viernes, 21 de octubre de 2022

Los signos desvelados

    Subí hasta la colina
para mirar el ancho
río, la ciudad rosa,
los montes de cipreses,
mientras caía el sol.

    Era fiesta, los grupos
bajaban de luz
con alegría, voces
altas, felices. Libres,
regresaban al valle.

    Y advertí que un extraño,
con los ojos muy fijos,
miraba el sol. Las torres,
eran pavesas ya
del aire, miradores
de un fuego muy oscuro.
Temblaban los cipreses
en la línea del monte,
mientras yacía el río
ya quemado. Muy lejos
se perdían las voces.

    También era extranjero.
Se acercó a un árbol,
y arrancando unas hojas
de laurel,
avanzó por el parque.
Y desvelé el misterio
de su quieta mirada:
en todos los lugares
de la tierra,
el tiempo le señala
al corazón del joven
los signos de la muerte
y de la soledad.

Francisco Brines. Palabras a la oscuridad (1966).

viernes, 9 de octubre de 2020

Cielo vivo

Yo no podré quejarme
si no encontré lo que buscaba.
Cerca de las piedras sin jugo y los insectos vacíos
no veré el duelo del sol con las criaturas en carne viva.

Pero me iré al primer paisaje
de choques, líquidos y rumores
que trasmina a niño recién nacido
y donde, toda superficie es evitada,
para entender que lo que busco tendrá su blanco de alegría
cuando yo vuele mezclado con el amor y las arenas.

Allí no llega la escarcha de los ojos apagados
ni el mugido del árbol asesinado por la oruga.
Allí todas las formas guardan entrelazadas
una sola expresión frenética de avance.

No puedes avanzar por los enjambres de corolas
porque el aire disuelve tus dientes de azúcar,
ni puedes acariciar la fugaz hoja del helecho
sin sentir el asombro definitivo del marfil.

Allí bajo las raíces y en la médula del aire,
se comprende la verdad de las cosas equivocadas.
El nadador de níquel que acecha la onda más fina
y el rebaño de vacas nocturnas con rojas patitas de mujer.

Yo no podré quejarme
si no encontré lo que buscaba;
pero me iré al primer paisaje de humedades y latidos
para entender que lo que busco tendrá su blanco de alegría
cuando yo vuele mezclado con el amor y las arenas.

Vuelo fresco de siempre sobre lechos vacíos,
sobre grupos de brisas y barcos encallados.
Tropiezo vacilante por la dura eternidad fija
y amor al fin sin alba. Amor. ¡Amor visible!

Federico García Lorca. Poeta en Nueva York [1929-1930] (1940).

domingo, 21 de junio de 2020

Grúas

Me conmueven las grúas en invierno.
Parecen estar vivas y cumplir
su vértigo llenándose de grajos
que bordan en su acero un pentagrama.

La esencia de las grúas son las aves
de paso.
              Las cruces de este siglo,
donde todo se mueve, son las grúas:
inmóviles, calladas, imposibles.

Yo he querido ser grúa muchas veces,
recibir la nevada antes que el mundo,
los pájaros, los rayos matutinos,
y ser desmantelado cuando acabe
la obra en la que elevo humilde carga.

Las grúas son amigas de los pájaros.
Que vengan y se posen en mis hombros
mientras huyen del frío en mi deseo.
Que canten para mí, ser para ellos
el árbol más sencillo, pues apenas
un eje vertical y un brazo abierto
conforman mi estructura permanente.
(Vendrá la muerte a dar vida a este sueño
haciéndome también ave de paso).

Y, mientras, ser tan solo un trato útil
entre el cielo y la tierra. Algo invisible
a los ojos de todos pero nunca
al ojo diferente de los grajos.

Antonio Praena. Yo he querido ser grúa muchas veces (2013).

domingo, 17 de noviembre de 2019

Crisis

Ese hombre que no somos nosotros.
Esa madre de enérgica tormenta.
Los pueblos arrasados, ya sabéis,
y sus ruinas por dentro.

Todo estaba pactado,
menos la poesía.

La promesa de un cielo viejo.
El azufre de la indiferencia.
Lo demente sentado en el borde los huesos.
El tráfico de lo que se calcula:
el rendimiento, lo que no respira,
el acuerdo entre falta e injusticia.
La certeza del valor de lo que brilla.
El crimen como última hipoteca,
su densidad como un rezo.
Siempre falta paraíso una vez roto el milagro.

