sábado, 30 de octubre de 2010

[Arder en viva llama, helarme luego]

Arder en viva llama, helarme luego,
mezclar fúnebre queja y dulce canto,
equivocar la risa con el llanto,
no saber distinguir nieve ni fuego.

Confianza y temor, ansia y sosiego,
aliento del espíritu y quebranto,
efecto natural, fuerza de encanto,
ver que estoy viendo y contemplarme ciego;

la razón libre, preso el albedrío,
querer y no querer a cualquier hora,
poquísimo valor y mucho brío;

contrariedad que el alma sabe e ignora,
es, Marisa soberana, el amor mío.
¿Preguntáis quién lo causa? Vos, Señora.

Eugenio Gerardo Lobo.

jueves, 28 de octubre de 2010

Si me quieres, quiéreme entera

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, verde, y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!...

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... O no me quieras!

Dulce María Loynaz.

martes, 26 de octubre de 2010

Taller de poesía Polimnia 222

Hoy he asistido a la primera clase del Taller de poesía Polimnia 222, bueno, realmente medio asistido porque he llegado casi dos horas tarde y son tres horas todos los martes.

Está organizado por la Universidad Politécnica de Valencia y va por la octava edición. Lo imparte la poeta Elena Escribano y dura hasta el próximo junio. Me enteré el año pasado pero al final no pude ir.

De momento promete por el entusiasmo general que he podido percibir, porque va a centrarse en el lírica del siglo pasado, porque vamos a conocer a poetas, porque me desconectará de otras historias, porque volveré a la infancia haciendo deberes (que me gustarán, espero)... aunque no todo va a ser positivo, hay que leer -o recitar- en clase, menudo marroncillo.

En un par de semanas, Rafael Espejo vendrá a presentarnos su último libro.

domingo, 24 de octubre de 2010

[Anduve por el dorso de tu mano, confiada]

Anduve por el dorso de tu mano, confiada,
como quien anda en las colinas
seguro de que el viento existe,
de que la tierra es firme,
de la repetición eterna de las cosas.
Mas de repente tembló el universo:
llevaste la mano a tus labios
y bostezando abriste la noche
como una gruta cálida.

Llevabas diez mil siglos despertando
y el fuego ardía impaciente en tu boca.

Chantal Maillard. Hainuwele (1990).

jueves, 21 de octubre de 2010

El divino amor

Te ando buscando, amor que nunca llegas,
te ando buscando, amor que te mezquinas,
me aguzo por saber si me adivinas,
me doblo por saber si te me entregas.

Las tempestades mías, andariegas,
se han aquietado sobre un haz de espinas;
sangran mis carnes gotas purpurinas
porque a salvarme, oh niño, te me niegas.

Mira que estoy de pie sobre los leños,
que a veces bastan unos pocos sueños
para encender la llama que me pierde.

Sálvame, amor, y con tus manos puras
trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde.

Alfonsina Storni. Irremediablemente (1919).

domingo, 17 de octubre de 2010

Anónimo urbano

He perdido las letras de su nombre
entre todos los ojos y los escaparates
que anunciaban las últimas rebajas.
Me ha rozado la espalda en un vagón de metro.
(Afuera lloviznaba).
He pisado su sombra en un semáforo.
(Otoño se vestía en las acacias).
Para llegar al cine,
he bajado tres calles paseando
mientras alguien bailaba pasodobles
y una pareja de titiriteros
interpretaba un aria de Rossini,
(dos nubes se besaban en un charco)
y al escoger butaca,
bastante atrás como acostumbro,
se ha sentado a mi lado oscuramente.

Berta Serra Manzanares. Frente al mar de Citerea (1993).

jueves, 14 de octubre de 2010

Las aguas reiteradas

A veces sorprendía
flotando tu cabeza por mi cuerpo.
Era en agua cercada,
oscura en que dejaba de seguirte,
pero a toda la orilla,
desde el profundo centro estremecido
se impartía una onda
de corazón despierto, sin sosiego.
Estabas sobre el pecho
nocturno de inundadas soledades,
aquí comparecida, sin deseo,
sólo furtivamente abandonada,
como si una tormenta que olvidamos
hubiese desistido y no quedase
de ti más que esa dulce
provocación de párpados y labios.
Luego eras luz y transparencia tenue
y volvían las sombras a tenderse
sobre este mar de piel acantilada.

