudad
En torno a las tumbas.
Una misma paz
Se cierne difusa.
Juntos, a través
Ya de un solo olvido,
Quedan en tropel
Los muertos, los vivos.
Jorge Guillén. Cántico (1928-1950).
Aire nuestro de Jorge Guillén
Acaba de publicarse la edición que parece por el momento definitiva, por su rigor y exhaustividad, de la obra completa de Jorge Guillén (1893-1984).
Óscar Barrero, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en el poeta, se ha encargado de la fijación del texto y de la disposición en página, así como del estudio de variantes y de la realización del aparato crítico.
Jorge Guillén publicó la primera versión de Cántico en 1928 y fue ampliándola hasta 1950; a esta magna obra se agregaron contrapuntos como Clamor (1957-1963) formada por tres libros, Homenaje (1963), los poemas de circunstancias de Y otros poemas (1973) y los versos últimos de Final (1981). Guillén siempre reivindicó la unidad orgánica de toda su obra que agrupó bajo el nombre de Aire Nuestro por primera vez en 1968 y que ahora entrega, completada, Tusquets Editores.
3096 páginas (dos tomos). 71,35 €. ISBN: 978-84-8383-086-4.
Óscar Barrero, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en el poeta, se ha encargado de la fijación del texto y de la disposición en página, así como del estudio de variantes y de la realización del aparato crítico.
Jorge Guillén publicó la primera versión de Cántico en 1928 y fue ampliándola hasta 1950; a esta magna obra se agregaron contrapuntos como Clamor (1957-1963) formada por tres libros, Homenaje (1963), los poemas de circunstancias de Y otros poemas (1973) y los versos últimos de Final (1981). Guillén siempre reivindicó la unidad orgánica de toda su obra que agrupó bajo el nombre de Aire Nuestro por primera vez en 1968 y que ahora entrega, completada, Tusquets Editores.
3096 páginas (dos tomos). 71,35 €. ISBN: 978-84-8383-086-4.
viernes, 25 de abril de 2008
Pendientes e indispensables expasiones
La máquinas nos mascan con dientes igualitos
y salen aeroplanos, gramolas, ascensores...;
del sudor y la sangre, un mundo limpio y nuevo.
(Y a veces instantáneos palacios de luz loca
donde los millonarios gastan todos sus ceros.)
Mas a los que nacimos pequeños y callados
nos queda la materia común de los fracasos,
el fiemo espeso y dulce que todo lo aglutina,
la podredumbre madre.
O acaso la amargura que aún emborracha un poco.
Gabriel Celaya. Tranquilamente hablando (1947).
y salen aeroplanos, gramolas, ascensores...;
del sudor y la sangre, un mundo limpio y nuevo.
(Y a veces instantáneos palacios de luz loca
donde los millonarios gastan todos sus ceros.)
Mas a los que nacimos pequeños y callados
nos queda la materia común de los fracasos,
el fiemo espeso y dulce que todo lo aglutina,
la podredumbre madre.
O acaso la amargura que aún emborracha un poco.
Gabriel Celaya. Tranquilamente hablando (1947).
jueves, 24 de abril de 2008
Tarde es, amor
Volví la frente: estabas. Estuviste
esperándome siempre.
Detrás de una palabra
maravillosa, siempre.
Abres y cierras, suave, el cielo.
Como esperándote, amanece.
Cedes la luz, mueves la brisa
de los atardeceres.
Volví la vida; vi que estabas
tejiendo, destejiendo siempre.
Silenciosa, tejiendo
(tarde es, Amor, ya tarde y peligroso)
y destejiendo nieve...
Blas de Otero. Ancia (1958).
esperándome siempre.
Detrás de una palabra
maravillosa, siempre.
Abres y cierras, suave, el cielo.
Como esperándote, amanece.
Cedes la luz, mueves la brisa
de los atardeceres.
Volví la vida; vi que estabas
tejiendo, destejiendo siempre.
Silenciosa, tejiendo
(tarde es, Amor, ya tarde y peligroso)
y destejiendo nieve...
Blas de Otero. Ancia (1958).
miércoles, 23 de abril de 2008
Límites
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre
hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.
Juan Gelman. El juego en que andamos (1959).
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre
hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.
Juan Gelman. El juego en que andamos (1959).
Juan Gelman ha recogido el Premio Cervantes 2007
El poeta Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) ha recogido hoy el Premio Cervantes 2007 en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.
En su discurso ha defendido la vigencia de la poesía afirmando "Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte" después de referirse a los "tiempos mezquinos" y "de penuria" (en referencia a Hölderlin) en que vivimos, en un mundo como el actual "en el que cada tres segundos y medio un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza".
Ha hablado de la importancia que tuvo para él la obra de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz durante sus años de exilio obligado y ha destacado la grandeza de Cervantes, en una exposición combativa en la que se ha referido a la necesidad de la verdad y la justicia para cerrar las heridas de las dictaduras.
Su discurso completo en La Bitácora de Juan Gelman.
En su discurso ha defendido la vigencia de la poesía afirmando "Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte" después de referirse a los "tiempos mezquinos" y "de penuria" (en referencia a Hölderlin) en que vivimos, en un mundo como el actual "en el que cada tres segundos y medio un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza".