El presente es un error de los pronósticos.
Con qué decirlo.
El miedo es nuestro único barómetro.
Y vivir es mantener el equilibrio
por tedio o cobardía.
Aceptar lo indemostrable.
Fingir que nuestra vida
no es rueda de obediencia,
que no lo es el silencio.
Ocultar que no antecede la maldad a la Historia.

Somos la certeza de un siempre estar de noche,
la lenta agricultura de siglos de soberbia.

Esto es lo que queda de nosotros,
esta generación que veis aquí,
este buen entendimiento del escombro,
este don de conquistar el fuego
                                  para inmolarse mansamente sin saberlo.

Antonio Lucas. Los desengaños (2014).

viernes, 1 de noviembre de 2019

Pluscuamperfecto de futuro

Cuando deje las sábanas, mañana,
pensaré que mi suelo de la noche
no ha sido solo un sueño
y que lo que me aguarda no es la huraña
mañana de mañana.
Acogeré mi cuerpo esperanzado,
como un feliz presagio inmerecido,
y si hay un cuerpo al lado,
será maravilloso descubrirlo,
saber que las monedas que he pagado
(y que las monedas con que me han comprado)
han sido las monedas del amor,
que pagamos con gusto y por el gusto,
locos de amor los dos.
Y amar, esa mañana, extrañamente
será la redención de nuestros actos
pasados y futuros
y el hecho del amor, en su presente,
será como la historia sin historia,
un cuento que contamos con los cuerpos
y que tiene sentido,
lleno de ruido y furia compartidos.
Y si despierto solo,
despertaré contento de estar solo,
por la simple razón de estar conmigo,
que soy el viejo amigo
de algunos ratos que he vivido.
Se inundará la casa con el sol,
y si no hay sol se inundará de gris,
un gris reconfortante, de París,
que es la ciudad que tiene un gris más sol.
Haré mis abluciones matinales
y haré la colación,
y respecto al milagro
de que los alimentos alimenten
haré una reflexión
profunda, sorprendente, que alimente
las estancias del alma y que dé calma
a un alma que ama la contemplación.
Para el resto del día tendré planes
y hasta tendré esperanzas,
que ya es tener bastante un mismo día,
y en un claro derroche de energía
tendré la convicción de que los planes
y hasta las esperanzas
no son la más completa tontería.
Naceré a mi ciudad,
como si fuese la primera vez
que nazco y que la veo,
contento de nacer y de fundar,
igual que un gran viajero, mi ciudad,
quizá un lugar tranquilo junto al mar,
donde esperar consiste en encontrar
una buena razón
para esperar el paso de los días.
Y a la ciudadanía,
que, comúnmente, es una porquería,
una viciosa tropa indiferente,
habré de comprenderla, y comprendiéndola,
comprenderé toda su indiferencia,
su desprecio, porque tendré conciencia
de que quién más quién menos (y me incluyo)
tiene una innoble historia que contar,
lo cual, si no inocentes,
nos vuelve dignos de algo de piedad.
Seré un huésped del tiempo, un invitado
que aspira a estar contento y al cuidado
de las horas, hasta lograr que el tiempo
es por fin mi líquido elemento,
y no un andén desierto en que aguardar
trenes de paso hacia ningún lugar,
cansando, el pensamiento de sentir,
y de pensar, cansado el sentimiento.
Toda la peor vida de la vida,
que a veces es la única que ocurre,
le habrá ocurrido a un yo que no conozco
un yo que a fuerza de desconocido
convierte en no vivido lo vivido,
y el yo que reconozco, el que comparte
la vida preferida
(ésa que ha estado siempre en otra parte)
será mi yo más mío.
Y la vida que venga será fácil,
o lo parecerá (que más me da)
será la dulce vida,
y por dulzura y por facilidad
será una eternidad mientras me dura,
aunque solo me dure un día más.
Por eso, más que un día,
mi día de mañana es el proyecto
de un tiempo por llegar:
es el pluscuamperfecto de futuro.
Ya solo hay que aprenderlo a conjugar.

Carlos Marzal. La vida de frontera (1991).

sábado, 30 de abril de 2016

Dylan

Son siempre mis alrededores;

un paisaje de trazos amarillos.

Pregunto al jardinero el nombre de estos árboles;
nunca recuerdo nombres ni ciudades.

Miro un gorrión que bebe
-es un pequeño péndulo con plumas-,
y me observa.

Su silencio
es la cuchilla de afeitar
que rompe con su brillo entre las hojas.

Rafael Correcher Haro. El nadador nocturno (2014).

martes, 28 de abril de 2015

Puente de Londres

                               ¿Encontraría a la Maga?