Carlos Barral. Las aguas reiteradas (1952).

miércoles, 13 de octubre de 2010

Ya no

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quiénni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volverá a tocarte.
No te veré morir.

Idea Vilariño. Poemas de amor (1957).

martes, 12 de octubre de 2010

Tú, has vuelto

Dame la mano, ángel
sin heridas.
Piedra, dame tu esquivo corazón sin arrugas.
Nube, dame tu rostro de repentina fruta.

Hermanos, sostenedme
la alegría.
Temo que la ceniza me invada de repente.
Voy a caer sin sangre, voy a volar mis sienes.

Pasa una larga rosa
por mis hombros.
Un mar adolescente me riza los cabellos.
Mis pies tocan apenas las cúpulas del viento.
Hermanos, rodeadme
porque temo
que mis ojos se alejen como trompos de niebla
o que sobre mi pecho se derrame la tierra.

Ángel sin duelo, dame
tu sonrisa.
Corroboradme hermanos para que yo no encuentre
sino andando a través de sus ojos la muerte.

Sara de Ibáñez. Canto (1938).

domingo, 10 de octubre de 2010

Nunca

Nunca me cansará mi oficio de hombre.
Hombre he sido y seré mientras exista.
Hombre no más: proyecto entre proyectos,
boca sedienta al cántaro adherida,
pies inseguros sobre el polvo ardiente,
espíritu y materia vulnerables
a todos los oprobios y las dichas...

Nunca me sentiré rey destronado
ni ángel abolido mientras viva,
sino aprendiz de hombre eternamente:
hombre con los que van por las colinas
hacia el jardín que siempre los repudia,
hombre con los que buscan entre escombros
la verdad necesaria y prohibida,
hombre entre los que labran con sus manos
lo que jamás hereda un alma digna,
¡porque de todo cuanto el hombre ha hecho
la sola herencia digna de los hombres
es el derecho de inventar la vida!

Jaime Torres Bodet. Sin tregua (1957).

miércoles, 6 de octubre de 2010

[Oración de un desocupado]

Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
por que no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre,
bájate, qué han hecho
de tu criatura, Padre?
un animal furioso
que mastica la piedra en la calle?

Juan Gelman. Violín y otras cuestiones (1956).

martes, 5 de octubre de 2010

[El espejo]

Me instalo frente a ti, miro tus ojos
y vigilo el espacio donde tu voz me busca.
Me estremece el dolor del encuentro imprevisto,
la sed con que te acercas al borde de mi sombra,
el hueco que descubres en la luz de mi espejo.
La soledad me arropa. Sólo en la noche existo.
Y nunca me detengo sobre el mismo minuto
en el que tú te apoyas para seguir llamándome.
Suéñame de otro modo. Sacude el saco triste
del idioma heredado. Cuéntale a las palabras
las historias oscuras que sólo tú conoces;
diles cómo te asusta mi presencia y mi odio,
cuánta muerte te cuesta acariciar mi huida.
A veces, en el centro mismo de tu pregunta,
me reconozco y corro hacia otra oscuridad:
es amargo encontrar al final de un abrazo
mi propio grito erguido y mi propio deseo.
Por eso me divido, me desdoblo y me hundo
en heridas distintas: me da miedo encontrarte.
Tu sonido es el mío. Tu tristeza, tus ropas
saben a mí, y me escuece el recuerdo adherido
al tiempo conciliado, al tiempo único
en que la conjunción habitó en nuestras sangres.

Eloy Sánchez Rosillo. Maneras de estar solo (1978).

domingo, 3 de octubre de 2010

Presento cartas credenciales

(De una reina humana para Artemís)
Soneto-balada

¿Es mi última misión? Ay, muy reacio
estoy en escalar a la tribuna.
Y subo los peldaños muy despacio.
Mañana tengo audiencia con la luna.

Mis credenciales en aquel palacio
dejaré, con, Señora, mi fortuna:
poemas de turquesa y de topacio;
mañana tengo audiencia con la luna.

Me verá, porque somos otra gente.
Poetas, astronautas de la mente.
Del niño y del amante la comuna.

¿Cartas? ¡Suspiros de la raza humana!
No sé si volveré, mi soberana.
Mañana tengo audiencia con la luna.

Aurelio Valls. Retorno a la poesía (1985).