Ha hablado de la importancia que tuvo para él la obra de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz durante sus años de exilio obligado y ha destacado la grandeza de Cervantes, en una exposición combativa en la que se ha referido a la necesidad de la verdad y la justicia para cerrar las heridas de las dictaduras.
Su discurso completo en La Bitácora de Juan Gelman.
martes, 22 de abril de 2008
Campo
La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.
Allá sobre los montes
quedan algunas brasas.
Y este árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!
¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.
Antonio Machado. Soledades. Galerías. Otros poemas (1907).
como un hogar humilde que se apaga.
Allá sobre los montes
quedan algunas brasas.
Y este árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!
¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.
Antonio Machado. Soledades. Galerías. Otros poemas (1907).
lunes, 21 de abril de 2008
No decía palabras
No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.
Luis Cernuda. Los placeres prohibidos (1931).
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.
Luis Cernuda. Los placeres prohibidos (1931).
Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938) de Antonio Rivero Taravillo
El poeta, traductor y ensayista sevillano Antonio Rivero Taravillo (1963) ha publicado la primera parte de la biografía de Luis Cernuda (1902-1963).
Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938) obtuvo en septiembre el XX Premio Comillas de Biografía, Historia y Memorias, ha sido publicado por Tusquets Editores y narra la vida del poeta hasta su exilio en Inglaterra, Estados Unidos y México.
En declaraciones del autor son tres las claves que explican la grandeza de Cernuda "su condición homosexual, el compromiso social y político con la República y una entrega sin límites a la poesía". Esta admiración, desde tiempos de la adolescencia, y más de diez años de trabajo han fructificado en una obra que deshacen entuertos, propone hipótesis a circunstancias que no pueden ser afirmadas e ilumina aspectos pocos conocidos de la vida del gran poeta sevillano.
456 páginas. 25,48 €. ISBN: 978-84-8383-062-8.
domingo, 20 de abril de 2008
[Te tuve]
Te tuve
cuando eras
dulce,
acariciado mundo.
Realidad casi nube,
¡cómo te me volaste de los brazos!
Ahora te siento nuevamente.
No por tu luz, sino por tu corteza,
percibo tu inequívoca
presencia.
... agrios perfiles, duros meridianos,
¡áspero mundo para mis dos manos!
Ángel González. Áspero mundo (1956).
cuando eras
dulce,
acariciado mundo.
Realidad casi nube,
¡cómo te me volaste de los brazos!
Ahora te siento nuevamente.
No por tu luz, sino por tu corteza,
percibo tu inequívoca
presencia.
... agrios perfiles, duros meridianos,
¡áspero mundo para mis dos manos!
Ángel González. Áspero mundo (1956).
sábado, 19 de abril de 2008
Ars amandi
III
Tápate,
tápate las metáforas, hace
un pequeño frío de pequeño invierno,
con un pequeño radiador, pequeño
tiempo para sentirnos juntos
tápate las metáforas, hace
un pequeño frío de pequeño invierno,
con un pequeño radiador, pequeño
tiempo para sentirnos juntos
menos solos
que solos habitualmente, menos sabios
para decir amor mío sin remordimientos
para creer haber sido elegidos
hace tiempo
en un Mercado Persa anunciado por profetas
sí, cubro también mis imágenes impacientes.
Manuel Vázquez Montalbán. Una educación sentimental (1967).
Memoria y deseo. Poesía completa 1963-2003 de Manuel Vázquez Montalbán
El escritor y crítico Manuel Rico y el editor José María Castellet presentaron el jueves en el Centro Cultural de Círculo de Lectores de Madrid la obra poética completa de Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003) bajo el título Memoria y deseo. Poesía completa 1963-2003 en un acto que se cerró con la lectura de parte de la obra por Juan Echanove.
Ediciones Península integra en esta nueva edición de Memoria y deseo (Seix Barral, 1986) su antepenúltimo título, Ciudad, y dos inéditos: Construcción y deconstrucción de una teoría de la almendra de Proust complementaria de la construcción y deconstrucción de una teoría de la magdalena de Benet Rossell y Rosebud.
Manuel Rico, que ha escrito la introducción, habló de la poesía de Vazque Montalbán como un apasionante "cruce Espriu, la Piquer y Eliot, Blas de Otero, Gil de Biedma, Françoise Hardy y los pacientes del ambulatorio", una poesía siempre dispuesta a "arañar la piel de la memoria".
490 páginas. 18,50 €. ISBN: 978-84-8307-800-6.
viernes, 18 de abril de 2008
Rosario, dinamitera
Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.
Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.
Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!
Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.
Miguel Hernández. Viento del pueblo (1937).
Ayer falleció en Madrid Rosario Sánchez Mora (1919-2008), la joven miliciana que inspiró este poema.
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.
Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.
Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!
Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.
Miguel Hernández. Viento del pueblo (1937).
Ayer falleció en Madrid Rosario Sánchez Mora (1919-2008), la joven miliciana que inspiró este poema.
jueves, 17 de abril de 2008
[Te recuerdo como eras en el último otoño]
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.
Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924).
Una de las joyas del primer poemario que leí.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.
Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924).
Una de las joyas del primer poemario que leí.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)