-Eres tú, amigo? -dije.
-Deséale suerte a mi sombrero de copa.
Una dalia de cristal
trazó una línea verde en mi ojo gris.
El cielo estaba afónico como un búho de níquel.
-Adiós, amigo -dije.
-Echa una hogaza y una yema de huevo en mi bombín.
Una bombilla guiñaba entre las hojas de acanto.
Mi corazón yacía como una rosa en el Támesis.

Pere Gimferrer. Arde el mar (1966).

martes, 21 de octubre de 2014

[ratas corriendo]

ratas corriendo
se llevan tus dos brazos
al amanecer

despertar manco pero
muñones abren alas

Víktor Gómez. Trazas del calígrafo zurdo (2013)

jueves, 7 de agosto de 2014

Los animales con peste

En los montes, los valles y collados,
de animales poblados,
se introdujo la peste de tal modo,
que en un momento lo inficiona todo.
Allí, donde su corte el León tenía,
mirando cada día
las cacerías, luchas y carreras
de mansos brutos y de bestias fieras,
se veían los campos ya cubiertos
de enfermos miserables y de muertos.
«Mis amados hermanos»,
exclamó el triste Rey, «mis cortesanos,
ya veis que el justo cielo nos obliga
a implorar su piedad, pues nos castiga
con tan horrenda plaga;
tal vez se aplacará con que se le haga
sacrificio de aquel más delincuente,
y muera el pecador, no el inocente.
Confiese todo el mundo su pecado.
Yo cruel, sanguinario, he devorado
inocentes corderos,
ya vacas, ya terneros,
y he sido, a fuerza de delito tanto,
de la selva terror, del bosque espanto».
«Señor», dijo la Zorra, «en todo eso
no se halla más exceso
que el de vuestra bondad, pues que se digna
de teñir en la sangre ruin, indigna,
de los viles cornudos animales
los sacros dientes y las uñas reales».
Trató la corte al Rey de escrupuloso.
Allí del Tigre, de la Onza y Oso
se oyeron confesiones
de robos y de muertes a millones;
mas entre la grandeza, sin lisonja,
pasaron por escrúpulos de monja.
El Asno, sin embargo, muy confuso,
prorrumpió: «Yo me acuso
que al pasar por un trigo este verano,
yo hambriento y él lozano,
sin guarda ni testigo,
caí en la tentación: comí del trigo».
«¡Del trigo! ¡y un Jumento!»
gritó la Zorra, «¡horrible atrevimiento!».
Los cortesanos claman: «Este, éste
irrita al cielo, que nos da la peste».
Pronuncia el Rey de muerte la sentencia,
y ejecutóla el Lobo a su presencia.

Te juzgarán virtuoso
si eres, aunque perverso, poderoso;
y aunque bueno, por malo detestable
cuando te miran pobre y miserable.
Esto hallará en la corte quien la vea,
y aun en el mundo todo. ¡Pobre Astrea!

Félix M. Samaniego. Fábula III. Libro tercero. Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Vascongado. Tomo I (1781).

lunes, 4 de agosto de 2014

El ricote erudito

Hubo un rico en Madrid (y aún dicen que era
más necio que rico),
cuya casa magnífica adornaban
muebles exquisitos.
"¡Lástima que en vivienda tan preciosa",
le dijo un amigo,
"falte una librería!, bello adorno
útil y precioso".
"Cierto", responde el otro. "¡Que esa idea
no se me haya ocurrido!...
A tiempo estamos. El salón del Norte
a este fin destino.
Que venga el ebanista y haga estantes
capaces, pulidos,
a toda costa. Luego trataremos
de comprar los libros.
Ya tenemos estantes. Pues ahora",
el buen hombre dijo,
"¡echarme yo a buscar doce mil tomos!
¡No es mal ejercicio!
Perderé la chaveta, saldrán caros,
y es obra de un siglo...,
Pero ¿no era mejor ponerlos todos
de cartón fingidos?
Ya se ve. ¿Por qué no? Para estos casos
tengo un pintorcillo.
Que escriba buenos rótulos, e imite
pasta y pergamino.
Manos a la labor". Libros curiosos
modernos y antiguos,
mandó pintar, y a más de los impresos,
varios manuscritos.
El bendito señor repasó tanto
sus tomos postizos,
que, aprendiendo los rótulos de muchos,
se creyó erudito.
¿Pues qué más quieren los que sólo estudian
títulos de libros,
si con fingirlos de cartón pintado
les sirven lo mismo?

Tomás de Iriarte. Fábulas literarias (1782).

martes, 18 de marzo de 2014

Carga docente

Después de mil flaquezas
traiciones
necedades
canalladas
inconsecuencias
y mentiras

sucede
la bondad
y relumbra un instante o dos
entre el oxígeno el porvenir y la madreselva

Lo cual no desmiente
todo lo anterior
y acaso ni siquiera lo relativiza

pero sí que le añade
un matiz esencial.

¡Estad
atentos!

Jorge Riechmann. El día que dejé de leer El País (1997).

domingo, 12 de enero de 2014

Como si nunca antes

Tanto tiempo después

encontrarnos así
como si nunca antes
o como si
el mundo entero
pero hace mucho
cuando aún no.

Tanto tiempo después

nuestra venganza es ser felices.

Bibiana Collado Cabrera. Como si nunca antes (2013).

jueves, 14 de noviembre de 2013

La piel

En el corto universo de holanda compartida
que la noche abandona, usual, al amor,
nada sucede, fuera de un orden, salvo -acaso-
la siempre transitoria confusión de otra piel
que nos reviste el alma y la desuella luego.

María Victoria Atencia. De la llama en que arde (1988).

martes, 5 de noviembre de 2013

Tristeza del recuerdo

Por las esquinas vagas de los sueños,
alta la madrugada, fue conmigo
tu imagen bien amada, como un día
en tiempos idos, cuando Dios lo quiso.

Agua ha pasado por el río abajo,
hojas verdes perdidas llevó el viento
desde que nuestras sombras vieron quedas
su afán borrarse con el sol traspuesto.

Hermosa era aquella llama, breve
como todo lo hermoso: luz y ocaso.
Vino la noche honda, y sus cenizas
guardaron el desvelo de los astros.

Tal jugador febril ante una carta,
un alma solitaria fue la apuesta
arriesgada y perdida en nuestro encuentro;
el cuerpo entre los hombres quedó en pena.

¿Quién dice que se olvida? No hay olvido.
Mira a través de esta pared de hielo
ir esa sombra hacia la lejanía
sin el nimbo radiante del deseo.

Todo tiene su precio. Yo he pagado
el mío por aquella antigua gracia,
y así despierto; hallando tras mi sueño
un lecho solo, afuera yerta el alba.


Luis Cernuda. Las nubes (1937-1940).

Cincuenta años sin uno de los más grandes.

domingo, 3 de noviembre de 2013

[Cuando en tardes que sobran las palabras y el día]

Cuando en tardes que sobran las palabras y el día
sólo somos tú y yo, cada cual con su espera
y sin embargo atados en la misma carrera,
en el afán de luz, en la oscura alegría;

cuando nada se entiende sino en tu compañía
que le pone a los pasos un eco de bandera,
cuando ya todo el sueño se curva en tu cadera
y sólo en ella crecen velas, barcos, bahía;

cuando un día se sabe que pueda ser distinto
y se enciende la vida mientras amas y mueres,
cuando nada es distinto pero todo te evoca;

cuando se pide a un cuerpo la luz de un laberinto
y naufragan los días sin saber ni quién eres
y me pides silencio con un dedo en la boca.

Javier Egea.

viernes, 1 de noviembre de 2013

En la Estación de Francia

Ella me dice que un tal Descartes dijo
"Pienso luego soy"
y luego Lacan le enmendó la plana diciendo
"pienso luego no soy"
yuxtapuestamente, servilletamente,
ferroviariamente.

Y yo pienso que dije, digo,
que diré
precisamente en el próximo verso
que la vida me fue muy generosa
porque la tengo a ella

¡e incluso tengo algunos enemigos!

Jorge Riechmann. El corte bajo la piel (1994).

miércoles, 30 de octubre de 2013

Noche oscura

Canciones de el alma que se goza de aver llegado al
alto estado de la perfectión, que es la unión con Dios,
por el camino de la negación espiritual, de el mesmo autor.

En una noche escura
con ansias en amores inflamada

¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada;


ascuras, y segura
por la secreta escala, disfraçada,
¡oh dichosa ventura!
a escuras y en celada

estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto que naide me veýa
ni yo mirava cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el coraçón ardía.


Aquésta me guiava
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperava
quien yo bien me savía
en parte donde naide parecía.

¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada.
amada en el amado transformada!


En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros ayre daba.

El ayre de la almena

quando yo sus cavellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme, y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cessó todo, y dexéme
dexando mi cuydado
entre las açucenas olbidado.


San Juan de la Cruz. c. 1577. Publicada en 1619.

martes, 29 de octubre de 2013

Un deseo innoble

(Césare Pavese.)

Cuando el cansancio irrumpe como ave
mecida por el viento en fosca tarde de marzo
y a la deriva oscila el pensamiento,
un deseo no oscuro pero innoble
punza en las venas como el aguijón
que en ellas se alojara,
y se siente crecer el sordo rumor
por la sangre sin calma ni sosiego,
hasta que al fin, callada la insistencia,
detenido su afán
en las redes del sueño inaplazable,
desde la solitaria alcoba que aguarda fría,
la sola razón de aquella ansiedad
nos invita al mismo desafío.
Con certero metal sus ojos citan
al fatuo visitante de la nada.

José Gutiérrez. La armadura de sal (1980).

jueves, 17 de octubre de 2013

[Dónde puede dejarse el alma, dónde?]

Dónde puede dejarse el alma, dónde?
Dónde dejarse el alma sino hay dónde.
En un lugar de un momento cualquiera
según vamos caminando; en un verso guardada;
en cualquier tarde de esas caminando;
en una tal vez mirada que nos mira;
en cualquier labio, en una calle cualquiera
de cualquier parte, sin saberlo.

José Antonio Muñoz Rojas. Objetos perdidos (1997).

miércoles, 2 de octubre de 2013

[De vez en vez, la tristeza]

De vez en vez, la tristeza.

No esa tristeza dulce y húmeda que empaña los cristales en las tardes de invierno.

Me refiero a la tristeza que amarga en la lengua. Hablo de la tristeza que madura lentamente en el panal del corazón.

De pronto nos inunda como la luz de un farol negro. Como el ladrón que nos aborda en el recodo del camino.

Amarga por lo antigua y por lo intensa. Quema como resina vertida en el dolor.

Es la tristeza que queda como poso del olvido.

Julio Llamazares. La lentitud de los bueyes (1979).

jueves, 26 de septiembre de 2013

Siete novias para un clarinete

Techo azul caballo blanco
y un libro quiero.
Encantamientos en vez de ley
Una mano desde oscuro umbral
Ofreciendo un caliente brebaje
La cháchara de animales diminutos
Fogata y charcos de agua
Un país de olas.

Ella es el pensamiento, sus patines
en los bulevares, mis barquitos de chopo.
Así hace girar dos mundos.

Los cita en cada párpado. La sombra
que embellece, un silencioso sol.

Ella es el pensamiento. Infierno y
paraíso allí tienen árboles. Ella los baña.

Miguel Suárez. La voz del cuidado 1970-1995 (2009).

martes, 24 de septiembre de 2013

Amén

Que te acoja la muerte
con todos tus sueños intactos.
Al retorno de una furiosa adolescencia,
al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
te distinguirá la muerte con su primer aviso.
Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,
te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
La muerte se confundirá con tus sueños
y en ellos reconocerá los signos
que antaño fuera dejando,
como un cazador que a su regreso
reconoce sus marcas en la brecha.

Álvaro Mutis. Los trabajos perdidos (1964).

Anteayer falleció el poeta y novelista a los 90 años.

lunes, 23 de septiembre de 2013

[Puedo escribir los versos más tristes esta noche]

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924).

Hoy hace cuarenta años de la muerte del poeta.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Autobiografía

Una casa vacía, otra derrumbada,
un niño muerto al que le cuentan cuentos,
despedidos fantasmas que se desvanecen,
ceniza y hueso, piedras derrotadas.
Cuartos alquilados, repetidos espacios fugaces,
las huellas de los cuerpos en las sábanas,
una pesada resaca sin destino,
voces que nadie escucha, imágenes de sueños.
Innecesarias páginas, gaviotas en la ventana,
mar o desierto, blancos despojos,
signos y rostros en la pared de la memoria.
Sucias pupilas de sol en México, tercos
los ojos redondos de la calavera,
contemplan pasado, presente, futuro,
sombras tenaces, metáforas gastadas.
Miro sin ver lo que ya he visto,
humo disforme que se esfuma,
invisible mortaja bajo nubes fugaces.
Humo en la noche y la nada instantánea.

Juan Luis Panero. Los viajes sin fin (1993).

Anteayer murió el poeta a los 71 años.

sábado, 10 de agosto de 2013

Porvenir

¿Bastará la memoria
de haber sido feliz cuando la noche
nos lance a su intemperie
y estos días radiantes se sucedan
tras un frío cristal,
cuando ya ser feliz sea tan sólo
el eco de una voz, la dentellada
penúltima de un sol y su derrumbe?

¿Qué queda por venir? ¿Qué nos aguarda?

Tal vez sólo la duda
y el tedio de esperar y el preguntarse
si será suficiente haber amado,
haber amado tanto,
frente a esta soledad que nos separa.

Lola Mascarell. Mientras la luz (2013).